La Nueva España

Cuando Asturias fue más grande: un viaje de mil años por el medievo astur

LA NUEVA ESPAÑA inicia el próximo fin de semana, sábado 15 y domingo 16 de julio, la edición de seis libros que resumen y explican la Edad Media en Asturias, un apasionante recorrido por mil años de historia claves para entender nuestra comunidad hoy

Eduardo García
La Edad Media en Asturias: Así es la colección de LA NUEVA ESPAÑA que repasa diez siglos de historia de la región

La Edad Media en Asturias: Así es la colección de LA NUEVA ESPAÑA que repasa diez siglos de historia de la región

LA NUEVA ESPAÑA inicia el próximo fin de semana, sábado 15 y domingo 16 de julio la edición de seis libros que resumen y explican la Edad Media en Asturias, un apasionante recorrido por mil años de historia, claves para entender nuestra comunidad hoy. Del año 500 al 1500 nos adentraremos en los grandes hechos y grandes nombres que componen la etapa política más gloriosa de Asturias, cuna de un reino y génesis de un país, pero también en la vida cotidiana de las gentes del campo y de la mar, de los mercados y el comercio: qué comían, cómo era el clima medieval, cuántos habitantes tenía el territorio asturiano, cómo se construían palacios, castillos, iglesias y catedrales. Y cómo nos divertíamos en un tiempo en el que ya se bebía sidra y se bailaba al son de las gaitas y los panderos. 

Durante seis fines de semana La Edad Media en Asturias tratará de responder, a todo color y a través de textos muy divulgativos y amplio soporte gráfico e informático, cómo vestían los asturianos y asturianas del Medievo, cuáles eran los remedios sanitarios y cómo se abordó en la región las grandes catástrofes como la Peste Negra del siglo XIV y la pertinaz lepra. Explicaremos la caza de la ballena, principal industria pesquera durante siglos, y qué se cultivaba; cómo nacieron nuestras ciudades con sus fueros y cómo influyeron las peregrinaciones y la llegada de la población franca.

Este reportaje muestra siete fotos fijas que relatan en conjunto un milenio de guerras, hambres, repoblaciones, hechos heroicos, asombrosas leyendas y arte inigualable. La Asturias que se abrió por vez primera al mundo.

Veranes, en Gijón, es una de las mejores villae romanas excavadas en España que explica el paso de la Tardorromanidad a la Edad Media. Eduardo García |  MIKI LÓPEZ

Veranes, en Gijón, es una de las mejores villae romanas excavadas en España que explica el paso de la Tardorromanidad a la Edad Media. Eduardo García | MIKI LÓPEZ

Adiós a Roma, que nunca se marchó del todo

Cuando en el año 476 cae el Imperio Romano de Occidente, las tierras deAsturias estaban lo suficientemente alejadas del mundo como para que el fin de una era pasara casi inadvertido. 

En teoría el noroeste hispano estaba controlado por el pueblo suevo que, junto con otros linajes germánicos (los bárbaros, como se denominaron genéricamente) había penetrado en la península a comienzos del siglo V. Pero ni los suevos ni más tarde los visigodos llegaron a controlar las tierras del Norte. 

Asturias, poblada de villae, las villas romanas que florecieron a partir de la gran crisis del Imperio del siglo III, se encaminó a una época difusa que los historiadores conocen como Tardorromanidad, aunque la alargada sombra de Roma se dejó sentir y aún somos herederos de ella.  

Las villae (Veranes, en Gijón, es una de las mejores excavadas en España) siguieron funcionando y son el ejemplo perfecto para explicar el paso de esa Tardorromanidad a la Alta Edad Media. Dejan de ser la residencia del señor y se convierten en el germen de las aldeas campesinas. Cambian los usos, se utilizan como necrópolis y de alguna forma siguen vivas y no pierden su carácter agrario. Las villas romanas fueron vertebradoras de un paisaje y de unos modelos de producción que declinaron con la llegada de los tiempos medievales.

