Opinión

Oviedo

El análisis de Vicente Montes sobre el juicio y absolución a Cascos: "Defenestrar al padre, pero hacerlo mal"

La denuncia contra Cascos fue un intento de marcar un antes y un después en Foro

Cascos, durante la última palabra en el juicio.

Cascos, durante la última palabra en el juicio. / TSJA

Carmen Moriyón, presidenta de Foro Asturias y hoy alcaldesa de Gijón, efectuó su particular viaje freudiano al decidir hace cuatro años y medio llevar ante el juez a quien fuera fundador y "primer motor" de la formación forista. El registro de una denuncia por presunta apropiación indebida contra Álvarez-Cascos sirvió de particular defenestración del padre para echar a volar con nombre propio.

La larga instrucción judicial propició que se aireasen las intimidades de un partido que llegó a alcanzar el Gobierno del Principado y que lo perdió con la misma premura que consiguió acariciarlo. Desfilaron por los escritos de denuncia y en las declaraciones colchones, gastos en videojuegos, kilómetros interminables entre Oviedo y Madrid y el alquiler de una sede propiedad del entorno de Cascos que pagaba mensual y religiosamente el partido.

La sentencia del juez Begega, clara y sencilla, pone fin a esa exhibición íntima que, al final, venía a constatar lo que por todos era sabido: que, en Foro Asturias, Cascos hacía y deshacía a su antojo, que por algo el partido nació con un nombre que coincidía en el acrónimo con las iniciales del exministro. Y, mientras las cosas beneficiaban a unos cuantos, nadie rechistaba por mucho autoritarismo y presidencialismo que reinase en el partido.

El procedimiento para tratar de marcar distancia adoptado por Moriyón no estaba exento de argumentos comprensibles: al final, las cuentas de Foro eran unas cuentas al servicio de Cascos, pero los números rojos quedaron para los que llegaron luego.

Sin embargo, la pretensión quedó menguada por el propio argumentario ante el juez. El "yo no sabía" o "yo hacía lo que me dijeron" difícilmente sirve de arma para cuestionar al jefe cuando cada cual también tiene su responsabilidad. Incluso en la desobediencia, ese gesto que nunca es fácil cuando uno se la juega, pero es sencillo a toro pasado.

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