La siderurgia asturiana y la descarbonización: de la competencia con el acero chino a las incógnitas del hidrógeno verde

Asturias produce el 7 por ciento del acero del grupo ArcelorMittal, que refuerza su presencia en América por los menores costes energéticos y las mayores ayudas a la reducción de emisiones de carbono, y en Asia por la menor presión ambientalista

La siderurgia asturiana y la descarbonización

La siderurgia asturiana y la descarbonización / LNE

Jesús Arango

Jesús Arango

Conservo en mi biblioteca la publicación "La industria siderometalúrgica en Asturias", trabajo elaborado con la colaboración del Instituto Holandés de Economía (NEI) y que se estaba concluyendo cuando entré a trabajar en SADEI a finales de 1971. La revisión de las cifras de este estudio pone de manifiesto cuánto ha cambiado el panorama del sector siderúrgico, tanto en Asturias como en el mundo.

Por aquellas fechas, la siderurgia asturiana (Ensidesa y Uninsa) ocupaba a 22.600 trabajadores y la producción de acero era de 3,2 millones de toneladas. Actualmente, la producción regional se acerca a los 5 millones de toneladas y los ocupados se sitúan en el entorno de los 5.000 trabajadores, que equivalen a poco más de una quinta parte del empleo siderúrgico existente en 1970.

A nivel mundial, la producción de acero en 1970 sumaba 592 millones de toneladas, concentrándose el 55 por ciento en tres países: Estados Unidos, la entonces Unión Soviética y Japón. Los países asiáticos se incluían en la rúbrica de "resto de países", mientras que actualmente Asia acapara casi tres cuartas parte de la producción mundial de acero, que sumó en 2023 la cifra de 1.892 millones de toneladas.

China encabeza la lista de países con una cifra de producción de acero de 1.019 millones de toneladas (54 por ciento de la producción mundial), seguida a gran distancia por la India (141 millones de toneladas), Japón (87 millones de toneladas), Estados Unidos (81 millones de toneladas), Rusia (76 millones de toneladas) y Corea del Sur (67 millones de toneladas). La Unión Europea (UE-27) suma 126 millones de toneladas, lo que representa el 7 por ciento de la producción mundial de acero.

España pasó de producir algo más de 7 millones de toneladas de acero en 1970 a superar los 11 millones de toneladas en 2023: un incremento del 54 por ciento, frente a un aumento del 220 por ciento que registró la producción mundial.

Para darnos una idea de la espectacular evolución que siguió el acero a nivel mundial –que se produce en 71 países–, las cifras más recientes (1.890 millones de toneladas) significan haber multiplicado por mil la producción de 1950 (189 millones de toneladas).

Sin embargo, actualmente –y ante una demanda mundial de acero que registra un crecimiento bastante débil– se estima que existe un exceso de capacidad productiva de 611 millones de toneladas, que muy probablemente se ampliaran con 124 millones de toneladas adicionales al ponerse en marcha las inversiones ya previstas, la mayor parte en Asia, y en particular en un país como la India, en el que las preocupaciones por las emisiones de carbono son relativamente bajas.

Por otra parte, si se contempla la producción de acero en el ámbito de la empresa, queda patente una vez más el predominio de China, puesto que de las veinticinco primeras siderúrgicas, catorce son chinas, las cuales concentran algo más de un cuarto de la producción mundial, encabezando la lista la siderúrgica publica China Baowu Group, con una producción de 131 millones de toneladas, que representa el 7 por ciento del acero que se produce en el mundo.

ArcelorMittal

El grupo anglo-indio ArcelorMittal ocupa el segundo lugar, con una producción de 69 millones de toneladas, que significa casi el 4 por ciento de la producción mundial. Opera en más de 60 países de cuatro continentes y posee instalaciones de producción primaria en 20 estados. El grupo –con sede en Luxemburgo– está presente en Europa (Polonia, España, Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Luxemburgo, Rumania, Chequia y Reino Unido), China, India, Estados Unidos, México, Brasil, Argentina, Rusia, Ucrania, Kazajistán, Turquía y Sudáfrica.

La producción europea de acero de ArcelorMittal suma 35 millones de toneladas, que representan el 53 por ciento de la actividad del grupo, por lo que Europa constituye un mercado clave para ArcelorMittal. En las dos Américas concentra el 30 por ciento de su producción de acero, y en el resto del mundo genera el 17 por ciento.

La producción asturiana de acero significa el 14 por ciento de la actividad de ArcelorMittal en Europa y el 7 por ciento del total producido por el grupo en el mundo, representando la cuota de Asturias el 0,26 por ciento de la producción mundial.

ArcelorMittal, sin embargo, está reforzando, de forma gradual, su presencia en América y Asia como territorios prioritarios en sus apuestas de futuro. En el caso americano (Estados Unidos y Brasil, fundamentalmente), por los menores costes energéticos y las mayores ayudas a la descarbonización, y en el continente asiático por la menor presión ambientalista, teniendo previsto invertir en una gran planta siderúrgica en la India.

Los datos anteriores ponen de relieve que la producción de acero se desarrolla en un mercado global, en el que pequeñas diferencias de costes generan significativas fluctuaciones en los flujos comerciales. Así, en estos momentos la ralentización del ritmo de crecimiento en China está generando elevados excedentes de producción de acero en ese país y la consiguiente presión de las importaciones en los mercados mundiales, especialmente en los europeos. Ello explica que en Asturias alguna empresa esté utilizando acero surcoreano, que importa a precios más baratos que los ofrecidos por las plantas más cercanas de ArcelorMittal.