La estatua de Pelayo en Covadonga, donde la victoria fue fruto de un mal cálculo musulmán y del poco poder islámico en la región. |   MIKI LÓPEZ

La estatua de Pelayo en Covadonga, donde la victoria fue fruto de un mal cálculo musulmán y del poco poder islámico en la región. | MIKI LÓPEZ

La odisea de Covadonga y otras resistencias

El dominio de los pueblos germánicos (suevos, vándalos, alanos y visigodos, cada cual en su territorio y en su tiempo) duró trescientos años, desde el 409, fecha de penetración (que no invasión) por los Pirineos, hasta el desastre de la batalla de Guadalete y el inicio del poder islámico. En total, 38 monarcas, algunos de los cuales protagonizaron operaciones militares contra astures, cántabros y vascones, reacios a pagar impuestos. En ello dicen que estaba Rodrigo, el último visigodo, cuando los árabes entran en la península en 711.

Las fuerzas islámicas dominan Hispania en apenas cinco años, sin dominar por completo territorios norteños que a nivel fiscal les interesaban menos que la Meseta y el sur. Lo que se encuentran en Covadonga en el 722 es una reacción contra la nueva política impositiva. Cuestión monetaria, no religiosa, aunque «lo» religioso fuera un ingrediente más del conflicto.

Covadonga es el resultado de un mal cálculo musulmán y de un muy tibio poder islámico en una región cuyas gentes ya habían presentado resistencia en los pasos de la Cordillera (La Mesa y La Carisa). Resistencias que, por la envergadura de las estructuras defensivas, suponían capacidad de organización y medios para sostenerla. Parece ser que en los pasos de las montañas no hubo choques armados, pero allí se envió un mensaje claro a los nuevos dueños del territorio: Asturias no iba a ser escenario de un paseo militar.

Santa María del Naranco y sus vistas de Oviedo. |  JULIÁN RUS

Santa María del Naranco y sus vistas de Oviedo. | JULIÁN RUS

El arte asturiano, que es también arte europeo

Ni el Prerrománico asturiano es un fenómeno único en Europa, aunque tenga algunas singularidades, ni el posterior Románico es heredero directo del Prerrománico. Las joyas arquitectónicas del Arte Asturiano, con Santa María del Naranco y Santullano a la cabeza, nacen en el entorno cultural de un incipiente Reino de Asturias: el mandato de Ramiro I, el monarca que manda levantar Santa María y San Miguel de Lillo, se inicia tan solo 120 años después de los sucesos de Covadonga. 

Un siglo de frenesí constructivo completa el Prerrománico, pero la arquitectura, que flojeará pronto quizá extenuada por tanta intensidad y belleza, dará lugar sin solución de continuidad a la cultura de las crónicas asturianas en tiempos de Alfonso III, de los Scriptoria y los grandes códices. 

El Libro de los Testamentos, del siglo XI, está considerado por muchos expertos como la gran joya del pergamino medieval europeo. Y se guarda en la catedral ovetense. La piedra y el cincel van a ser sustituidos por las tintas y los pinceles, y ambos mundos definen la fortaleza no solo artística sino también política de un Reino.

El monasterio de San Salvador de Cornellana, ejemplo del poderío terrateniente. | Eduardo García

El monasterio de San Salvador de Cornellana, ejemplo del poderío terrateniente. | Eduardo García

Un país de monasterios terratenientes por la gracia de Dios

Durante los siglos XI y XII el paisaje asturiano se pobló de monasterios, lugares para vivir en comunidad y rezar pero también importantes dominios señoriales que gestionaban tierras de cultivo y se cobraban tributos, casi siempre en especie, como pago al derecho a trabajar la tierra. Obona, Corias, Cornellana, Valdediós, Villanueva de Oscos, San Vicente o San Pelayo se convirtieron en los principales terratenientes asturianos, solo por detrás de los reyes. 

Esos monasterios son los supervivientes de decenas de pequeños cenobios de carácter muy local, los “monasterios propios”, fundados por linajes familiares que buscaban sobre todo impedir la disgregación del patrimonio. Hasta 178 títulos monásticos desde los siglos VIII al XII contabiliza en la región el medievalista Fernández Conde. 

La Regla de San Benito rigió los destinos de todos ellos y, más tarde, la reforma cisterciense, que recuperó a partir del siglo XII la pureza y austeridad de la vida monacal. Las primeras expresiones del cristianismo en Asturias se pierden en la oscuridad de la ausencia de fuentes pero sabemos que comunidades cristianas de bretones o britanos llegan desde el norte y se instalan a finales del siglo V o inicios del VI en el Noroeste peninsular. 

