El duro golpe del Ministerio de Universidades a la actividad científica

Los investigadores dejan de optar a casi 6 millones al anularse las ayudas a la IA: "No pasa por primera vez; no se cree en la investigación"

Una pulsera de alerta de ataques epilépticos y el estudio del impacto ético y social de las nuevas tecnologías, dos de los tres proyectos afectados en Asturias

Irene Díaz y Elías Fernández Combarro

Irene Díaz y Elías Fernández Combarro / LNE

Mariola Riera

Mariola Riera

Cerca de 6 millones de euros han dejado de recibir los investigadores asturianos para llevar a cabo sus proyectos relacionados con la inteligencia artificial (IA) después de que el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades anunciase en diciembre la cancelación de la convocatoria de ayudas para la financiación de planes de investigación en cooperación en dicha área. Eran unos 31 millones de euros, con un máximo de dos para cada proyecto que accediera a las ayudas.

Pero en plenas fiestas navideñas y después de año y medio de haberse convocado, el Ministerio anunció la anulación por cuestiones "técnicas" y, posteriormente, lo justificó también con la dana.

Eran tres los proyectos que aspiraban al máximo de ayuda permitida en Asturias y en los que participaba la Universidad de Oviedo: uno en solitario, liderado por la catedrática de Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial y actual vicerrectora de Investigación, Irene Díaz, y otros dos en colaboración con otros organismos e instituciones, como el del también catedrático de Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial Elías Fernández Combarro. La primera tramitó la ayuda para desarrollar un estudio sobre cómo puede afectar la IA y sus aspectos éticos y sociales; el segundo, junto a las universidades de Almería, Granada, Málaga y el Hospital Universitario malagueño, pretendía lograr fondos (algo más de 1,5 millones) para desarrollar una pulsera inteligente que detectase señales de ataques epilépticos.

Pero todo ha quedado en el tintero porque ni Díaz ni Combarro ven posible llevar a cabo sus proyectos después de año y medio de espera por una convocatoria que nunca llegó a resolverse y sobre la que planeaban ya muchas dudas. La idea era que estuviese resuelta a finales de 2023 y poder empezar las investigaciones que accedieran a las ayudas a principios de 2024. Ambos investigadores no pueden estar más que decepcionados, como ha transmitido también gran parte de la comunidad científica asturiana y del resto de España. Disgusto, enfado y desconfianza resumen el sentir general.

"Ha sido mucho trabajo para nada", lamenta la vicerrectora, quien reseña que tal convocatoria fue especialmente "farragosa" por las condiciones exigidas. "Hubo que prepararlo todo en agosto, muy difícil en ese mes, ya que coincidió con el descanso de la Universidad. Fue complicado por todo lo que se pedía". Aún más complicado le resultó preparar la solicitud al catedrático, ya que en su caso, en pleno agosto, tuvieron que ponerse de acuerdo varias universidades y un hospital.

A mediados del año, el Ministerio publicó la lista de los proyectos desestimados e Irene Díaz confío en lograr ayuda al no figurar en la lista. "Pero nunca se publicaron los admitidos. Luego hubo silencio administrativo hasta la última comunicación, en la que avisaron de que se cancelaba. Ojalá fuera sencillo recuperar el trabajo realizado, pero no lo veo posible", lamenta.

"Me gustaría decir que me sorprende lo ocurrido, pero tristemente no es así. No es la primera vez que pasa", describe desencantado el catedrático Elías Fernández Combarro, que optaba a las ayudas de IA del Ministerio de Ciencia. No es la primera vez, cuenta, que sufre "la falta de apuesta por la investigación y la ciencia" en España. "En otro proyecto, Quantum Spain, todo se retrasó año y medio y entre que llegó el dinero y contratamos, nos dio finales de 2023. Gente con la que íbamos a contar no pudo esperar al tener pendiente la tesis y se fue".

El investigador tiene, no obstante, varias iniciativas entre manos. La pulsera de alerta ante ataques epilépticos se queda en el cajón. "No creo que podamos hacerlo", dice. "Hay ya un poco de hartazgo y cansancio por la falta de respeto. No se valora lo que hacemos".

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