Una tradición milenaria
De Fakilo a la Unesco, 1.200 años de historia sidrera
Aunque Estrabón ya da cuenta de que los astures bebían sidra, el primer documento que hace referencia a las pumaradas es del año 805, se conserva en la Catedral y consiste en la donación de una mujer terrateniente, la primera cosechera de manzana de sidra de la que hay constancia, para el monasterio de Libardón

El archivero Agustín Hevia con el documento "Ego Fakilo".

Es algo así como el documento fundacional de la cultura de la sidra asturiana y fue escrito hace 1.221 años. El conocido como "Ego Fakilo" que se guarda en la catedral de Oviedo, fechado en julio del año 803, está considerado el original más antiguo que se conserva de la Edad Media Española y en él aparece ya la primera mención por escrito a las pumaradas con las que por aquel entonces, bajo el reinado de Alfonso II el Casto, se elaboraba la bebida que acaba de ser reconocida por la Unesco. En concreto, se trata de una donación que hace una rica terrateniente llamada Fakilo para la creación del monasterio de Santa María de Libardón, en el actual concejo de Colunga, y que consiste en "las caserías llamadas Fanu, en Colunga, Camoca, en Priemeo, en Luñe y en Livana, tanto en la casería como en los prados, en las viñas y los pomares".
Esta donación de la primera cosechera de manzana de sidra de la que hay constancia escrita forma parte destacada de la cultura sidrera que acaba de distinguir la Unesco. Más adelante, y aunque ya hay menciones a la sidra en documento del siglo X, el Fuero de Avilés, otorgado por Alfonso VI en el año 1085, también hace referencia al mosto fermentado de la manzana: "Toth omne, qui pane aut sícera aver á vender, véndalo qual ora quiser sin calumpnia, [é] non lexe per nullo omne". En el fuero o carta-puebla concedido a Oviedo por Alfonso VII, en septiembre de 1145 se permite a los habitantes de la ciudad el comercio libre de sidra: "Todo omme que pan ó sidra ouier de vender vendalo qual ora si quesier sen calonna et nolo dexe por nul omme".

Una de las primeras botellas de la denominación. / LNE
Tal y como recoge Manuel Gutiérrez Claverol en sus estudios, aunque es a partir del siglo XVII cuando esta bebida empieza a adquirir importancia en los concejos de Villaviciosa, Colunga y Nava, "durante el siglo XVIII el zumo fermentado de la manzana ya era de amplia difusión, siendo citado con cierta frecuencia por autores de renombre". "En los albores del Siglo de las Luces, se aprecia un notorio resurgimiento del cultivo del manzano y, por ende, de la sidra, en el que colaboró de manera importante la Sociedad Económica de Amigos del País de Asturias y las entidades políticas regionales, que se encargaban de divulgar los nuevos métodos pomológicos", detalla Claverol, que recoge como. Jovellanos "relata el desarrollo creciente de la bebida en los hábitos de los asturianos, resaltando su excelencia y ponderación".
Andado el tiempo, en torno a 1880, se empiezan a fabricar las botellas y los vasos de sidra, bebida que hasta entonces se consumía en recipientes de madera o cerámica.

Mayando en Carrandi. / LNE
La gran revolución moderna de la sidra se inició en los años ochenta del pasado siglo, cuando desde el Gobierno regional se pusieron a disposición del sector líneas de ayuda para la modernización de los llagares y las primeras campañas publicitarias para promocionar "el culín". A finales de la década de los noventa se planteó la necesidad de que las botellas de sidra dejasen de ir "en pelota" o con una mínima información de su procedencia impresa en unos corchos habitualmente ilegibles, para disponer de etiqueta, obligatoria desde el 1 de enero de 2001, sin que conste que llevara a la ruina a elaborador alguno.
En paralelo a la modernización tecnológica y a la implantación del etiquetado, a finales del siglo XX también se planteó en serio que la sidra de Asturias pasará a contar con una denominación de origen, para afianzar la producción de sidra con manzana autóctona frente a la que llegaba desde países del este de Europa a precios realmente bajos.
El debate fue aún mayor que para implantar el etiquetado, pero en junio de 2002 se cursó la petición oficial. El concepto de sidra gasificada, que acabaría siendo retirado, retrasó la tramitación a nivel estatal.

Eel Príncipe Felipe, durante la inauguración del Museo de la Sidra. / LNE
La primera ratificación del reglamento del sello de calidad se aprobó en enero de 2003 por parte del Gobierno central, lo que ya permitió un uso provisional hasta que, a finales de 2005, y tras un notable retraso, Bruselas daba el visto bueno definitivo a la Denominación de Origen Protegida (DOP) Sidra de Asturias, hoy ya totalmente consolidada.
La declaración de la cultura sidrera como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco se entiende como un reconocimiento al pasado y un acicate para el futuro.
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