El aprendizaje a bordo del popular buque de la Armada

Los asturianos que hicieron el mismo crucero de formación que la Princesa Leonor en el buque de la Armada "Elcano"

Los comandantes Pablo Cartujo, de Sotrondio, y Rafael Fernández, de Tapia, hicieron en su día el crucero de formación que hoy realiza la Princesa de Asturias: destacan la seguridad y confianza que se logra en uno mismo, además del orgullo por emular en la navegación a vela a los antiguos marinos

Los asturianos que hicieron el mismo crucero de formación que la Princesa Leonor en el buque de la Armada "Elcano"

Amor Domínguez

Mariola Riera

Mariola Riera

Oviedo

No olvidará nunca el tapiego Rafael Fernández aquel día de enero de 2009 cuando en medio del Atlántico, en la "zona de calmas ecuatoriales", en el trayecto de Santa Cruz de Tenerife a Fortaleza (Brasil), el comandante del buque "Juan Sebastián de Elcano" ordenó arriar los botes: "Hicimos una regata a remo en medio del océano alrededor del barco". Recuerda con "especial cariño" Pablo Cartujo, de Sotrondio, las faenas marineras para aferrar o desplegar la vela, "especialmente" la primera, la de plegar, porque en la mayoría de las ocasiones significa que se llega a puerto: "Cada marino tiene asignado un palo y una vela. En mi caso mi puesto junto con otros tres compañeros era el ‘juanete’, la más alta del barco y a escasos dos metros de la ‘galleta’, la parte más alta del buque".

Ambos coinciden en señalar que si hay algo "malo" en la travesía de formación a bordo del citado buque escuela de la Armada es la separación durante meses de familia y amigos. "Es duro dejar a tus seres queridos en el muelle en Cádiz", reseña Cartujo. "Esa ausencia tan larga es lo peor", confirma Fernández. Si bien dejan claro que esto "es algo que eliges y asumes cuando optas por la profesión de marino".

Son actualmente Rafael Fernández, de 47 años, y Pablo Cartujo, de 49, capitanes de corbeta de la Armada y en su día ambos hicieron el crucero de instrucción como guardiamarinas en "Elcano", al igual que actualmente lo realiza otra asturiana (por parte de madre) como ellos, la Princesa de Asturias, Leonor de Borbón y Ortiz. Por este motivo comparten y recuerdan su experiencia con LA NUEVA ESPAÑA, con el fin de dar a conocer qué se hace, qué se aprende y cómo influye la travesía en este histórico y emblemático bergantín-goleta casi centenario.

El buque escuela con la hija de los Reyes a bordo (se han podido ver imágenes días atrás de la princesa y sus compañeros durante sus labores mientras cruzan el Atlántico) ya ha llegado a Salvador de Bahía (Brasil), la primera escala internacional del crucero, que partió el 11 de enero de Cádiz y concluirá en julio de nuevo en la ciudad andaluza, no sin antes pasar por Gijón del 3 al 7 de julio.

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Pablo Cartujo, con el uniforme. / LNE

Si algo queda claro es que la Princesa Leonor que subió hace algo mas de un mes al buque no será la misma que baje al final de la travesía tras una "experiencia única y fascinante" -en palabras de Pablo Cartujo- y que además permite aumentar "la seguridad en uno mismo y hace crecer como marino", remarca Rafael Fernández.

El comandante Cartujo, destinado actualmente en el Estado Mayor de la Armada (sección de Transformación Digital y Gestión del Conocimiento), se inició en 1998 en la carrera militar como alférez de fragata. Tuvo una experiencia "muy grata", lo que le hizo seguir adelante. En 2006 recibió el despacho de alférez de navío tras su formación militar en la escuela naval y realizar el crucero en "Elcano", que en su opinión "aúna el sabor de la navegación a vela con una formación exquisita".

Considera que la travesía es un "acicate para forjar el compañerismo, ya que compartes durante al menos seis meses un estrecho espacio". Recuerda las "intensas jornadas de estudio, a las que hay que añadir las guardias nocturnas y las observaciones con resolución del problema diario".

No es tarea sencilla calcular la posición del barco sin mayor ayuda que apenas un sextante, las estrellas ’y el sol. "No hay que decir que cuando navegas por el Norte de Europa los crepúsculos pueden producirse bien entrada la madrugada, por lo que tus cálculos terminan muy tarde", apunta. "Para un marino es un orgullo cuando con estos ancestrales medios, en una era tecnológica como la actual, eres capaz de calcular la posición geográfica y comprobar que se corresponde con la lectura de un GPS".

