Juan Negrín tras el octubre rojo: la huella asturiana de un personaje histórico
El diputado canario Juan Negrín ayuda desde Madrid a los líderes socialistas en prisión y envía a su compañera Feli a Oviedo, donde también es encarcelada, para atender a su amigo Teodomiro Menéndez

uan Negrín López y Feli, en una imagen de la e xposición «Ni a tontas ni a locas».
"Mi querida amiga, hastas el viernes por la tarde a última hora, no he sabido nada de su detención, que me fue confirmada el sábado por la mañana. No salgo de mi estupor". Juan Negrín López escribe estas líneas el 10 de diciembre de 1934 en una carta dirigida a la "Cárcel de Oviedo" donde se encuentra su amiga y compañera Feliciana López de Dom Pablo, la mujer dedicada por entero al cuidado personal del político canario hasta su muerte, la compañera que se consagró "con modestia y fidelidad" a la memoria del hombre al que dedicó su vida.
La figura de Feli o Lita, como la inmortaliza la historia, formó parte de la exposición ‘Ni a tontas ni a locas. Las mujeres en los entornos de Negrín’, que fue presentada el pasado año por la exministra de Sanidad María Luisa Carcedo en la sede de la Fundación Juan Negrín en Las Palmas de Gran Canaria. A pocos metros de la sala que acogió la muestra se localizan los archivos refrigerados y blindados, donde se atesora la correspondencia que el entonces diputado socialista por Madrid se cruzaba con Feli, tras los difíciles tiempos de la revolución de 1934.

Fragmento de una carta del diputado canario enviada a su compañera a la cárcel de Oviedo. / LNE
Carmen Negrín, nieta del político grancanario y crecida en brazos de esta madrileña, ha autorizado la lectura de las cartas de su abuelo, en las que no faltan referencias personales de la vida de la pareja.
El diputado en el Congreso Juan Negrín López (Las Palmas, 1892-París, 1956), fisiólogo y catedrático, economista y políglota, contempló desde Madrid la insurrección de Asturias. No compartía la línea revolucionaria de sus compañeros socialistas y se mostraba contrario a las tesis "bolchevizantes" de Largo Caballero y colaboraba con Indalecio Prieto por la unidad del PSOE. El planteamiento de un programa socialdemócrata con la república de izquierdas le llevó a romper políticamente con su amigo Luis Araquistáin, periodista y escritor de la generación de 1914 al que tan unido estaba y con quien se carteará en el exilio en Inglaterra, se lee a Enrique Moradiellos, investigador que accedió a los archivos de Negrín en París y en Las Palmas.

Indalecio Prieto y Teodomiro Menéndez , segundo y cuarto por la izquierda, en la Casa de Campo, en Madrid en 1933, con otros socialistas / LNE
El científico grancanario, maestro de Severo Ochoa y de Francisco Grande Covián, había solicitado excedencia de la Universidad Central para volcarse en su labor parlamentaria después del fracaso electoral de la izquierda en noviembre de 1933. Si dificultades encaraba en la vida política, complicada resultaba también su fractura matrimonial con la ucraniana de origen judío María Mijailov Fidelman, con la que se casó en rusio y madre de sus hijos, y que entonces pensaba en denunciarlo por abandono del hogar. María Fidelman mantuvo casa y asignación económica de su esposo hasta el final de su vida.
En el verano de 1934, Juan Negrín, con relación estable y formal con Feli, acompañó a Indalecio Prieto en un recorrido por Vizcaya y Asturias pero sin asumir tareas en los preparativos de la huelga socialista. Esta distancia formal permitió al político canario librarse en abril de 1935 de un tribunal militar que depuraba responsabilidades en la insurrección. Había viajado Negrín a visitar a dos de sus mejores amigos a Oviedo: Teodomiro Menéndez y su esposa Jovita González, "que sufre hemoptisis", que escupía sangre, describía con precision de galeno para justificar ante los militares togados su escapada veraniega ovetense, dos meses antes de la revolución .

