Los que llegan ganan a los que se van: un rayo de sol en el invierno demográfico asturiano

"Residir aquí es calidad de vida, pero hay que pagar peajes, como las conexiones", dicen los retornados, que reclaman beneficios fiscales para animar a otros a volver

Francisco Valdés, «Pacho», con su mujer, Covadonga, y sus hijos, Pelayo, Roque y Yago. | LNE

Francisco Valdés, «Pacho», con su mujer, Covadonga, y sus hijos, Pelayo, Roque y Yago. | LNE / M. G. Salas / D. Orihuela / I. Montes

M. G. Salas / D. Orihuela / I. Montes

Un rayo de sol atraviesa el duro invierno demográfico de Asturias. La última estadística del INE, correspondiente al primer trimestre del año, da alguna esperanza. Estima que la población regional creció (en 2.156 personas respecto al mismo periodo de 2022), gracias a la entrada de españoles procedentes de otras comunidades y de latinoamericanos, sobre todo colombianos y venezolanos. Al Principado llegan hoy más de los que salen (1.370 frente a 270, de enero a marzo), y eso amortigua el constante desplome de la natalidad.

LA NUEVA ESPAÑA reúne en este reportaje siete historias de llegadas y salidas. Los inmigrantes piden que se les valore más: "A algunos no les gustamos por ser sudamericanos, y pocos trabajamos de lo nuestro". Los asturianos que retornaron reclaman mejores conexiones y telecomunicaciones: "Hay que aprovechar la ola del teletrabajo". Y los asturianos que se fueron exigen, para regresar, "más oportunidades laborales" y ayudas económicas, como una reducción en el IRPF. Todos ellos lanzan una idea para engordar y rejuvenecer la población regional: que el Principado dé dinero por cada niño que entre. Que tome nota el nuevo Presidente.

De Madrid a Oviedo con tres pequeños. Francisco Valdés Fernández, "Pachi", es uno de los muchos que se fueron y hace poco (a raíz de la pandemia) volvieron. Se fue en 2012 a Madrid, junto a la que hoy es su mujer, Covadonga, y el año pasado regresó a su Oviedo natal. De un tirón, la capital asturiana ganó cinco habitantes: Pachi, Covadonga y sus tres hijos, Pelayo (7 años), Roque (6) y Yago (3), que engordaron la matrícula del colegio La Gesta. El matrimonio llevaba tiempo queriendo retornar hasta que en 2021 dieron el paso. "No es un tema solo de condiciones laborales, hay que tomar la decisión. Hay que sacrificarse para quedarse o, en nuestro caso, hacer un esfuerzo para volver y hacer que nuestra región progrese", afirma Pachi.

Ellos volvieron perdiendo sueldo, pero están "más reafirmados que nunca" de la decisión que tomaron. "Los dos trabajamos en Gijón y a los dos nos sale una sonrisa cuando, en el trayecto de vuelta a Oviedo por la autopista, vemos el Aramo", afirma este ingeniero técnico de 40 años, que trabaja para una empresa que se dedica a implantar una herramienta de software. "Empecé a trabajar para esta compañía en septiembre de 2021. Al principio, estuve teletrabajando: pasaba tres semanas en Madrid y una en Oviedo. Hasta que pudimos venir la familia al completo", cuenta.

Arriba, a la izquierda, los venezolanos Luis Miguel Gonçalves y Yuli Pita, en su restaurante; a la derecha, Luis Ignacio Chacón, Marta Bruno, Luis Chacón y Simón Alberto Chacón, de Caracas. Abajo, a la izquierda, Javier Fernández Corujo, en su despacho de Cangas del Narcea. A la derecha, los cubanos Javier Rojas y Tamara Rondón. | LNE

Los venezolanos Luis Miguel Gonçalves y Yuli Pita, en su restaurante. / M. G. Salas / D. Orihuela / I. Montes

¿Qué necesita Asturias para poder atraer a más Pachis y Covadongas? "Lo principal –contesta Valdés– es el trabajo. Hay que generar núcleos de negocio que atraigan a más empresas. Con la pandemia se vio que mucha gente puede teletrabajar y, de hecho, yo conozco casos de gente que teletrabaja para empresas de Madrid, percibiendo los sueldos de allí, y que viven como reyes en Asturias". A esos profesionales hay que pescarlos como sea. Aunque cierto es que captar a un asturiano en esas condiciones es relativamente fácil. El gran reto es atraer a trabajadores que nada tienen que ver con la región. "Para ellos tiene que haber algo más. Quizá una reducción del IRPF durante unos años... Mi mujer y yo siempre comentamos que, al haber venido con tres hijos, Barbón tenía que habernos pagado (se ríe)". Bromas aparte, quizá pueda ser una medida.

