Entrevista | Andrés Rojo Presidente de la Federación de Parroquias Rurales
La vida política cambia (y mucho) en los pueblos asturianos: "En las parroquias rurales eso de la polarización nos suena a chino"
"La política de cercanía se está perdiendo y muchas veces se lo digo a los diputados, porque alguno solo va a la Junta a levantar la mano"

Andrés Rojo

Andrés Rojo (Villamayor, Piloña, 1963) es el presidente de la parroquia rural de su localidad por el PSOE y también el máximo dirigente de la Federación de Parroquias Rurales de Asturias. Analiza el momento del mundo rural en la región y pide mejores servicios en los pueblos.
–¿Qué es una parroquia rural?
–Funciona de forma similar a un ayuntamiento, pero con menos competencias. Los presidentes de parroquias rurales somos políticos, porque nos presentamos por un partido y nos eligen. Hay 39 en toda Asturias, que son las que figuran en el Estatuto de Autonomía. En España 2.755. Y bueno, ahí seguimos. En 2012 Montoro (ex ministro de Hacienda) las quiso eliminar, porque llegó una orden de Europa diciendo que sobraban cargos políticos. Desde Asturias lideramos una corriente en contra de eso para que no desaparecieran, porque en Europa no sabían lo que éramos.
–¿Cómo funciona una parroquia?
–Se elige a un presidente por votación y luego se nombran los vocales. Yo tengo cuatro. Los vocales no se votan directamente, se eligen luego según el resultado de las elecciones autonómicas, eso queremos cambiarlo. Si en Piloña hubiese ganado al PP (gobierna el PSOE), los vocales serían del PP. Yo gané por mayoría absoluta, pero creemos que hay que cambiar la ley porque hay cosas que corregir. Por ejemplo, si yo muero mañana, me sustituye el segundo en las elecciones a la parroquia, que es el del PP, y eso no es justo.
–¿Qué le piden los vecinos a un alcalde rural?
–Cosas del día a día. Nosotros, en Villamayor, gestionamos el agua y los montes. Por estos últimos sacaremos unos 2.000 euros al año en pequeñas tasas. También tenemos alguna subvención del Principado.
–¿Qué hacen con el agua?
–En Villamayor, donde estamos, no hay contadores, y tenemos que gestionar los gatos del agua. Al año se paga 150 euros y lo que más influye para nosotros es el impuesto de saneamiento, eso es lo que recaudamos.
–¿Qué presupuesto manejan?
–Este año andamos en unos 40.000 euros al año y el mismo dinero cada año, arriba o abajo.
–¿Qué hacen con ese dinero?
–Tenemos un operario para arreglar averías de las personas del pueblo. Para lo que se llame, ahí está. Luego hay otros pequeños gastos.
–¿Se está perdiendo la política de cercanía que ejemplifican las parroquias?
–Se está perdiendo, absolutamente. Yo siempre dije que el Alcalde es el político que más trabaja y más al día está. Mi caso es distinto: me viene uno y me dice: "Oye, hay una avería no sé dónde". Y tienes que estar ahí, con la gente.
–¿Alguna vez le piden cosas que no puede solucionar?
–Sí, muchas. Hay emigrantes asturianos en países extranjeros que me mandan cartas pidiendo la fe de bautismo. Se piensan que soy el cura, porque parroquia Rural suena a Iglesia. Cuando estaba la fábrica de Chupa Chups en Villamayor igual me llamaban a las 3 de la mañana y me decían: "Oye, que estamos sin agua". Y para allí iba yo, con el fontanero de guardia para desatascar el depósito para que funcionase. También me tocó mil veces ir con la fesoria porque pasó no sé qué, eso es nuestro día a día. Esa es la política de cercanía y mucha veces se lo digo a los diputados, porque alguno vive de bien... Muchos no pisan el terreno, solo van a la Junta a levantar la mano.
–¿A qué suena la palabra "polarización" en una parroquia rural?
–Suena a chino, a chino. La gente en los pueblos no vota a los partidos, vota a la persona y valora lo que conocen. Yo se lo digo a los de Villamayor que debemos de valorar lo que tenemos, como el agua, porque puede venir cualquier empresa y empeorar el servicio.
–¿La gente está retornando a los pueblos?
–Hay gente que está viniendo, de Madrid, por ejemplo, pero no vienen a vivir, solo temporalmente. Lo primero que hay que hacer es mantener lo que hay, y eso que Villamayor es muy urbanita.
–¿Qué necesitan?
–De servicios vamos bien. Aquí hay dos médicos, farmacia, una tienda... Nos falta cobertura, eso sí. Pero en otros sitios... Le doy un dato: el año que viene la parroquia cumple 25 años y había 2.750 habitantes, entre los pueblos que componen esta parroquia. Ahora no llegamos a 800. ¿En cien años cómo va a estar esto? No sé yo...
–¿Lo que se habla en la Junta General está alejada de los pueblos?
–El Gobierno desarrolla buenas políticas, pero siempre digo que primero hay que mantener lo que hay y luego atraer población.
–¿Cómo es la relación entre parroquias?
–Buenísima. Tenemos oficina en Oviedo, hay una asamblea cada mes y cada cuatro año se elige al presidente. Hace poco tuvimos una reunión con el director de montes, por la lucha contra incendios.
–¿Les hacen caso donde se toman las decisiones?
–Esto cambió mucho. Antiguamente las parroquias no se conocían en Asturias. "¿Qué ye eso de la parroquia rural? Será algo del cura...". Eso decían. Ahora entro gente nueva y están mejorando mucho las cosas.
–¿Tienen relevo?
-Bueno, eso es un problema. Últimamente hay más gente joven, pero muchos son mayores. Esto requiere mucho tiempo y sacrificio. Yo llevo desde el año 2003, pero en 1999 ya era vocal, y lo compatibilicé tres años como concejal en el Ayuntamiento.
–¿Cómo ve a Asturias?
–El problema que estamos teniendo es que hay poco trabajo, pero vas a Llanes y se necesitan trabajadores. No sé, no sé... Tengo muchas dudas. Aquí, en servicios sociales, dicen que no encuentran gente para trabajar.
–¿Se habla demasiado de turismo?
–No podemos vivir solo del turismo. Aquí hay turismo del 15 de julio al 15 de agosto y para de contar. Mi mujer tiene una tienda y del turismo no puede vivir, solo de lo de aquí. Y en los pueblos cada vez queda menos gente. Yo tengo una hija que está trabajando en Bilbao, se tuvo que ir. Unos de los lugares importantes que había en los pueblos eran los bares. Aquí llegó a haber quince y ahora hay tres. No me quedó ahí: tiendas había cinco y ahora hay una.
–¿Cómo ve la tasa turística?
–La quieren dejar a los ayuntamientos y eso es un poco marrón. Ojo, que lo entiendo. Tengo amistad con la gente del ayuntamiento de Caravia y tienen muchos gastos en verano. Nosotros muchos menos. En general tenían que existir mejores servicios en los pueblos.
–¿Qué tres cosas pediría para el futuro de los pueblos?
–El principal problema es la vivienda: hay gente que igual quisiese venir aquí y hay mucho problema para encontrar piso. En Villamayor hay pisos, pero están en ruinas. No hay donde vivir. Y que haya buenos servicios. Hoy en día el internet es fundamental, porque mucha gente trabaja desde casa. El otro día me dice un chaval: "Quedé colgado". Y, por último, incentivar el empleo en estas zonas. Cada vez cierran más ganaderías y no hay relevo.
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