La amarga queja de los trabajadores de las residencias públicas asturianas: "Nunca faltó tanto material como ahora"

Usuarios y personal de las residencias públicas dan la voz de alarma por las deficiencias: "Echan agua a los ancianos y dicen que es crema hidratante"

Un pasillo de una residencia del ERA, antes de su inauguración.

Un pasillo de una residencia del ERA, antes de su inauguración. / LUISMA MURIAS

La situación en las 26 residencias asturianas de titularidad publica, los Establecimientos Residenciales para Ancianos de Asturias (ERA), no es, en muchas ocasiones, la ideal. Residentes y trabajadores observan carencias comunes al grueso de los centros, en muchos casos vinculadas a la privatización de la mayoría de servicios que no son considerados de atención directa. Mientras que el ERA se encarga del personal médico, los fisioterapeutas, los trabajadores psicólogos, los pedagogos o los logopedas, entre otras cuestiones que entran dentro de la categoría de atención directa, subcontrata a empresas privadas la limpieza, el servicio de comidas o el mantenimiento, en muchas ocasiones, apuntan residentes y trabajadores, a costa de una merma en la calidad de vida de los usuarios.

Sin embargo, una de las prestaciones de atención directa –que corresponde por tanto ofrecer al ERA–, según denuncia la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), no está a disposición de los residentes en los centros públicos de Riaño, Lastres, Moreda, Cudillero, Lugones, Naranco, Castrillón, Aurora Álvarez (Gijón) y Belmonte. Se trata de la figura del animador sociocultural, esencial para el ocio de los mayores. Desde el CSIF aseguran, además, que la anterior gerencia del ERA dejó claro que no iban a contratar más animadores.

El servicio de comidas adolece de cucharas, cucharillas, vasos, platos... y hay bandejas sucias

Una frase se repite entre los veteranos de la red pública de geriátricos asturianos: "Jamás han faltado tantos materiales como ahora". Una trabajadora de la residencia avilesina de Los Canapés se queja de la falta de objetos de uso diario tales como servilletas, vasos o cucharas, una carestía, dice, que es el pan de cada día en la inmensa mayoría de las residencias del ERA. En la Mixta, en Gijón, echan en falta más pañales, geles y champús, entre otros elementos de aseo. "Echan agua a los residentes y te lo venden como crema hidratante", relata un trabajador del centro. En CSIF explican que han enviado al ERA una redacción de los materiales de los que carece cada centro. La Administración, afirman, incumplió su promesa de solucionar la situación este mes de mayo.

El problema, en ocasiones, no es la carestía de herramientas de trabajo sino la deficiente calidad de estas. En Canapés, las grúas con las que las enfermeras han de mover las camas –que también urge cambiar, explica una trabajadora– están tan obsoletas que su uso implica un esfuerzo tal que acaba por causar frecuentes lesiones de hombro, espalda y rodillas a los trabajadores. Otra circunstancia adversa a la que se enfrentan en Canapés es la falta de espacio. Tanto es así que, debido al reducido tamaño de los baños, al intentar instalar una nueva bañera –revela la misma fuente– reventó el marco de la puerta.

En la residencia de la Tenderina, en Oviedo, tres trabajadoras denuncian un discriminación en cuanto a sus condiciones laborales. "En abril, salieron una serie de plazas vacantes en el ERA –relata una de ellas–. Llamaron a personal de la bolsa de trabajo para un empleo en el que, se supone tendríamos las mismas condiciones que el resto de la plantilla. Pero cuando llegamos nos dijeron que trabajaríamos 35 horas semanales, en lugar de las 37 y media que trabajan nuestras compañeras". La reducción de jornada implica que no trabajen de diez a diez y media de la noche, un tramo horario mejor remunerado por el factor de nocturnidad –esa media hora de trabajo se paga a ocho euros–. Las damnificas aducen que el ERA no las contrata a jornada completa "para ahorrarse dinero" –unos cien euros al mes por cada una de ellas–, pese a que, enfatizan, tienen la obligación legal de hacerlo.

En el geriátrico del Cristo, en Oviedo, lleva suprimido desde el 18 de mayo el servicio de transporte adaptado del que se servían los mayores con dificultades de movilidad para acudir al hospital, al banco o a la compra. A partir de ahora, según el testimonio de un usuario, quien quiera hacer uso de un transporte adaptado tendrá que pedir un taxi que corre a su cuenta. Asimismo, se queja de la decadencia de algunos servicios desde su privatización. El de comidas, "excelente" antaño, ahora es "un desastre", hasta el punto de que muchos ancianos han perdido la costumbre de tomar un tentempié por las tardes porque solo hay una trabajadora sirviendo la merienda.

Los residentes del Cristo (Oviedo) se han quedado sin transporte adaptado para ir al médico

Otro de los escollos con los que tienen que lidiar los residentes del Cristo es la reducción del número de periódicos de los que disponen. Desde hace un par de meses, en la biblioteca solo se encuentra un ejemplar de LA NUEVA ESPAÑA, por los tres que había hasta marzo. Esto dificulta la lectura y muchos se quedan sin mirar el periódico, explican los usuarios, disgustados por tener que asumir esta limitación. "Antes siempre había gente con el periódico por las mañanas, y ahora no hay nadie porque la gente piensa que el único que hay está ocupado. Los que tienen algún problema de memoria y tenían su rutina diaria de leer el periódico la han perdido", describen.

En la Mixta, los trabajadores lamentan la mediocre calidad de los alimentos, menor que años atrás. "No es lo mismo comprar una pera de calibre uno que de calibre tres", argumenta uno de ellos, que en ningún caso da a entender que se sirva comida en mal estado a los ancianos, sino que la calidad del producto es manifiestamente mejorable.

Además de por el exiguo nivel del producto, el servicio de comidas no es el adecuado por la ausencia recurrente de vasos, platos y demás elementos de cubertería y la deficitaria calidad del lavado de bandejas y platos por parte de la empresa subcontratada por el ERA para encargarse de este servicio. Tanto es así que, comentan fuentes internas, "cada dos por tres" han de volver a fregar lo teóricamente limpiado por los empleados de esta subcontrata. En definitiva, "no se le da el trato correcto a los usuarios", asume, resignado, un trabajador del centro.

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