Las consecuencias de la enfermedad

Un viaje por el drama de las vacas de Tineo: le sacrifican 160 reses por un solo caso de tuberculosis

"Si no hay un control de la fauna salvaje, no solucionarán nada", dicen los afectados, que temen cierres de explotaciones

Pablo Lastra es una de esas "rara avis" que pueden encontrarse a día de hoy en el campo asturiano. Tiene tan solo 36 años y lleva desde hace quince al frente de la ganadería familiar. Un negocio que lograron sacar adelante sus padres gracias a años de esfuerzo, pocas vacaciones y mucha dedicación y que ahora afronta una época convulsa. El brote de tuberculosis bovina que asola el concejo de Tineo ha alcanzado su explotación de San Fructuoso con consecuencias devastadoras: la obligación por parte del Principado de ejecutar el vaciado sanitario. Se quedará sin reses.

El tinetense es uno de los muchos afectados por la expansión de una enfermedad que ha provocado una guerra abierta entre los ganaderos y el Gobierno regional. La decisión de Medio Rural de tomar medidas restrictivas para intentar frenar el brote lo antes posible se ha estrellado contra el muro de quienes están dispuestos a todo por salvar su medio de vida, sus explotaciones.

En su caso, todo comenzó con dos vacas dudosas que fueron sacrificadas el año pasado. Tras esto, el Principado realizó una prueba en sangre, la conocida como gamma-interferón EURLAB, al resto de su explotación. De las 160 vacas tan solo una fue positivo en tuberculosis, suficiente para que se considere que hay una reiteración de positividad. ¿Resultado? Todos los animales deben ser sacrificados.

Tineo, epicentro del drama de las vacas

Vanesa Fernández, ganadera del pueblo de Borres. / David Cabo

"Nosotros somos los primeros que no queremos vacas enfermas. Si alguna da positivo hay que sacrificarla, pero no a las que están sanas. Hemos pedido que vuelvan a hacer la prueba de sangre a toda la ganadería y que se lleve un seguimiento, pero se negaron", lamenta Lastra. El vaciado, para el que todavía no tiene fecha, será para él como un volver a empezar. El joven recibirá una subvención del Gobierno regional ligeramente superior a los 100.000 euros. Es decir, unos 700 euros por vaca. Una cifra a años luz de los dos mil y tres mil euros que piden actualmente en el mercado. Echando cuentas, podría comprar unas 36-37 vacas. Además, puntualiza Lastra, "esos cien mil euros hay que declararlos a Hacienda, por lo que será mucho menos". "El Principado también hace referencia a los seguros que tenemos, no se dan cuenta que esos seguros hay que pagarlos y que después de esto nos vendrán con recargo", señala.

Una vez se realiza el vaciado, el ganadero tiene que esperar tres meses para poder comprar nuevas vacas. El problema es que "los animales que compre no tienen porque haber sido analizados. Si a los seis meses vienen y me hacen un nuevo saneamiento, puedo volver a dar positivo". A pesar de esto, el joven está decidido a volver a arriesgarse. "Habrá que acudir a créditos, aunque si no se controla la situación nadie nos asegura que pueda volver a pasar. Las vacas las van a matar, pero los jabalíes y los tejones, que son el origen del brote, a esos los van a estudiar. Dicen que apoyan la ganadería, pero no es así", lamenta desmoralizado. El golpe ha sido demasiado fuerte. "El día que hagan el vaciado va a se un trago fuerte, psicológicamente va a quedar ahí", reconoce. Por eso, desea que su hijo tenga un futuro totalmente distinto.

José Luis González es otro de los ganaderos que está a la expensa de saber si tendrá o no que hacer el vaciado sanitario de su ganadería. "¿Dónde voy a encontrar otros doscientos ejemplares que se adapten a las condiciones de mi ganadería? Además, si yo ahora compro una vaca va a venir con una prueba inferior a la que le han hecho a las mías (de sangre), eso sin tener en cuenta el alto valor genético que se está perdiendo", indica. Va, incluso, un paso más allá. "Dejando a un lado a los animales, los pastos pueden estar también contaminados. Por lo tanto, me van a matar todas las vacas y el suelo no lo voy a poder vender", observa.

Como su compañero, el ganadero insiste en la necesidad de atajar el brote desde el origen controlando especies salvajes y critica que sean los ganaderos los que se tengan que "defender" de una fauna que es "responsabilidad del Principado". "Están machacando al ganadero, pero si no hay un control de la fauna no van a solucionar nada; matarán todas las vacas de Tineo y aún así no acabarán con la enfermedad", sentencia.

Tineo, epicentro del drama de las vacas

Luis Manuel González, junto a sus reses. / David Cabo

En el pueblo de Borres son varias las ganaderías afectadas por el brote de tuberculosis. En la familia de Vanesa Fernández esperan intranquilos la resolución del Principado sobre los tres animales que tienen marcados como dudosos. "Vinieron una vez a sanear y en la siguiente visita marcaron tres ejemplares como dudosas. El técnico nos dijo que nos iban a hacer la prueba de comparación y resulta que a los días nos llaman y nos dicen que no, que van directamente para el matadero", cuenta. En su opinión, "no se puede consentir el sacrificio sin darle una segunda oportunidad a la vaca. Ahora dicen que la prueba de comparación no es fiable, ¿no tuvieron tiempo en estos 40 años en desarrollar una que sea efectiva?".

Fernández está actualmente con la ganadería "paralizada". "No es sacrificar las vacas, es también la pérdida de producción. Por suerte, nosotros al no tener antecedentes no tendríamos porque hacer el vaciado", agradece. Eso sí, advierte de que "desde la oficina se ve todo muy bien, pero hay que estar aquí". "Habrá ganaderías que acaben cerrando y si eso ocurre ya no volverán a abrir", razona.

En la ganadería de José Manuel González el saneamiento no se hará hasta marzo y cruza los dedos para que la tuberculosis pase de largo, aunque advierte que "esto no se va a quedar aquí. Si no controlan los jabalíes y los venados, se acabará extendiendo".

Una pérdida genética irrecuperable

Los ganaderos de Tineo alzan la voz ante unas medidas que consideran "injustas" y que advierten van a suponer una pérdida importantísima para el concejo que va más allá de la merma económica. En concreto, señalan al trabajo que vienen desarrollando desde hace años para mejorar la genética de sus explotaciones y que no puede cuantificarse. Precisamente, Pablo Lastra es uno de los afectados que va a ver cómo el enorme trabajo que ha realizado a lo largo de los años para dotar de más calidad a su ganadería se va a ir por el desagüe con el vaciado sanitario. "Eso ellos no lo valoran, solo cuentan cabezas", critica. José Luis González también hace hincapié en este tema y resalta que animales muy bien valorados genéticamente pueden llegar a tener un precio en el mercado de hasta 20.000 euros. Por su parte, Vanesa Fernández recuerda que sus vacas no son para ella "doce números en un pendiente. Es un animal, pero nosotros nos encargamos de criarlos, los vemos nacer y luego los ayudamos parir. Mi hijo, por ejemplo, tiene una a la que adora. Cuando nos dijeron que estaba limpia, vaya cómo respiramos".

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