La historia de Antonio Gabárriz, el primer maestro gitano en Asturias y un referente: "La mentalidad ha cambiado"

El ovetense, recién graduado para ser docente de Primaria, reclama un sistema educativo ejemplar y sin estereotipos

Antonio Gabárriz, en el centro con la beca, junto a su esposa, Raquel, a su izquierda, y su hijo Ramsés, a su derecha; detrás, el resto de su familia, tras la graduación, en el Palacio de Congresos de Oviedo, el viernes.

Antonio Gabárriz, en el centro con la beca, junto a su esposa, Raquel, a su izquierda, y su hijo Ramsés, a su derecha; detrás, el resto de su familia, tras la graduación, en el Palacio de Congresos de Oviedo, el viernes.

Oviedo

"La escuela debe ser como un camaleón que se adapte y se transforme según las necesidades de cada estudiante. De ello depende el futuro de muchas niñas y niños". Antonio Gabárriz, ovetense de 34 años, se convirtió este viernes en el primer gitano de Asturias en graduarse en Magisterio de Educación Primaria. Junto al resto de compañeros, acudió a la ceremonia de graduación del alumnado de la Universidad de Oviedo. Tras recoger su beca y su diploma ataviado con la bandera gitana, Gabárriz ofreció un apasionado discurso con el que reivindicó la importancia de apoyar la igualdad de oportunidades en la etapa educativa. Con ello, cerró "un sueño desde pequeño" como era cursar estudios universitarios para emprender así un camino para convertirse en docente.

El recién graduado comenzó sus estudios en 2020, en plena pandemia. Con 30 años, preparó las pruebas de acceso a la universidad, que compaginó con el cuidado de sus tres hijos –Ramsés, Itiel y Roma, de 12, 4 y 2 años respectivamente– "con dificultad y esfuerzo". Gabárriz explica que las duras jornadas de estudio daban comienzo a las doce de la noche y se alargaban hasta las tres o cuatro de la madrugada. "Era el único momento para estudiar", recalca. Junto a él, su esposa Raquel, a quien atribuye parte del mérito ya que "ha echado horas extra que me han permitido estudiar". "Ha cuidado de los niños y me dio espacio. Los cuatro forman parte de esto", enfatiza. Además, a ello se sumó el trabajo y su condición de pastor evangélico. "Ha habido momentos estresantes, pero una buena organización marca la diferencia".

Su interés por cursar Magisterio no surgió de la nada. Pese a haber sido buen estudiante de joven, entre los 14 y 15 años comenzó un proceso de apatía hacia los estudios. "Comencé a bajar el nivel y a faltar a clase, no estaba motivado". Pese al insistencia de sus padres, que le animaban a continuar su formación, con 16 años comenzó a trabajar en el mercadillo. Sin embargo, con más años, la llegada de la pandemia de coronavirus le hizo tomar una importante decisión. "Quitaron los mercadillos de un día para otro. Tomé la decisión de que quería algo sólido para mis hijos, que estudien y qué mejor que darles yo el ejemplo".

Además de referente para sus hijos, Antonio trabaja por influenciar a otros jóvenes gitanos. Así como su tío, graduado hace unos años en Derecho, lo hizo con él, desde hace tiempo participa en charlas en centros educativos en los que trata de motivar a los jóvenes para que estudien. "Hay que demostrarles que estudiar no va reñido con ninguna cultura ni creencia. Hay que romper estereotipos".

A diferencia de otras regiones, el ya maestro de Primaria señala que en Asturias escasean las figuras que ejerzan de referente para los estudiantes de etnia gitana. Aún así, pone en valor la mejora en los resultados educativos. "La mentalidad ha cambiado. El cien por ciento de familias gitanas matriculan a sus hijos en Infantil y en Primaria", destaca. Sin embargo, enfatiza en que en Secundaria se produce un salto. "Tiene que haber un cambio y la educación es la base fundamental. Poco a poco se está logrando".

Su discurso durante la graduación fue una declaración de intenciones. "El sistema debe ser modélico y ejemplar, en el que no existan estereotipos". Por ello, celebra el trabajo que se está haciendo brindando oportunidades en la escuela, en la que "la etnia gitana está integrada y en la mayoría de casos no hay segregación". Además, recalca la importancia de visibilizar la cultura e historia gitana, ya que "es necesario que todos los estudiantes la conozcan".

Sobre las necesidades de un profesor, Gabárriz destaca que no existen planes perfectos, sino que "hay que dar respuesta a las necesidades de cada estudiante". Por ello, recalca la comprensión, la escucha y la paciencia como virtudes esenciales para el estudiantado.

De cara al futuro, las cosas claras: "quiero opositar". En el foco, la convocatoria de profesores de 2026 a la que irá "de cabeza". Su objetivo, asegura, es seguir estudiando para poder entrar en las listas y trabajar "cuanto antes", ya que su intención es estar en las aulas "donde más alumnado gitano haya". "Quiero ayudarles, orientarles en todo lo posible, servir de ejemplo y normalizar la educación en la etnia gitana".

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