La alegría de la Unesco desbordó el vaso de sidra en toda Asturias: "Es nuestra forma de vida"
En chigres y populares enclaves sidreros a lo largo y ancho de la región celebraron con LA NUEVA ESPAÑA el reconocimiento de la cultura sidrera como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad: "Esto es un notición; ahora hay que defenderla y valorarla más que nunca"

Jimena Aller / Sergio García / Mara Villamuza / David Orihuela / Juan Plaza / Luján Palacios / Ángela Rodríguez / Julia Quince
Este reportaje ha sido elaborado por Félix Vallina (Oviedo), Sergio García (Gijón), Christian García (Avilés), David Orihuela (Langreo), David Montañés (Mieres), Luján Palacios (Siero), Ángela Rodríguez (Grado) y Julia Quince (Ribadesella)
“La sidra es un tesoro y ya era hora de que se enterase todo el mundo”. El ovetense Ramón Fernández tenía muy claro que la cultura sidrera regional iba a ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad incluso antes de que la noticia se hiciese oficial. “No hay en el mundo otra bebida igual: el sabor es inigualable, une a la gente y el escanciado es un arte que nadie se puede perder”, decía orgulloso este miércoles tras apurar un culete en la barra de una de las sidrerías de Gascona. Y como él, otros asturianos amantes del caldo regional no dudaron en sumarse a la convocatoria de LA NUEVA ESPAÑA para celebrar el éxito internacional de uno de los grandes símbolos de la región, que llegó desde Paraguay, donde la Unesco celebraba su encuentro.
Miguel Llames, que lleva trabajando de escanciador desde hace 45 años, también celebraba en el mismo chigre el reconocimiento por parte de la Unesco. “La sidra es la representación de nuestra cultura, la esencia de Asturias. Yo creo que lo merecíamos desde hace tiempo”, sostenía Llames, que también aprovechó para defender a los de su gremio. “La sidra hay que echarla, dejarse de pitorros y de máquinas que acaben con la tradición y con una forma de vida”, reivindicaba. “Ahora que todo el planeta va a saber lo bueno que tenemos en Asturias hay que defenderlo todavía más”, añadía. María José del Valle, Nieves Arroyo e Iván Fontán, junto a otros amigos, consideran que el reconocimiento de la Unesco es un premio bien merecido. “Es una bebida que compartes con los amigos y que hace piña”, señalaba Fontán. No en vano, apuntaba a su lado Víctor Sánchez, “hasta que llegó la pandemia se compartía hasta el vaso”.
En otra sidrería de la misma calle ovetense, Manuel González y Pepe Riestra compartían una botella de sidra en la barra y tampoco escatimaban en elogios. “Es sin duda la mejor bebida que existe en el mundo y yo lo tengo claro hace mucho tiempo. No me sorprende que recibamos este premio porque la sidra es mundial”, decía González. Su amigo asentía y explicaba, a su manera, por qué la sidra asturiana supera a otras variedades que se hacen en España. “La nuestra tiene muchísima más calidad, mejor manzana y mucha más historia y tradición. No se puede comparar”, subrayaba con contundencia. “Lo que está claro es que es un día para celebrar y para que se beban unos cuantos camiones de sidra en Asturias”, añadía.
"Merecemos el reconocimiento por Asturias y por España, la sidra requiere muchísimo trabajo y es un símbolo de la región", exponía en Gijón Glenda del Cueto, del llagar Herminio. Sabe de lo que habla: "Hay mucha gente involucrada en el proceso". Escanció, sonriente, un culín junto a la escultura de homenaje a Rambal, en el barrio gijonés de Cimavilla, en la popularmente conocida como plaza del Lavaderu. Su tía Dolores, como consumidora, coincidía. "La sidra, ya desde la época en vida de mis padres, se tomaba como algo normal, casi como el agua", subrayaba quien, además, ensalzaba la tradicional bebida como una fiel compañera para "festejar" que "reúne a muchas generaciones". Y no pasa por alto el método tan característico de servirla. "Es un rito", ponderaba. Para Lidia Otero, camarera de Casa Rober, chigre de la zona, ya tocaba que la cultura sidrera se viera reconocida. "Es un atractivo turístico y que supone un gran esfuerzo", afirmaba antes de alabar la "popularidad" de un caldo que "te hace hablar con más gente y compartir".