La Cámara Santa custodia las joyas y reliquias de la catedral de Oviedo.| Julián Rus

La Cámara Santa custodia las joyas y reliquias de la catedral de Oviedo.| Julián Rus

Las peregrinaciones a Asturias, nuevas gentes y nuevas ideas

En 1075 tiene lugar la apertura del Arca Santa, el continente donde se guardaban -y guardan- muchas de las reliquias que hicieron de Oviedo uno de los principales centros de peregrinación medieval de Europa. Hay en esa promoción de relicarios un intento de situarse en el primer plano de la religiosidad del momento, pero también existían intereses políticos nada desdeñables, los de la monarquía en íntima comunión con la Iglesia y la religión cristiana. Pero las peregrinaciones tuvieron sobre todo un componente social de gran envergadura. La llegada de nuevas gentes empapó la cotidianidad de las localidades a orillas del Camino y, de forma especial, a Oviedo, la sede obispal y el destino piadoso. Asistimos a un proceso acelerado de integración. Fueros y ordenanzas municipales se harán eco enseguida de esa nueva realidad social que vino de la mano de la población de francos. Llegaron con un lenguaje desconocido, pero con habilidades para determinados oficios -en la construcción, por ejemplo- y con nuevas ideas.

 El palacio de Valdecarzana, en Avilés. | Julián Rus

El palacio de Valdecarzana, en Avilés. | Julián Rus

El nacimiento de las ciudades

A las ciudades las forma el tiempo y las circunstancias favorables para los agrupamientos de población: defensa y recursos, sobre todo el agua. Pero es en la Edad Media cuando los poderes les dan carácter oficial a través de las Cartas Puebla (de ahí el nombre de Polas) y, en última instancia, de Fueros, que son como las constituciones municipales que obligan (tributos, normas de convivencia...) pero sobre todo dan derechos (mercados, liberaciones impositivas e incluso facultad para librarse de ir a la guerra si en la expedición no acudía el rey en persona). 

A los reyes les interesaba aprobar fueros porque garantizaban la lealtad de las nuevas ciudades frente a la presión de la nobleza. Pero aquellas localidades aforadas que se gobernaban por sí mismas llegaron a tener un poder excesivo, que la monarquía se preocupó de reducir en la Baja Edad Media. 

Entre las prerrogativas de las ciudades medievales estaba la potestad para aprobar o no las peticiones de vecindad de las gentes que desde lugares periféricos del municipio o desde otros concejos querían establecerse en la villa. El año 1270 fue clave para Asturias porque Alfonso X concede los fueros a Gijón, Siero, Nava, Villaviciosa, Colunga, Ribadesella, Luarca y Navia. Otras localidades como Llanes, Tineo, Pravia, Oviedo y Avilés ya tenían el suyo.

La torre de Peñerudes, en Morcín, es un ejemplo defensivo del siglo XII | MIKI LÓPEZ

La torre de Peñerudes, en Morcín, es un ejemplo defensivo del siglo XII | MIKI LÓPEZ

Reyes, reinas, castillos y poblados campesinos

Los castillos sustituyeron a las villas romanas como centros vertebradores del territorio. Eran bastiones de defensa pero también símbolos de poder -los rascacielos medievales- y núcleos administrativos.El ejemplo más claro de todo ello en Asturias es el castillo de Gauzón, en el peñón castrillonense de Raíces. 

Alrededor de los castillos -propiedades de reyes, nobles o incluso órdenes militares- surgía la vida en forma de poblamientos aldeanos de profunda raíz agraria y ganadera. La red de aldeas era también red parroquial porque son las parroquias los elementos nucleares. En Asturias las recientes investigaciones arqueológicas sobre el mundo rural en concejos como Belmonte o Santo Adriano están acercando y aportando datos de esa realidad campesina a la que la historiografía hizo poco caso. 

En suma, villae, castillos, monasterios y parroquias fueron las amalgamas que dieron consistencia a la dispersión campesina a través de la unificación de los modos de producción y de los impuestos y -algo decisivo- mediante la unión en torno a una única fe. Fe religiosa (el Cristianismo) pero también fe política (la monarquía). 

El Reino de Asturias tuvo trece reyes, tres cortes distintas y 192 años de vigencia. A la lista oficial de monarcas astures habría que añadir dos versos sueltos. Uno es Fruela II, rey de Asturias (910-924) pero subordinado al rey de León, su hermano Ordoño II. Otro es Urraca la Asturiana, hija de Alfonso VII, que ejerció en el siglo XII de reina gobernadora de Asturias, también mediante pacto de subordinación a su hermano Fernando II.

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