Teletrabajar bajo una panera en Cangas del Narcea. Javier Fernández Corujo es otro caso de retorno. Tiene 50 años y es de Pola de Siero, aunque su familia siempre vivió en Cangas del Narcea. Y en Cangas del Narcea, concretamente en la aldea de Sillaso, se instaló hace dos años, después de casi tres décadas fuera, principalmente en Madrid y Barcelona. A Asturias se ha traído a su mujer, una extremeña, que "está integradísima". Aunque Fernández llevaba tiempo deseando volver a la tierrina, no fue hasta el covid cuando encontró la oportunidad. "Algo bueno tenía que tener la pandemia", dice. Y eso fue el teletrabajo y la posibilidad de hacerlo desde la zona rural del Principado.

Desde el despacho que tiene debajo de una panera ejerce de responsable para España y Portugal de una empresa de ingeniería especializada en robots de pintura. Precisamente por ese puesto tiene que viajar "muchísimo"; la mitad del tiempo se lo pasa en aeropuertos. Vivir en Asturias, subraya, "es tener calidad de vida", aunque en zonas como el Suroccidente hay que pagar ciertos "peajes": los de las telecomunicaciones y las carreteras. "Necesitamos darle un giro a esto. Aquí la fibra óptica no llega y eso es un hándicap importante. Además, en otras comunidades puedo estar 30 kilómetros hablando por teléfono sin interrupciones; aquí eso es imposible, el teléfono se corta", comenta. Al menos sí hay avances en las conexiones aéreas.

Para atraer a más población, Corujo cree que hay que vender mejor Asturias: "Hay que explicar que aquí no solo hay naturaleza, sino que aquí tienes unos costes muy inferiores a una gran ciudad y que se puede teletrabajar". Con vistas a la montaña, como es su caso.

De Venezuela a Avilés con la idea de ser padres. Pero la población asturiana aumenta sobre todo por los extranjeros y, más en concreto, por los latinoamericanos. De Venezuela llegaron hace unos años las hermanas Pita Rodríguez. Ana Isabel Pita Rodríguez y su marido Luis Miguel Gonçalves se asentaron en el Principado hace ocho años y Yuli Pita Rodríguez, hace seis. Los tres tienen edades comprendidas entre los 33 y los 35 años, eran unos chiquillos cuando llegaron a Asturias y aquí están desarrollando su vida. Dirigen un local de comida venezolana en el barrio avilesino de Sabugo.

"Decidimos venir porque nuestra abuela materna era de Boal", explica Yuli Pita. "Yo desde que llegué he tenido siempre trabajo como camarera. Con el covid, el trabajo se puso más difícil y hace un año nos arriesgamos y cogimos el local de Sabugo. Es un restaurante familiar de comida venezolana, asturiana solo es la sidra", explica Yuri Pita.

La integración de esta familia en Asturias tiene sus luces y sus sobras. "En general, la gente nos trata muy bien. Hay clientes con los que hablamos mucho y que están muy contentos, pero siempre hay a alguien a quien no les gustamos por ser sudamericanos. Afortunadamente, esos son poquísimos", aseguran. Los tres venezolanos no tienen hijos, pero están seguros de que algún día nacerá su prole en Asturias. "Mi hermana y mi cuñado tienen proyectado tener familia, pero estamos iniciando el negocio. En un tiempo seguro que vienen los niños. Yo lo veo más lejano", dice Pita.

Arriba, a la izquierda, los venezolanos Luis Miguel Gonçalves y Yuli Pita, en su restaurante; a la derecha, Luis Ignacio Chacón, Marta Bruno, Luis Chacón y Simón Alberto Chacón, de Caracas. Abajo, a la izquierda, Javier Fernández Corujo, en su despacho de Cangas del Narcea. A la derecha, los cubanos Javier Rojas y Tamara Rondón. | LNE

Javier Fernández Corujo, en su despacho de Cangas del Narcea. / M. G. Salas / D. Orihuela / I. Montes

De Caracas a Oviedo y tan felices. También de Venezuela, de su capital, Caracas, es Luis Chacón y su familia. Él llegó en 2017 tras los pasos de su hija Andrea Mercedes, y al poco, pudieron venir su mujer y sus otros dos hijos. Chacón, que es ingeniero metalúrgico y fue profesor universitario en su Venezuela natal, ya conocía el Principado. Había estado en la región haciendo el doctorado de 2000 a 2004 y conservaba amigos. Así que cuando su hija le confesó que quería abandonar Caracas, no lo dudó: a Asturias nos vamos.

Aunque aquí son "felices", lejos de las asfixiantes políticas de Maduro, Chacón asegura que hay cosas que mejorar. Sobre todo, a nivel laboral. "No se tiene en cuenta nuestra profesión y acabamos donde sea porque tenemos que subsistir: limpiando casas, cuidando a mayores y a niños... La suerte es que esto no es como Madrid o Barcelona, y podemos vivir bien", comenta el actual vicepresidente de la Asociación Sociocultural Venezolano Asturiana de Oviedo (AVAO). Chacón reclama que se valore más a la población latinoamericana, la que básicamente mantiene a Asturias en el millón de habitantes, y recuerda que al Principado vienen a "producir, no a que nos regalen las cosas".

