Variantes de una melodía universal
Otro hallazgo en torno al "Asturias, patria querida": el himno fue también un mambo
El especialista en música asturiana Javier Antuña da noticia en este artículo de una nueva versión del himno regional, convertido en un mambo en la versión que el empresario leonés Miguel Aller registró en una partitura de 1958 como "Asturias Mambo"

El himno de Asturias fue también un mambo / LNE
La nebulosa en la que se envuelve el origen del "Asturias, patria querida" ha provocado la elaboración de varias teorías que si bien son discordantes en cuanto a su argumentario mantienen el nexo común de la extracción popular como parte esencial de su génesis. Esta afirmación que puede ser calificada de obvia permite explicar, sin embargo, muchas de las contradicciones existentes entre dichas teorías, así como entender –excluidos los apriorismos ideológicos– su utilización y evolución futura como canción/himno e instrumento sonoro –probablemente desde sus ignotos y primigenios tiempos– al servicio de muchas y variadas "causas" de corte político y festivo, y a partir de 1984, en que fue declarado himno oficial de Asturies, también institucional.
Esta versatilidad de nuestro himno, que visto su recorrido histórico podríamos calificar de camaleónico, justifica que en 1958 un músico y empresario leonés afincado en Mallorca registrase una partitura con el título de "Asturias Mambo" en la que realizaba una versión del "Asturias, patria querida" al son de uno de los ritmos latinos más universales y que todo, o casi todo, el mundo es capaz de reconocer en sus primeros acordes: el mambo. Bajo la marca comercial de "Publicaciones Musicales, Miguel Aller", y desde Palma de Mallorca, junto a un mambo flamenco –no se puede pedir mayor diversidad cultural y musical– se gestó este artefacto, que a la espera de que alguien encuentre la grabación en algún soporte debió de ser pasto de las orquestas en los estertores de la dura y cruenta autarquía. Periodo, por otro lado, en el que la población buscaba denodadamente, más allá de la represión y de los problemas de subsistencia, válvulas de escape; y entre ellas, cómo no, la música.

Portada de la partitura "Asturias Mambo", de Miguel Aller, de 1958. / LNE
El mambo fue durante la década de los cincuenta del siglo XX un auténtico huracán comercial y sónico que asoló –España incluida y censura también– todo el orbe. Se le llegó a emparentar con los bailes juveniles que a lo largo de esta centuria habían escandalizado las mentes más conservadoras en los órdenes social y religioso. Hablamos del fox-trot, el charlestón, el "bugui" –en versión hispana– e incluso el rock and roll. En la prensa asturiana se pueden rastrear en estos años los lamentos por cómo estos ritmos, y también el mambo, por supuesto, eran los preferidos de la mocedad frente a los tradicionales, caso de la icónica danza prima.
Noticias en los periódicos, jingles y emisiones radiofónicas y también el cine –repito, censura, y retrasos en los estrenos, de por medio– pusieron al corriente de todas las clases sociales de Asturies el mambo. Salones de baile, plazas de toros, teatros, casinos, merenderos, plazuelas, "praos"…, se llenaron de orquestas, autóctonas y alóctonas, que introdujeron en su repertorio de "modernos bailables", y "pecaminosos agarraos", el mambo junto a otros como los corridos mejicanos, habaneras, pasodobles, cha cha chas... Si no había recursos económicos para contratar una orquesta, una gramola o gramófono, en aquella época ya bastante extendida junto al incipiente tocadiscos, constituía un excelente "repuesto", sobremanera en los chigres, o, si terciaba, debajo del mismo hórreo.
Sería muy aventurado confirmar si la versión mambo del "Asturias, patria querida" sonó habitualmente en territorio astur. No parece descabellado afirmar que ello ocurriera ante ese exitoso tándem que suponía unir el mambo –todavía, en España entró con fuerza en 1949, con gran caída en aquellos tiempos– y una de las canciones más famosas de Asturias, por supuesto de España y con ya cierta proyección internacional. Los musicólogos, y los músicos en general, tienen "faena": analizar si es factible que está conjunción diese buenos resultados artísticos. En 1958 Miguel Aller, una singular figura de la música pop española, que fue el primero en grabar a la Pantoja, dueño de los estudios Maller de Mallorca, donde se fogueó y grabó verdaderas joyitas discográficas otro excelente músico asturiano, el lavianés Pepín Robles, lo intentó. Y lo hizo a lo grande: con una partitura para batería, piano, trombón, saxo alto y tenor, como soporte de la letra que se transcribía en la misma. Toda una decidida apuesta por la fusión entre tradición y modernidad. Recuerden: en 1958, cincuenta años antes de que Llangres, por ejemplo, grabase su primordialmente atlantista "Fandangu & Mambo".

Detalle de la partitura "Asturias Mambo", de Miguel Aller, de 1958. / LNE
En la lista de himnos oficiales conspicuos, y "contaminados" de las regiones de la UE, el "Asturias, patria querida" ocupa uno de los puestos altos del podio. Una gran virtud, pese a quien le pese. Como ya escribí en este mismo diario, supo mutar de exponente sonoro republicano a protagonizar la clausura de actos monárquicos. Todo un exponente musical de la propia transición política española. Por el camino nos fue dejando valiosos testimonios como el aquí descrito y no me queda duda que otros que están por descubrirse y por venir. Mientras tanto y si han quedado con ganas de saber cómo podría sonar nuestro himno "a lo mambo", pueden escuchar en redes sociales, y a modo de aperitivo, al inefable Tito Moya y su Orquesta –se enfrentaba a un pasodoble y a un swing con la misma inquebrantable solvencia– en su tema "Mambo Asturiano" (con partitura de 1959 y edición en epé de 1961), una preciosa pieza instrumental que refleja muy bien el sonido de las orquestas que nuestros antepasados "paladeaban" en lo que Román Gubern calificó –para el cine– como la "Larga noche de la autarquía". No se engañen, en esa oscura franja de tiempo la música, la moderna y la tradicional, jugó un importante papel. A veces, muy pocas, pero no inexistentes, fue reivindicativo, sobremanera como bálsamo emocional y ¡hasta político! Y si esto último les parece exagerado busquen cómo se anunciaba en los rotativos la película "Una gallega baila mambo", que se pudo ver en muchos cines asturianos durante 1952 y donde se lee: "Graciosísima comedia que plantea y resuelve divertidamente el problema de la lucha de ‘clases’ con unas ‘clases’ de mambo donde cada cual baila a su modo". ¡Quién da más...! n
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