El plan europeo del acero incluye solo 150 millones en nuevas ayudas específicas para el sector
Bruselas refuerza las medidas de salvaguarda y deja en manos de los Estados las rebajas fiscales para abaratar la energía

Las medidas para salvar a la siderurgia: la UE gravará el acero importado y aumentará las ayudas al hidrógeno / LNE

El esperado Plan de Acción del Acero de la Unión Europea únicamente incluye 150 millones de euros en ayudas específicas para la transformación del sector. La Comisión Europea destaca que desde 2022 ha aprobado ayudas de 9.000 millones de euros para descarbomizar la siderurgia (entre los que se incluyen los 450 millones de euros concedidos ArcelorMittal para sustituir uno de los dos hornos altos de Gijón) y que el sector se prodrá beneficiar, al igual que otros considerados estratégicos, de los 100.000 millones que movilizará en el Banco de Descarbonización ya anunciado en el Pacto de la Industria Limpia y que arrancará con un proyecto piloto de subasta de 1.000 millones este año.
Los únicos nuevos fondos de ayuda específicos que incluye el plan de la siderurgia presentado hoy son 150 millones de euros del Fondo de Investigación del Carbón y el Acero (RFCS) que se movilizarán en 2026 y 2027 para reforzar la innovación. Además, la Comisión propondrá una reforma integral del Fondo de Investigación para simplificarlo y acelerar las inversiones, incluidas las vinculadas a la inverstigación relacionada con la defensa.
Como era esperado, la Comisión Europea reforzará el sistema de contingentes y cuotas que aplica al acero a partir del 1 de abril con el objetivo de reducir hasta en un 15% las importaciones al mercado común. Es la respuesta a los nuevos aranceles de hasta el 25% anunciados por Estados Unidos y a la competencia desleal de rivales como China.
"Debemos proteger a nuestras acerías frente a la competencia desleal extranjera, venga de donde venga", ha avisado el vicepresidente comunitario para la Prosperidad y la Estrategia Industrial, el liberal francés Stéphane Séjourné, en una rueda de prensa en Bruselas en la que ha defendido que Europa debe ser "un jugador y no simplemente el terreno de juego" para empresas y productores de países terceros.
Así, la primera medida "inmediata" será "reforzar a partir del 1 de abril" la llamada cláusula de salvaguarda que ya prevé contingentes arancelarios por los que se grava el acero que entra en la Unión Europea por encima de las cuotas establecidas, según ha explicado Séjourné. Este ajuste tendrá especialmente en cuenta las categorías en donde la "presión es más aguda", precisan los servicios comunitarios, por combinar un significativo aumento de las importaciones y una caída de la demanda.
Entretanto, también se pone en marcha una revisión a medio plazo porque esta cláusula dejará de estar en vigor en junio de 2026, pero Bruselas avisa ya de que "no es razonable asumir" que los problemas estructurales de exceso de capacidad global y su impacto negativo en el mercado se hayan corregido.
En su propuesta, de hecho, el Ejecutivo comunitario avisa de que las medidas que están adoptando países terceros para limitar las importaciones a sus propios mercados, como los aranceles de Trump a todo el acero y aluminio extranjero, convertirán el mercado europeo en el principal receptor de esa sobreproducción.
Séjourné ha marcado "el tercer trimestre" de este año como plazo para presentar la reforma necesaria para que una nueva medida de salvaguarda permanente reemplace la cláusula en vigor antes de que ésta deje de tener validez. La propuesta tendrá en cuenta los cambios en la demanda europea y otros parámetros como la seguridad, aunque los servicios comunitarios aseguran que se preservará el "aperturismo" del mercado de la UE.
A la competencia y alimpacyto de los aranceles se suma para agravar la situación del acero el alto precio de la energía en el bloque comunitario, que es entre tres y cinco veces más cara que en Estados Unidos y representa una gran proporción de los costes de producción, del 17 % en el caso del acero y del 40 % en el del aluminio ya antes de la crisis energética, así como la falta de interés de los inversores por financiar la descarbonización del sector.
Para abaratar la energía, Bruselas remite al Plan de Energía Asequible presentado el mes pasado e insta a los países a usar la "flexibilidad" que dejan las normas europeas de ayudas de estado y de energía para rebajar los costes. Estas les permiten por ejemplo rebajar a cero los impuestos para las industrias de alto consumo energético bajo ciertas condiciones o aplicar tarifas reducidas por el uso de la red para aliviar la volatilidad de precios.
El plan llama además a favorecer un rápido acceso a las redes eléctricas para estos sectores, así como a promover el hidrógeno como fuente de energía renovable para la descarbonización de la industria, para los que remite a las convocatorias de ayudas del Banco del Hidrógeno.
Además, la Comisión prevé ampliar el alcance del Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera - un arancel climático que grava las importaciones con mayor huella de carbono- para incluir ciertos productos hechos a base de acero o aluminio y evitar que los importadores hagan un "blanqueo ecológico" de estos productos, compitiendo de forma desleal con los europeos.
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