De Cuba a Langreo y ya tienen una hija asturiana. Tamara Rondón y Javier Rojas dejaron La Habana hace un año y ocho meses. Con 35 y 34 años, el matrimonio está afincado en Sama de Langreo, donde hace seis meses nació su hija, ya asturiana. Dejaron Cuba "por la situación económica", explica ella, doctora en estomatología. "La situación allá está muy complicada. Echamos de menos nuestro país, pero, como muchos otros cubanos, somos emigrantes por razones económicas".

Llegaron a Asturias porque en Langreo vivían ya el padre y la hermana de Tamara. Y se han encontrado con un lugar, Sama, "del que nos encanta el clima y la tranquilidad". Ella es médico y su marido economista, lo que no ha impedido que empezase a trabajar en un taller mecánico tan solo un mes después de llegar a Asturias. Ahora están en trámites para homologar sus títulos de Medicina y Económicas para poder trabajar en España. "Nos hemos informado, nos han explicado todo muy bien y solo es cuestión de tiempo", dice ella esperanzada. Tienen claro que "la idea es quedarse para siempre en Asturias, nos gusta mucho". No solo el paisaje y el clima sino también los asturianos, "que son gente muy chévere, muy divertida”. "Desde que llegamos nos ha ido bien", asegura Rondón.

Los que llegan ganan a los que se van

Los cubanos Javier Rojas y Tamara Rondón. / M. G. Salas / D. Orihuela / I. Montes

Uno de tantos jóvenes fuera de la tierrina. Y de los que vienen a los que van. Juan Vidal Díaz, gijonés de 25 años, hizo las maletas en septiembre del año pasado ante "la falta de oportunidades laborales" y tras una mala experiencia en Asturias. Es ingeniero técnico industrial y trabajó como becario para una empresa que le prometió que se quedaría en plantilla. No fue así y se quedó en el paro. Tras mucho buscar dentro, optó por buscar fuera y le salió un trabajo en Salamanca. "Tengo pensado volver a Asturias, lo que no sé es cuándo. También estoy en una etapa joven de mi vida y me apetece volar del nido y buscar experiencias fuera de casa. Me gustaría regresar cuando ya tuviese experiencia nacional o incluso internacional, que tampoco la descarto. Para que volviese ahora mismo tendría que haber una oportunidad muy atractiva", reflexiona.

En su opinión, lo que necesita Asturias para atraer y retener población es sencillo: "Crear más programas de empleo para los jóvenes y mejorar las condiciones laborales y económicas". "Fuera, los sueldos son más competitivos y las oportunidades laborales son mayores", apunta. Juan Vidal también pide a las empresas que "no jueguen con el tiempo" de los jóvenes con promesas falsas para tener mano de obra barata.

Muchas idas y venidas para acabar en Uruguay. Diego Álvarez Castiello tiene 38 años, es de Oviedo y es arquitecto. En la actualidad, es gerente de la división de producción en una empresa de construcción uruguaya. Lleva una década fuera de Asturias. "En marzo de 2013, con 28 años, me vine a Uruguay a buscarme la vida. Había presentado mi proyecto final de carrera en 2010 y tras un par de proyectos pequeños en Cataluña, volví a Asturias a casa de mi madre porque no tenía cómo mantenerme. Estuve trabajando en un quiosco familiar, en un parking... Ahí fue cuando me di cuenta que esto no podía continuar así", recuerda. Su madre, su hermano y su novia (su mujer ahora) le ayudaron a tomar la gran decisión de su vida: irse al extranjero.

Los que llegan ganan a los que se van

Luis Ignacio Chacón, Marta Bruno, Luis Chacón y Simón Alberto Chacón, de Caracas. / M. G. Salas / D. Orihuela / I. Montes

"Llegué a Uruguay con dos maletas y 1.000 euros, sin conocer nada ni nadie. A los tres meses encontré un trabajo", continúa con su historia. Allí estuvo hasta octubre de 2017 cuando le salió una oportunidad laboral en Asturias en una constructora. Pero en 2021 volvió a marchar a Uruguay. No para siempre; regresó tiempo después para trabajar por cuenta propia junto a su hermano. No funcionó y Uruguay volvió a llamar a su puerta.

"Lo primero que debería mejorar Asturias son las comunicaciones. Es verdad que ahora hay más conexiones aéreas, pero los vuelos son caros generalmente y lo del AVE es una tomadura de pelo. La bajada de natalidad viene dada porque la gente preparada y que no tiene oportunidades en Asturias se va a otras comunidades, y también porque cada vez somos padres más mayores porque tenemos más complicado acceder a una vivienda y tener remuneraciones acordes a los niveles de vida", defiende. Para que los jóvenes se queden en sus ciudades natales, Diego Álvarez cree que deberían tener "algún tipo de ayuda" y "promover mucho el teletrabajo". Álvarez también advierte que la "fuga" de talento se produce en el momento en que no hay una carrera aquí y tienen que ir fuera a estudiarla.

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