El periodismo y el arte lloran a Evaristo Arce, el compañero y amigo

La familia de Arce recibe consuelo y cariño en la sala 6 de Los Arenales en la despedida de "una gran persona y un gran profesional"

Por la izquierda, Orlando Sanz, María Luisa Velasco y Juan de Lillo. | DAVID CABO

Por la izquierda, Orlando Sanz, María Luisa Velasco y Juan de Lillo. | DAVID CABO

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Oviedo

La sala 6 del tanatorio ovetense Los Arenales fue ayer un lienzo recorrido por los trazos del dolor, la admiración y el cariño. Un adiós convertido, al mismo tiempo, en un sentido homenaje a Evaristo Arce: una gran persona, un gran profesional, un gran amigo. Tres formas repetidas en cada corrillo una y otra vez para definir a quien se ha ido de forma inesperada para muchos de los allí presentes. "Pero... si todavía hablé hace unos días con él", murmuraba un desolado Juan de Lillo al hablar de un compañero de fatigas periodísticas durante muchos años, y también amigo del alma desde que compartieron tantas horas en la redacción de LA NUEVA ESPAÑA con otros compañeros como Graciano García u Orlando Sanz.

Nadie hablaba mal de él

"No conozco a nadie que hablase mal de Evaristo, a nadie que discutiera con él, era imposible". Buena muestra del carácter dialogante y sosegado de un hombre que hasta poco antes del fatal desenlace aún escribía whatsapps o comentaba con el fotógrafo Santiago García –ayer incrédulo– detalles sobre el libro que realiza sobre el Palacio de los Deportes. Profesionalidad hasta el último instante.

Y qué humanidad. Los artistas que entraban ayer en el tanatorio no solo reconocían su magisterio como sabio conocedor del arte, sus palabras eran una declaración de gratitud hacia un crítico generoso y riguroso que, como en el caso de Fernando Alba, llegó a convertirse en buen amigo después de tantos años recibiendo sus comentarios sagaces. "Entrañable", definió Alba a Evaristo Arce, con quien el periodista Orlando Sanz compartió "jaula" periodística durante muchos años, la jaula de una entrega rotunda a su oficio con otros compañeros que son historia del periodismo asturiano.

La familia de Arce estuvo arropada sin descanso, con sus hijos Luis Mario (periodista de LA NUEVA ESPAÑA), Javier y Cristina, y su viuda, María Luisa Velasco, recibiendo sin cesar el pésame y los abrazos partidos de tristeza de quienes entraban en la sala.

Colegas de la crítica de arte como Luis Feás. Artistas como Santamarina, Luis Repiso, Guillermo Simón... También representantes del mundo financiero vinculados también con el artístico como Pablo Junceda, director general del Sabadell Herrero, que el día anterior asistía a la presentación de la estupenda exposición "Tocar lejanías" y, lamentaba, "hoy ya ves..." Y periodistas que conocían muy bien a Arce, como Carlos Rodríguez o Pilar Rubiera, presidenta de la Fundación Musical Ciudad de Oviedo, que definía a Arce como "una de esas personas a las que todos quieren. Cariñoso, gran conversador, siempre informado, culto, con sentido del humor, magnífico profesional. Una de esas personas que formaban parte del paisaje cotidiano del mejor Oviedo. Un gran impulsor de la cultura".

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