El libro escrito por una madre que se lee ya en colegios y que explica a los niños el problema de abusar de las pantallas: "En mi casa el móvil está prohibido"

La mierense Laura López escribe un cuento inspirado en la experiencia personal de su hijo Leo, de 7 años, que invita a aparcar las consolas y a "reconectar con la vida real": "Nos estamos alejando de la gente que tenemos al lado"

Laura López, con su libro.

Laura López, con su libro. / Cedida

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

Oviedo

En casa de Leo, un niño mierense de 7 años, el móvil está vetado. Sus padres, Laura López y David Álvarez, tomaron esta tajante decisión durante el covid. "Empezó a demandar más pantallas: ‘¿Puedo jugar otra partidina?’. Y hasta aquí decidimos llegar. Hablamos con él, le explicamos que la gente se aislaba con los teléfonos y lo entendió muy bien", explica López.

Fue así cómo nació "El mundo de Lucas" (en realidad, el mundo de Leo), un cuento para concienciar a los niños del abuso de las pantallas e invitarles a reconectar con la vida real. La iniciativa surgió del propio Leo. "‘Mamá, ¿y por qué no escribimos un libro?’. Al principio dije que no, pero luego comencé a darle vueltas y pensé: ‘¿Y por qué no, si me gusta escribir?’. Además, no había un cuento que explicase el problema a los niños, solo guías para los padres", relata Laura. Aun así, de primeras iba a ser un libro solo para su hijo.

"Miré para autoeditarlo por Amazon. De hecho, los dibujos son de mi padre (Jesús Germán López) y la portada la hizo mi marido, que es informático". Lo que empezó siendo una tirada modesta de tan solo 25 cuentos para los "de casa" llega hoy a los 500 e incluso se emplea como herramienta educativa en las aulas. "En clase de Leo lo pusieron como lectura y todos los padres del colegio (Santo Domingo de Guzmán de Mieres) nos apoyaron muchísimo. A partir de ahí, me llamaron de otros coles y la experiencia está siendo muy bonita", explica Laura López. Y el proyecto creció y creció. Hasta el punto de que esta psicóloga de formación que trabaja como administrativa en el hospital Álvarez Buylla ya piensa en escribir una segunda parte. "Estamos en ello", avanza.

En "El mundo de Lucas. Entre pantallas y estrellas" se entremezclan la ficción y la realidad. En la publicación, además del propio Leo, bajo el seudónimo de Lucas (el nombre de su primo), salen sus padres, sus amigos y hasta su perro Tazz. El libro cuenta cómo la llegada de una consola a casa pone patas arriba la dinámica familiar, absorbiendo a Lucas y alejándole de sus actividades cotidianas. En un intento por reconectar, Enric y Estela, sus padres, organizan una serie de exploraciones que llevan al pequeño a redescubrir la magia del mundo real para "no echar a nadie de menos ni hoy ni mañana ni siempre". Con ese mensaje acaba precisamente el libro.

"Estamos mirando demasiado hacia fuera y nos estamos alejando de la gente que tenemos al lado", avisa Laura López. Su hijo Leo se sabe muy bien la lección y, cada vez que sale de casa, se lleva una mochila cargada de juegos de mesa. El cambio de chip llegó con la prohibición del móvil en casa. "Cuando Leo tenía 2 y 3 años abusé mucho del móvil. Comía fatal y le ponías una pantalla y al final comía. Lo sé, fatal hecho, pero fue supervivencia", confiesa Laura López.

Llegó el covid y el matrimonio mierense decidió ponerle punto y final al teléfono en casa. "Somos nosotros los que al final les ponemos un móvil en las manos a nuestros hijos. Y aunque cuesta, la única manera de que no nos lo pida es no usarlo delante de ellos", asegura. El primer paso fue sacarlo de la mesita de la habitación. Porque de lo contrario, "si me despertaba por la noche y veía que tenía alguna notificación, la abría". Eso se acabó como se acabó comer y cenar mirando el Whatsapp o salir de excursión al monte con el smartphone guardado en el bolsillo del pantalón.

El resultado es que hoy Leo prefiere mil veces jugar con sus padres que tener una consola en sus manos. Aunque alguna partidina alguna vez cae. "A veces pregunta: ‘¿Puedo jugar media horita a la consola con papá?’. Y no está mal que nos lo pida, porque la tecnología también tiene sus cosas buenas y hay que saber usarla. Pero que no me pida el móvil cada vez que vamos a tomar algo. A eso me niego. Leo no sabe ni desbloquear el teléfono", afirma. Ha descubierto, como dice el libro, que "cuando las pantallas se pagan, hay un mundo de aventuras reales, donde la amistad, la familia y la naturaleza brillan más que cualquier videojuego".

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