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Rafael Fernández y su "ahijado" en el curso, el capitán de corbeta Windiansyah Dirgantara, de la Marina Indonesia, en el CESEDEN. / LNE

En las alturas de "Elcano", desplegando velas, se pudo ver en fotos recientes a la Princesa de Asturias, una labor que para Pablo Cartujo es "inolvidable". Lo describe: "La maniobra de subir a la vela, descolgarse de espaldas por la cofa y llegar a lo más alto y tocar la ‘galleta’ es una experiencia inolvidable. La sensación de estar a casi 50 metros sobre el agua y ver abajo a tus compañeros aferrando velas, con la ciudad que vas a visitar a escasos cientos de metros, sin otro sonido que el del viento y las olas contra el casco del barco, son sensaciones que pocos han podido experimentar".

Todo eso experimentan ahora Leonor –que está llamada a ser en su día, como ahora lo es su padre el Rey, Capitán general de las Fuerzas Armadas– y sus compañeros, 76 guardiamarinas en total, que "nunca deben olvidar que representan a la juventud de España", advierte el comandante Cartujo. "Su comportamiento debe ser exquisito". Porque entre sus tareas figura también hacer de "guías" a todos los que quieran visitar en cada escalar el buque: "Explican cómo es la vida a bordo, qué es cada cosa, quién es quien… Cuando estás en otro país y tienes la oportunidad de ver a compatriotas en ese ‘trozo’ de España como es ‘Elcano’ la visita es insoslayable. La afluencia de españoles expatriados que te cuentan sus vivencias e historias, muchas entrañables, es algo que no olvidaré y otro de los recuerdos que después de más de 20 años siguen en mi memoria".

Y es que son, como coincide en señalar Rafael Fernández, muchas las características "que hacen especial" el crucero en el buque. Este capitán de corbeta tapiego –realiza ahora el curso de estado mayor de las Fuerzas Armadas en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, CESEDEN– suma 21 años de servicio, tras una formación que empezó en la Escuela de Marina Civil en Gijón: "Siendo de un pueblo tan vinculado al mar como Tapia no es de extrañar que mi pasión sea el mar".

Su crucero en "Elcano" no fue su primera travesía, incluso había cruzado ya el Atlántico, pero nada tuvo tanto "impacto" como la del buque escuela, cuya ruta en 2009 fue similar a la que ahora realiza la guardiamarina Borbón al recorrer buena parte de América Central, Sudamérica y recalar también en EE UU. Como Pablo Cartujo, Fernández cree que entre lo mejor "está la experiencia de navegar a vela en un barco de casi cien años y hacerlo con los métodos de entonces". Esto otorga "confianza y seguridad" en uno mismo: "Con un cronómetro, un sextante y las tablas náuticas eres capaz de saber dónde te encuentras en medio del mar sin ninguna referencia de tierra".

Forjar el carácter

Destaca el comandante tapiego cierto carácter "aventurero" del crucero en "Elcano", por emular "otra época donde el hacerse a la mar no era algo rutinario y lleno de certidumbres como es ahora. La navegación a vela está llena de incertidumbres y aprender a entenderlas te hace crecer como marino, te forja el carácter".

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Fernández, en 2009, en un palo de "Elcano", durante su crucero de formación. / LNE

Poco tiempo tienen la Princesa Leonor y sus compañeros para el ocio, que lo hay, pero no en abundancia. "Si en la noche podías dormir 5 horas te podías sentir un guardiamarina afortunado", recuerda. "El ritmo en los seis meses es frenético. Al ser un buque a vela toda la maniobra en cubierta es manual, se necesita mucho personal. Si la maniobra implica tocar muchas velas como, por ejemplo, una virada, tienes que tocar maniobra general y eso implica poner a toda la dotación en cubierta".

Todo lo referente a "Elcano" lo podrán conocer directamente los asturianos el próximo julio, cuando el buque atraque en Gijón cinco días con la Princesa de Asturias a bordo y, quién sabe, si con la labor encomendada de hacer de guía. "Como asturiano no podría estar más orgulloso de que nos visite el barco, que siempre genera expectación allá donde va y estoy seguro de que la acogida en Gijón será impresionante. Solo verlo en el muelle ya llama la atención".

La presencia de Leonor hace sin lugar a dudas especial este crucero, el número 97 del buque y que antes hicieron su padre, su abuelo y su bisabuelo. "Romperá la rutina, seguro, pero no de forma muy significativa", describe Rafael Fernández. "Creo que será para su Alteza Real la oportunidad de ser un miembro más de la tripulación lejos de los focos y seguro que es su oportunidad de enamorarse del mar".

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