Teodomiro Menéndez, del libro de Etelvino González. / LNE
Tras la insurrección armada, Juan Negrín ofrece desde Madrid apoyo a la dirección socialista. Llega a ocultar a Largo Caballero en la casa madrileña de Feli antes de la detención del líder revolucionario. Gracias a su apoyo, Largo Caballero se pudo mover por Madrid en un coche con la leyenda de "servicio médico". Con la detención del "Lenin español", presidente del grupo socialista en el Congreso, su vicepresidente, Juan Negrín, se encarga de organizar la ayuda a los encarcelados. Siempre bajo sospecha policial y militar, desde la oficina parlamentaria como cabeza del grupo socialista, el diputado canario cuenta con la colaboración de Fernando de los Ríos para la asistencia jurídica a sus compañeros. No puede en un primero momento viajar a Asturias pero envía a su querida Feli con el especial encargo de atender a Teodomiro Menéndez, encarcelado y enfermo.
No utiliza con frecuencia el teléfono para evitar comprometer a su pareja, y aunque duda de que el Ejército respete el secreto de su correspondencia escribe sin cesar a Oviedo a su compañera. En las cartas, con toda la complicidad y estrecha e íntima relación,siempre se tratan de usted.
Feli, "típica mujer castellana, ejemplo vivo de devoción y prudencia", según describe Mariano Ansó, ministro en uno de los gobiernos presididos por Negrín, será uno de los enlaces socialistas en Asturias y, meses después, en París.
"Feliciana, en esta prisión hay mucha discrepancia entre comunistas y socialistas pues nos censuran porque nuestra minoría no se ha integrado al parlamento. Y a mi me parece que no van muy descaminados puesto que hoy en la actualidad el parlamento es la mejor tribuna revolucionaria que nosotros podemos emplear para , desde allí desenmascarar la burguesía; y que España se entere de la represión tan sangrienta de la que hemos sido objeto los que el día 5 de octubre nos levantamos en aras de un ideal; y obstaculizamos con ello la entrada del fascio en el poder. !! Viva octubre rojo!!" Le escribe Tomás Fernández desde la cárcel.
Feli López era una socialistas de sólidas convicciones desde su juventud. Huérfana con nueve años, trabajó en un hotel de el Escorial hasta los 16 para sacar adelante a sus hermanas. Después de trasladarse a Madrid, empapada con las ideas socialistas, trabó amistad con las hijas de Indalecio Prieto, y acaba como empleada en el laboratorio de Fisiología de don Juan, en 1922, en la Residencia de Estudiantes.
Negrín rompe su matriomonio en 1925 tras la muerte de su segunda hija, poco tiempo después Feli se convierte en un pilar de su vida. En un viaje a Las Palmas conoce y trata a los padres del político. Sus restos reposan juntos en el cementerio de París. Tras octubre del 34 Feli se volcó en auxiliar a represaliados y después de la guerra, ya en el exilio, en ayudar a niños refugiados y gestionar residencias infantiles. Aunque la historia oficial da cuenta del compromiso de Feli con los encausados de la revolución asturiana, poco se conoce, como se lee en las cartas de don Juan, que su compañera también sufre prisión en la cárcel de Oviedo.
"Debe ser un error", le escribe Negrín desde Madrid a la cárcel ovetense en diciembre de 1934: "No salgo de mi estupor pues no acierto a adivinar que pueden imputarle o en que usted pueda resultar sospechosa. Así que no dudo que pronto se convencerán de su error y la dejarán en libertad".
La situación de Feli no parece grave ni complicada entre rejas a la vista del tono de sus escritos. En una de las cartas que se cruzan, con humor, el hijo mayor del político, Juan Negrín Junior, le ofrece un método para mantenerse en forma en prisión: "Como supongo que no la dejarán salir a dar paseos por parques y jardines de Oviedo, para combatir el aumento de grasas inherente a toda vida en exceso reposada y tranquila, le mandaré también un método alemán para hacer gimnasia, que la conservará de esta forma ágil, como este verano cuando usted. y Concha subían por los montes de Gorliz, y con la esbeltez propia de sus pocos años".
La estancia de Feli en prisión es breve. Los malos entendidos se despejan pronto. En otra de las cartas, Negrín escribe: "hoy he hablado con Grande recién llegado de Oviedo, quien me asegura que los médicos y enfermeros atienden debidamente a Teodomiro". El propio Negrín acaba viajando a Oviedo para interesarse por su compañero en los últimos días de diciembre de 1934, se lee a Etelevino González López en la biografía del socialista ovetense.
"Vivo sin perder el humor y la sonrisa. Solo los perdí una vez y busque la muerte", llega a decir el líder ferroviario, concejal ovetense y diputado en el Congreso. Teodomiro Menéndez Fernández (Oviedo, 1878-Madrid, 1978) había sido arrestado tras la revolución como uno de sus organizadores y sería condenado a muerte, aunque se conmutó su pena. "Increpado por la gente, casi lo mata una multitud ovetense airada, contempló destrozada la ciudad que amaba", relata Etelvino González. El 29 de diciembre de 1934 intenta suicidarse en la cárcel al arrojarse de un segundo piso. "Tiene una depresión de las que destruye la voluntad", escribe el director de Avance Antonio L. Oliveros. Sufría entocnes por partida doble: también se le acusa de delatar el paradero de González Peña en Ablaña. "El tormento de la absoluta incomunicación perturbó su razón", concluye Fernando de los Ríos que se desplaza a la capital asturiana
Juan Negrín, en una de las cartas a Feli, interesado por la salud de Teodomiro Menéndez se ofrece a enviar a Oviedo a Gonzalo Rodríguez Lafora, reputado psiquiatra de la Universidad Central y colega. También recomienda, como médico, que debido a su estado de salud mental, esté atendido por un enfermero y sin demasiadas visitas.
"Mañana sábado espero salir para Gijón", escribe Negrín a Feli el 11 de enero de 1935. "Me interesa no diga nada a los amigos de ahí. Primero quiero moverme libremente. Si a usted le es dado despegarse de ellos, venga por la mañana a la estación de Oviedo".
Le preocupaba el trato a Teodomiro Menéndez en la cárcel, pero también la situación del resto de los compañeros y a la propia Feli. Así le describe la situación el entonces alto cargo socialista a su enlace astur: "Que nos pongan buena cara en las cáceles y cuarteles y entre las gentes a quienes la revolución ha herido en lo más vivo, es tonta pretensión. Inspirar compasión entre ellos debemos rechazarlo, y no lo lograríamos. Solo podemos reclamar, cuando haya algún atropello, aunque la reclamación sea casi siempre de efectos platónicos, que lo mejor, por ahora, es moderse los labios y aguardar con altivez a que llegue nuestra ocasión, esperando que sabremos ser más humanos, generosos y caballeros que ellos han sido. Que usted sepa que yo nunca he creído reñida la dureza con la hidalguía. Perdone esta larga epístola. Persigue un fin terapéutico. Veo que pierde su temple, que es lo que más puede animar a Jovita y a los demás amigos de ahí e intente poner remedio".
Remedios para los 30.000 encarcelados se pusieron. En 1935 llegaron los juicios y las ejecuciones, y tras las elecciones de febrero de 1936, los indultos. En Las Palmas de Gran Canaria se conservan miles de documentos de aquellos tiempos "caóticos y dramáticos" cuyo recuerdo pesaroso , dice Moradiellos, siempre acompañó a Negrín como "una vergüenza de la República".
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