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Las tablas de la ley del escanciado, un rito único en el mundo: el gran legado del maestro Tino Ovín

Postura recta, brazo en lo más alto y vaso inamovible en el centro del cuerpo, las tres reglas básicas para echar bien la sidra

Escanciado de sidra.

Escanciado de sidra. / JULIAN RUS

José A. Ordóñez

José A. Ordóñez

Oviedo

Los sidreros más veteranos y puristas sostienen que el mejor escanciador de la historia de Asturias fue el naveto Constantino Ovín de la Vega, conocido popularmente como "Tino el de la Barraca" y autor hace casi treinta años del decálogo que supone algo así como los diez mandamientos para echar el culete perfecto.

Cuentan quienes lo vieron en Nava en sus años mozos, en cualquier fiesta patronal de San Bartolo, que Tino, fallecido en marzo de 2017, tenía pulso suficiente como para hacer pasar el chorro de la botella de sidra por entre los huecos de las tablas de una silla de madera. Ese fue uno de los métodos de entrenamiento para convertirse en campeón de España e imperecedero modelo a seguir.

Tino el de La Barraca fue tío y gran maestro de Susana y Laura Ovín, las grandes escanciadoras navetas que rompieron moldes en el sector como las primeras mujeres en proclamarse campeonas de Asturias de la especialidad. Primero lo logró Susana, en 1999, y cogió su testigo al año siguiente Laura, quien ya había sorprendido en 1998, cuando, con solo 22 años, logró imponerse en el concurso de echadores del festival de Nava, el más prestigioso de la región y hasta entonces vedado a los escanciadores masculinos.

El gran echador fue el espejo en el que se miraron sus sobrinas las campeonas Susana y Laura Ovín

Las tablas de la ley sidrera de Tino Ovín se basan en la sencillez y la elegancia, las dos características que mejor le definían como escanciador y también como persona. Enemigo acérrimo de aquellos escorzos que llegaron a estar de moda en los años setenta y ochenta del pasado siglo, recetaba postura recta, brazo en alto, vaso inamovible en el centro del cuerpo y lograr que la sidra espalme y haga "buen vasu". Eran los secretos de este gran maestro, reconocido como escanciador oficial del Festival de la Sidra de Nava.

Quienes tuvieron la suerte de seguir a su lado una de aquellas pruebas de los primeros años noventa del pasado siglo accedían a un máster acelerado de cómo se echa bien la sidra. "No hay que arquearse, hay que mantener una postura recta, pero sin que sea rígida", sentenciaba, con su tímida sonrisa, cuando observaba a un concursante de estilo dudoso. Y más: "Hay que mirar al vasu y no al tendido", apuntaba sobre aquel otro que no se concentraba demasiado en que la sidra rompiera en el sitio exacto para dar lo mejor de sí en sabor y olores. Y es que, si una cosa tenía muy clara el gran maestro naveto es que la sidra no se echa de cualquier manera.

Entre las muchas cosas buenas que ha hecho la Buena Cofradía de los Siceratores de Asturias desde su fundación en 2013 está el reconocimiento a Constantino Ovín, quien recordaba poco antes de ser nombrado miembro de honor del colectivo, entonces presidido por Roberto Llamedo, que a lo largo de su vida habría escanciado más de 50.000 litros. En aquel emotivo acto también fue homenajeado otro ilustre echador naveto como es Constantino Mañana, más conocido por Tino el Roxu. Antes de emprender una exitosa carrera como hostelero en Gijón, el fíu de Guillermo "Cachucho" y Carmina se hizo popular en toda España tras aparecer en el No-Do echando una docena de culetes a la vez, repartidos por todo el cuerpo. Las participaciones del Roxu en los concursos de echadores eran un auténtico espectáculo y forman parte, como el decálogo de Tino Ovín, de lo mejor de la cultura sidrera asturiana.

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