Entrevista | Antón García Autor de "Crónica de la luz y de la sombra"

"La asturiana es la gran desconocida de las literaturas hispánicas"

El escritor presenta en Oviedo, con Pedro de Silva y Natalia González, la traducción al castellano de la novela con la que ganó el "Xosefa Jovellanos" en 2014

Antón García.

Antón García. / Juan Plaza

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Oviedo

El escritor Antón García (Tuña, 1960), al frente de la Dirección General de Promoción Llingüística del Principado desde 2019, ganó el Premio "Xosefa Jovellanos" en 2014 por "Crónica de la luz y de la sombra". Una década después "Pez de plata" edita la novela traducida al castellano. En la presentación, el 21 de febrero a las 19.00 horas, en la librería Matadero Uno de Oviedo, estará acompañado por su amigo, también escritor y expresidente asturiano, Pedro de Silva, y por la librera y coeditora Natalia González. En junio el libro se presentará en la Feria del Libro de Madrid.

-"Crónica de la luz y la sombra" es una novela de largo recorrido.

-Es una historia que me acompañó desde que era muy crío. Soy de un pueblo de Tineo, Tuña. Unos diez kilómetros hacia el monte sucedieron los hechos que narro, el parricidio en la braña de La Zorera: Gancedo mata a su mujer y al niño, y dos años más tarde, a 15 kilómetros en dirección contraria, en la villa de Tineo, el verdugo Mayoral ajusticia con garrote vil al asesino, el último ajusticiado así en Asturias y uno de los últimos en España. Ese es el relato que muy someramente me contó mi padre, que conoció a alguno de los protagonistas. Le pregunté más cosas, fui reuniendo materiales… No sabía qué hacer con la historia, pero todo lo que encontraba lo iba metiendo en una carpeta. Hace unos 15 años saqué la carpeta y me di cuenta de que tenía suficiente información para hacer la novela que siempre quise hacer.

-¿Hay que leerla como una novela o como una crónica?

-Está totalmente pegada a la realidad, pero es una novela. Tenía mucha información sobre los personajes: el propio Gancedo, el juez instructor, el juez de Oviedo, el verdugo, el confesor, el periodista… Todos personajes masculinos; sobre los femeninos no hay documentación: la víctima, la suegra, la amante.

-¿Y eso?

-Las mujeres, muy a menudo, son borradas de la historia, del arte, la literatura, de la vida pública, incluso cuando son el motor de los acontecimientos, como aquí.

-El relato avanza cronológicamente, día a día.

-Establezco una cronología, por eso se llama crónica. En cuanto empecé a construir la historia me di cuenta de que las verdaderas protagonistas eran las mujeres. La muerta, una mujer instruida, a la que le gusta leer, que enseña a leer a su marido, después la relación entre ellos se deteriora. Hay un triángulo amoroso, la amante, mucho más joven, empiezan a tener relaciones cuando ella tiene 14 o 15 años, tiene un hijo con él. Luego, la madre, que es un personaje que parece no estar bien de la cabeza y quiere a toda costa deshacerse de la nuera, que no entiende.

-¿De qué habla en el fondo "Crónica de la luz y de la sombra"? ¿De un drama personal, de la vida en la braña, de la pena de muerte…?

-Hay muchas lecturas. Esta obra podría ser un "true crime", una novela de juicios... Lo es todo a la vez. Tiene una estructura compleja, yo trabajo mucho la estructura. Ninguna de mis dos novelas tiene un relato lineal, aunque lo parezca. Pretendo recrear la atmósfera de la vida social en Asturias, de la braña, en el primer capítulo; de Oviedo, en el capítulo 3, un año después, en el juicio, una sociedad urbana que recibe a la gente de la braña. El juicio se desarrolla con tribunal popular y termina, contra todo pronóstico, con una sentencia a muerte a Gancedo.

-¿Por qué contra todo pronóstico?

-Todo el mundo pensaba que se iba a condenar a muerte a Gancedo, a la amante y a la madre, pero no.

-¿El caso alcanzó mucha repercusión?

-Mucha. En Asturias fue portada en todos los periódicos y a nivel nacional también. Hay un primer momento en el que la sociedad asturiana se moviliza para pedir la pena de muerte y, sin embargo, dos años después, una vez firme la condena, la misma sociedad asturiana, pide el indulto.

-¿Por qué?

-No lo sé, es curioso. Todos estabas de acuerdo en la condena a muerte y luego, cuando llega, escriben cartas a la reina, al ministro, a este, al otro… pidiendo el indulto. Detrás de todo este asunto también hay política: la mujer asesinada era de una familia tradicionalista. El carlismo estaba en transición y el conservadurismo de la época quiere recoger los restos del naufragio carlista. La gran campaña contra la pena de muerte la hace el republicanismo, sobre todo el periodista Adeflor, que publica en "El Noroeste" un artículo que recojo en la novela.

-¿Se trata de una novela de personajes?

-Hay un retrato coral de la sociedad. En un momento determinado centro el foco en el juez instructor de Tineo, un personaje muy curioso; en otro en el juez, aquí, en Oviedo, en la Audiencia; en el periodismo, hay un periodista de "El Carbayón" que sigue todo el juicio y luego va como enviado especial a Tineo… Es muy interesante lo que se monta en Tineo alrededor de la ejecución, una feria, miles de personas de toda Asturias… El alcalde tiene que sacar un bando pidiendo contención y decoro.

-¿Aún se recuerda el crimen en La Zorera?

-En los años 80 Rafael Lorenzo, en LA NUEVA ESPAÑA precisamente, publicó algunas páginas sobre ello. Fue allí, habló con los vecinos, pero lo que la gente le contaba no coincidía con lo que había ocurrido, ni con el juicio, ni con la condena. La memoria humana, si no se recoge por escrito, es muy mentirosa.

-¿Por qué renunció a traducir personalmente la novela?

-Marta López, que escribió varios años crítica en LA NUEVA ESPAÑA, hizo un trabajo maravilloso y, aunque está en castellano, la novela mantiene el sabor de ese mundo asturiano. Desde el primer momento tuve claro que no haría la traducción. Me costó mucho con mi anterior novela, "Dies de muncho", y no estoy seguro de haber acertado. No conozco tan bien el castellano como para nombrar con él las referencias de mi mundo en asturiano.

-Raramente se traducen al español libros en asturiano.

-La literatura asturiana, sobre todo de los últimos 50 años, es la gran desconocida de las literaturas hispánicas. Hay muchas obras extraordinarias, que podrían tener larga vida en español. Las editoriales hicieron una apuesta fuerte por traducir la literatura en catalán, vasca o gallega, una apuesta que a Asturias no llegó.

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