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Investigadores que se van por unos meses al otro lado: a la empresa

"Deberían hacerlo todos los científicos", afirman un psicólogo y una informática de la Universidad sobre su estancia temporal en ArcelorMittal y Ewala para desarrollar proyectos: "Somos un trabajador más"

Antonio León García-Izquierdo, en el centro de I+D+i de ArcelorMittal en Avilés. Ricardo Solís

Una cosa es colaborar con una empresa y otra bien diferente es poder trabajar en ella durante unos meses. Antonio León García-Izquierdo, profesor del área de Psicología Social, y Noelia Rico Pachón, profesora ayudante doctor del área de Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial, han dejado momentáneamente sus despachos en la Universidad de Oviedo para incorporarse al centro de I+D+i de ArcelorMittal, en un caso, y a la firma especializada en ciberseguridad Ewala, en otro. "Esto deberían hacerlo todos los investigadores para conocer las necesidades que hay fuera. La experiencia está siendo excelente y estamos aprendiendo mucho", aseguran.

García-Izquierdo y Rico son dos de los tres beneficiarios de las ayudas que este año lanzó la Agencia Sekuens para favorecer la movilidad de recursos humanos entre empresas y la Universidad. El proyecto que logró mayor financiación es el que desarrolla el psicólogo Antonio León García-Izquierdo en ArcelorMittal Global R&D España –como se llaman los centros de I+D de la multinacional–, con 65.921 euros. De ellos, la mitad es aportación pública y la otra, privada. Desde enero, el investigador del departamento de Psicología, especializado en prevención de riesgos laborales y recursos humanos, trabaja en Avilés, como un empleado más de ArcelorMittal, en la elaboración de un protocolo de evaluación de riesgos psicosociales para la plantilla. Eso se traduce, explica, en "estudiar la organización y ver qué aspectos se pueden mejorar para el bienestar de sus trabajadores".

"A raíz de la pandemia –cuenta–, hubo una mayor concienciación por los factores psicosociales. Y bastantes empresas, sobre todo las que quieren estar a la vanguardia, se preocupan por ello". La razón es sencilla: "La salud laboral es ganar, ganar. Porque ganan todos: empleados, familias, empresa...". Pese a ello, lamenta García-Izquiero, "todavía hay muchas empresas reacias a ello" y con miedos a que alguien externo les saque los trapos sucios. En ArcelorMittal Global R&D España no hay ese miedo y fue precisamente la compañía la que llamó a la puerta del profesor universitario. Las medidas de mejora que se implementen beneficiarán a 220 trabajadores, con una media de edad de 36 años, como resalta el líder de Seguridad y Salud, Gestión de Calidad y Gestión de Instalaciones de ArcelorMittal, Manuel Fernández Argüelles.

"Siempre hemos asociado la prevención al sector de la construcción y a trabajos manuales. Sin embargo, el desarrollo tecnológico ha hecho que muchos trabajos sean hoy en día eminentemente intelectuales. En consecuencia, los riesgos tienden a ser ahora más de este tipo", comenta Antonio García-Izquierdo. El perfil de los trabajadores de los centros de I+D de ArcelorMittal, que dan soporte a todas las fábricas que el gigante del acero tiene en el mundo, es muy particular. De ahí, el interés por mimarlos. "Son personas de altas capacitaciones, que desarrollan un trabajo con un nivel de complejidad muy alto y que trabajan por proyectos que nunca se sabe con total certeza cómo van a terminar y hay mucha incertidumbre", concreta el investigador.

Noelia Rico, en la sede de Ewala en Llanera. Luisma Murias

Una plantilla feliz

El papel de Antonio León García-Izquierdo es analizar, primero, cómo trabajan para luego pasar a la acción. Para esta primera fase ha utilizado metodologías cualitativas y cuantitativas, algunas de ellas muy novedosas. "He revisado la documentación interna, he hecho entrevistas personales, reuniones, cuestionarios a medida... Y pese a tratar temas delicados, todo el mundo ha colaborado perfectamente", destaca. Con todo ello se trata de averiguar, por ejemplo, cómo se gestionan las telecomunicaciones –si se mandan demasiados correos o no–, o las reuniones –si hay muchas, si se organizan muy seguidas, si generan sobrecarga...–. La siguiente fase será la de implementar medidas de mejora para que los empleados trabajen aún más felices.

García-Izquierdo acabará su estancia este mes, después de un año de estudio. Durante todo este tiempo, ha seguido dando clases en la Universidad –"lo cual alarga la jornada laboral"–, que ha compaginado con el proyecto de ArcelorMittal. La experiencia "está siendo excelente; he aprendido mucho", subraya. Este psicólogo es un firme defensor de la relación universidad-empresa: "Es algo básico; no hay ningún aspecto del mundo empresarial donde no se pueda innovar". Claro que García-Izquierdo inició su vida laboral en el sector privado y fue después cuando dio el salto al mundo académico. Es profesor desde 2002.

Noelia Rico Pachón lleva muchos menos años trabajando en la Universidad de Oviedo. Concretamente, cinco. Tiene 29 años, es de La Felguera y pertenece al departamento de Informática. Este mes "aparcó" –en realidad, eso nunca se deja– su investigación en la Universidad para trabajar en la empresa Ewala IT Services, con sede en el polígono de Silvota (Llanera), para desarrollar un proyecto dotado de 12.195 euros. Más de 8.500 forman parte de la subvención de la Agencia Sekuens. "Ewala estaba buscando a una persona con conocimientos en inteligencia artificial y un compañero de mi departamento les recomendó que yo era el perfil que estaban buscando. Finalmente, me contactaron para la solicitud de un proyecto europeo y, después, vino este", cuenta.

El internet oscuro

"Este" consiste, de forma muy resumida, en filtrar qué información es útil y no de toda la que Ewala extrae de la dark web (el internet oscuro). "A la ‘dark web’ se filtra mucha información. Mucha es puxarra, pero otra es confidencial y sensible. No todo el mundo puede entrar en la ‘dark web’ y esa labor la hace Ewala", explica. Pero no se trata de extraer datos a lo loco; después hay que hacer un trabajo muy minucioso de filtración, que es del que se encarga Noelia Rico, haciendo uso de la inteligencia artificial. La idea final es desarrollar una base de datos en la que el cliente, ya sea una empresa o una persona a título individual, pregunte qué información sensible hay sobre él en la red. Rico tira de un ejemplo muy gráfico: "Esto es como si de la ‘dark web’ saliese un tren y en la primera parada volcásemos la información; en la segunda, diferenciásemos qué es texto y no; y en la tercera, sacásemos lo que es más interesante para volcarlo en esa base de datos". Por supuesto, todos estos pasos, y en eso están, se harán en un futuro de forma automatizada.

El proyecto durará como mínimo un año, pero Rico solo podrá estar en la empresa hasta finales de diciembre. Aunque es muy enriquecedor, esto supone, dice, un "sobreesfuerzo". "Colaborar con empresas es algo que debería hacer todo el mundo para conocer la realidad y saber las necesidades que hay fuera; mi grupo de investigación lo hace. Mi experiencia en Ewala me servirá también para asesorar a mis alumnos. Aquí me siento como una más del equipo y, a diferencia de en la universidad, se trabaja de forma más colaborativa. Al menos en mi campo, el trabajo es más solitario", reflexiona.

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