El Árbol de la Sidra se ha convertido, de hecho, en un lugar emblemático de la ciudad, como bien conoce Nuria Más, una madrileña que ha echado raíces en Gijón y que no le hace ascos a un culín. Tampoco su marido, Juan Cristóbal Esparcia, que resaltaba ayer la "tradición" asturiana que representa la bebida regional, una manera de "juntarse con gente y relacionarse". Nuria Más se mostraba tajante y al mismo tiempo reivindicativa. "Si el vino de Rioja o del Ribera del Duero tienen tanta visibilidad, ¿por qué no la va a tener la sidra?", cuestionaba antes de que Esparcia catalogara la bebida asturiana como "una forma de vida". Buena cuenta de ello dan Juanpi Núñez e Iván Riol, del restaurante La Galana, ubicado en la plaza Mayor, y para quienes el escanciado es parte del día a día. Desde ahora, los culinos en Gijón tendrán un sabor aún más especial.
En Avilés también lo saben de primera mano. Con el objetivo de conseguir que la tradicional bebida asturiana se convierta en Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco, sidrerías de la villa se sumaron a la convocatoria de LA NUEVA ESPAÑA para celebrar el espaldarazo definitivo a la candidatura. En el entorno de la ría, como nexo de unión entre la ciudad y la zona industrial, clientes y camareros de los restaurantes Casa Lin y La Botella dejaron bien claro que “la sidra ye mundial”. “Es una seña de identidad asturiana. Es nuestra forma de vida”, declaraba Francisco Javier García, quien aprovechó el mediodía de este miércoles para tomar unos culinos en la terraza de La Botella, servidos a cargo de Carlos Cuervo. A la misma hora y en Casa Lin, otra afamada sidrería avilesina, la clientela abarrotaba el interior del establecimiento, en el que botellas verdes copaban mesas y barra. José Ángel García, camarero del restaurante, señalaba, entre escanciado y escanciado, que “es nuestra cultura, nada más que nuestra”.
Clientes habituales de Casa Lin lo tenían claro. “Es reconocida en toda Europa”, confesaba Joaquín Hilario, veterano parroquiano al que acompañaban Roberto Alonso, Julio Villa, Enrique García, David Muñiz, José Iglesias, Alberto Artime y Luis Villaverde. Todos ellos no faltan a su cita para disfrutar del sabor autóctono del Principado en las sidrerías de Avilés. “La calidad que tiene la hace especial y crea lazos entre las personas. Donde hay sidra, hay unión”, ratificaba Hilario.
“Que ruede la sidra. Échanos un culete, Fernando”. Un grupo de amigos de La Felguera, en Langreo, disfrutaban ayer de una mañana soleada en la sidrería El Parque. Un par de botellas de sidra daban testimonio de que el día iba bien. “La sidra ye lo mejor que tenemos en Asturias”, aseguraba Tino Fernández, elegido como portavoz improvisado del grupo. Todos estaban al corriente de la votación de la Unesco en Paraguay y defendían que “la sidra debe ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad” porque “lo es todo”. “La sidra, la manzana, las canciones asturianas, y todo lo que la rodea, hacen de Asturias un paraíso natural”, insistía Fernández. Sus amigos, José Manuel Naves, José Luis Pañeda y Francisco Jiménez, lo certificaban exclamando al camarero, Fernando Fernández, que “la sidra ye mundial”. “Échame otro Fernando, que tengo que marchar”, se despedía uno de los integrantes del grupo.
