"Forma Antiqva", el sonido de la "marca Asturias", presenta en el Auditorio su último trabajo, "De sópitu", un disco que "desentraña las raíces del terruño"

Con más de veinte años de trayectoria y con un disco como "De sópitu" bajo el brazo, "Forma Antiqva" son "marca Asturias", un proyecto musical que hay que "mimar y exportar". Con esa rotundidad y con el acuerdo de todo el público lo expresó ayer la periodista María Herrero en la presentación de este nuevo y singular trabajo en el que el barroco y la música tradicional asturiana se dan la mano.

"De Sópitu" llega con sello propio en el amplio sentido de la palabra, y su presentación se produjo en el mismo lugar donde se realizó la grabación en junio, con la producción de Fernando Arias, presente ayer en la sala. Aarón Zapico, ideólogo del proyecto, estuvo acompañado de sus dos hermanos, Pablo y Daniel, por Ismael G. Arias y María Herrero, sonsacándoles algunos secretos e interioridades de este trabajo, desde la selección, búsqueda en archivos, descartes y aciertos.

Así, revelaron cómo Pablo Zapico recuperó el rigodón de Santiago de Murcia, titulado "La asturiana", en la Biblioteca Nacional, pieza que luego interpretaron en vivo. No faltó el hermanamiento de las cuencas con el socarrón Mael Arias añadiendo anécdotas como los genes asturianos de "el garrotín" o la marcha escocesa de Beethoven. "Seguro que ye nuestra", bromeó, historia que bien pudo pasar por Requejo y ante la que el alcalde de Mieres, Manuel Álvarez, también presente, asintió y sonrió.

El disco presenta una interesante selección y arreglos de distintos temas del folclore asturiano, cántabro, leonés y hasta irlandés, inspiración que le vino a Aarón Zapico desde los tiempos de estudiante en La Haya, donde pudo beber de las fuentes originales que incluían el folclore que ya utilizaron Händel, Purcell o Matteis.

La alternancia de temas deja combinaciones internacionales, con el cello de Ruth Verona, capaz de emocionar en un canto melancólico introductorio alternando con el rítmico de la muñeira de Chantada, donde las flautas del astur-leonés Alejandro Villar aportan ese matiz celta. Así lo dijo Ismael Arias ayer con el asentimiento de Lisardo Lombardía, otro más entre el público asistente. Las músicas que Aarón Zapico recogió, tras consultar con Arias, su hija Sara, Miriam Peandones o Héctor Braga amalgaman páginas reconocibles por todos los "omnívoros musicales" que siempre tienen presente lo cercano, "desentrañando las raíces" de unas melodías tan apegadas al terruño. Por supuesto la percusión de Pere Olivé, otro "imprescindible" de "Forma Antiqva" junto a los tres hermanos, redondean un proyecto que ya queda para la posteridad del patrimonio asturiano.

Punto y aparte merece el tenor cordobés Pablo García-López (último Don Basilio en la temporada de ópera de Oviedo), ya adoptado porque parece de Mieres por su impecable dicción y musicalidad ("El señor cura de la Piñera", "Tengo al mio Xuan en la cama" o esa joya intimista que es "¡Que m’escurez"), recitando "Una fatal ocasión", junto a la emocionante interpretación de "Santa Bárbara bendita" que cierra el disco. El conjunto casi invita a tomar unas pintas o unos culinos en Requejo. De momento, y tras la presentación de ayer, se podrá escuchar en Córdoba. Más allá, los Zapico no paran: una "Vivaldiana" el próximo 6 de marzo en Los Conciertos del Auditorio o el 1 de julio en una romería gijonesa dentro del Festival de Música Antigua.

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