En este contexto de fuertes tensiones comerciales debe ser considerado el anuncio de ArcelorMittal –cuya cuota productiva se cifra en el 27 por ciento del acero producido en la Unión Europea– de paralizar todas las inversiones previstas en Europa destinadas a los procesos de descarbonización, incluida la inversión en Asturias de más de 1.000 millones de euros que figuraba en el memorándum firmado en julio de 2021 entre ArcelorMittal y el Gobierno de España; con la salvedad de que el pasado mayo se comenzó a implementar la inversión de más de 200 millones de euros para construir el nuevo horno híbrido de arco eléctrico en la factoría de Gijón.

Hidrógeno verde

Europa se enfrenta a serias dificultades relacionadas con unos mayores costes energéticos (debe mejorar la eficiencia energética), a la intensa competencia de importaciones de terceros países (debe adaptarse a las fluctuaciones del mercado del acero), y a la necesidad de abordar un proceso de descarbonización (ante la necesidad de reducir las emisiones de carbono).

En este último caso, el proceso en términos tecnológicos presenta cierta complejidad y algunas incertidumbres, especialmente en lo que se refiere a la oferta y los costes de producción del hidrogeno verde, elemento esencial para la obtención de prerreducidos en las plantas de reducción directa de mineral de hierro (sistema DRI).

Centrándonos únicamente en el coste de producir hidrogeno verde –y al margen de los problemas derivados de las grandes necesidades de energías renovables que requiere su producción–, se estima que incluso optimizando los procesos, en Europa costaría unos 5 euros producir el kilogramo de hidrógeno –cantidad muy superior a los optimistas precios incluidos en el proyecto HyDeal España con el que se pretendía abastecer la planta de Veriña, que maneja como cifra actualizada la cantidad de 2,5 euros–, mientras que ese coste sería de 4 euros en Estados Unidos, de los que 3 euros son abonados por el Gobierno, según declaraciones del primer ejecutivo del grupo ArcelorMittal en Europa, Geert Van Poelvoorde.

Con estos parámetros, no es de extrañar que ArcelorMittal se esté planteando generar el DRI en Brasil –donde ha adquirido recientemente una empresa siderúrgica–, con un marco energético más competitivo, o en las dos plantas norteamericanas recientemente adquiridas en Ontario y Texas, y desde allí suministrar el DRI a los nuevos hornos eléctricos de sus plantas europeas, que dejarían de ser integrales y procesarían productos semielaborados originados en las factorías americanas del grupo.

Ante esta situación, los máximos dirigentes de ArcelorMittal han manifestado que reactivarán sus inversiones verdes en el continente a condición de que la Unión Europea cambie sus políticas y proteja más eficazmente al acero comunitario.

Exigen –como primera señal de cambio– medidas comerciales urgentes para frenar la invasión actual de importaciones de acero de bajo coste de países sin las mismas condiciones ambientales vigentes en la Unión Europea, así como la revisión del Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM), cuya aplicación no está siendo eficaz, pues algunos países practican un cierto "dumping" [competencia desleal] al vender en Europa sus producciones "limpias", destinando su acero con mayores emisiones de carbono a sus mercados domésticos y a otros países ajenos a la Unión Europa.

Depende de Europa

Además, el grupo ArcelorMittal plantea que la Unión Europea diseñe un entorno más propicio (más financiación y apoyo) que permita a la siderurgia europea abordar competitivamente el proceso de descarbonización.

En definitiva, Europa debe decidir ante la disyuntiva de si quiere caminar hacia un horizonte de producir hierro y acero o bien pasar a suministrarse con importaciones de terceros países, pues como señala Mario Draghi, se necesita un cambio radical en las políticas comunitarias para reactivar y mantener la competitividad de la industria europea, haciendo frente a los cuellos de botella a los que se hace referencia en su reciente informe, y que en el caso del acero se centran en mejorar los costes comunitarios de la energía y en la armonización de su precio en los distintos estados miembros.

En este sentido, el mayor reto que tiene la nueva Comisión Europea es concretar la consideración prioritaria de la política industrial en un nuevo Plan de Acción del Acero, que está previsto que se presente antes del próximo mes de abril.

En la elaboración de este programa y en las negociaciones con ArcelorMittal tendrán un papel muy relevante el vicepresidente Stéphane Séjourné, responsable de Prosperidad y Estrategia Industrial, y la vicepresidenta Teresa Ribera, comisaria de Transición Limpia, Justa y Competitiva.

Estamos ante unos meses cruciales para el mantenimiento o no del carácter integral de la siderurgia europea –y en particular de la asturiana–, en los que los Mittal reclaman un decidido apoyo y defensa del acero en un territorio en el que localizan la mitad de sus producciones de acero, y si ello no se materializa amenazan con una deslocalización de la cabecera hacia mercados que consideran más atractivos, como son los de Brasil y Estados Unidos.

Estamos, pues, ante unas negociaciones a nivel europeo (los ámbitos nacional y regional no son relevantes en este proceso) y nos enfrentamos a un test de eficacia de las instituciones comunitarias en el objetivo de situar a Europa en la vanguardia de la tecnología del acero durante las próximas cinco décadas. Con la llegada de la próxima primavera sabremos si la Unión Europea comienza a caminar en la dirección adecuada para lograrlo.

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