La nueva dimensión de la sidra fue especialmente celebrada en la plaza de Requejo, en Mieres, uno de los enclaves sidreros más populares de la región . “Esperamos que sirva para que el producto sea más respetado y todos lo apreciemos un poco más”, apuntaba Laura Fernández, de la Sidrería Ca´Laura. La hostelera confía en que la característica botella verde sea a partir de ahora más valorada: “Tenemos una bebida rica y barata; no podemos quejarnos cada vez que sube un poco el precio”. En la denominada "catedral de la sidra" luce uno de los símbolos más estrechamente ligados a la bebida. El Monumento al Escanciador acompaña desde hace medio siglo a los mierenses que diariamente acuden a Requejo a tomar un culín. El feliz día coincidió en las Cuencas con la celebración de Santa Bárbara, patrona de los mineros. Los alcaldes de Mieres, Aller, Lena, Morcín, Riosa y Ribera de Arriba acudieron a Requejo para brindar por el logro. “Se trata de un reconocimiento plenamente merecido y para constatarlo no hay más que pasarse por esta acogedora plaza de Requejo, uno de los lugares donde la cultura sidrera es más auténtica”, señaló Manuel Ángel Álvarez, regidor mierense.
Y de Requejo a la plaza de Les Campes, punto de encuentro sidrero en Pola de Siero. Allí, Loreto García, maestra escanciadora y hostelera, no dudó en sumarse a las celebraciones por una bebida que es poco menos que la razón de ser de su vida profesional. "Esto para Asturias es un notición, nos va a repercutir económicamente muchísimo", celebraba respecto al reconocimiento mundial.
Con una importante tradición de elaboración de sidra casera, incluido concurso propio y recién estrenada asociación, en Salas también celebran el hito. “La cultura sidrera tiene que ser Patrimonio mundial, igual que el monasterio de Cornellana. Es muy representativo de la cultura asturiana”, aseguraba Juanjo Pico, propietario del restaurante-sidrería Casa Ricardo. Este miércoles escanciaba con maestría -tres décadas haciéndolo depuran la técnica- y compartía con sus vecinos a los pies de la abadía, esperando que este reconocimiento mundial anime algo más a la gente joven a decantarse por el producto regional.
También en Grado, en plena plaza General Ponte, al lado de la popular "Muyerina" del mercado, celebraban los vecinos ayer el reconocimiento a la tradición sidrera. En el concejo llevan años apoyándola, como refleja la pancarta que cuelga del ayuntamiento. Y la Asociación Amigos de Grado le concedió, en el año 2019, un premio "Moscón de Oro" nacional-internacional. “La cultura sidrera es mundial porque es nuestro patrimonio, lo que nosotros defendemos. La sidra no es solo un producto, es nuestra base”, destacaba ayer Raúl Menéndez, de la sidrería Feudo Real.
Y no hay que olvidar el Oriente, donde el caldo regional también es apreciado. Un grupo de mujeres de Ribadesella disfrutaba ayer de unos culinos al mediodía junto a la emblemática Plaza Nueva. Ellas mismas lo remarcaban y celebraban: "La sidra ye mundial". "Es de manzana autóctona, muy refrescante y muy rica", explicaba Mari Flor Belío, quien, aunque prefiere la dulce, no se resiste a tomar de vez en cuando un culete bien escanciado. "Está exquisita, me presta muchísimo", sentenciaba. Y este miércoles estaba, sin duda, más exquisita que nunca.
Suscríbete para seguir leyendo
- Hacienda se pone firme en Asturias: inspeccionará ahora los pisos para buscar incumplidores fiscales por este motivo
- El metal asturiano no encuentra trabajadores: los motivos por los que la mitad de las empresas del sector tiene empleos sin cubrir
- Éstas son las notas de corte de la Universidad de Oviedo para el próximo curso: hay tres grados por encima del 13
- Malas noticias para los mutualistas asturianos: la devolución de los pagos de más en el IRPF volverá a demorarse (pese a las promesas del Gobierno)
- Cambio brusco del tiempo en Asturias: a partir de mañana... vuelven las nubes y el orbayo
- Zapatero habla de Barbón y su rechazo al acuerdo de financiación singular que propone Sánchez: 'Puede ir desarmado...
- Todo lo que perdería Asturias con la financiación singular de Cataluña: pensiones y servicios públicos, afectados
- No es Bali, es Asturias: el columpio secreto que tiene las vistas más increíbles y una historia preciosa