El senegalés que llegó en cayuco, ahora es informático y se siente un asturiano más: "Rechazar a los menores migrantes es falta de cultura"
"Lo pasé muy mal, con mareos y vómitos. No sé cómo llegué, pero lo hice", recuerda Abdou Karim, en el Principado desde 2007

Abdou Karim Thiam Seydi, en el centro, con su familia, durante uno de sus viajes a Senegal. / LNE
Abdou Karim Thiam Seydi aún recuerda perfectamente cómo fue el viaje en cayuco que le permitió llegar de su Senegal natal a Tenerife cuando apenas tenía 12 años. No sabía nadar, pero eso no fue impedimento para que, de la mano de su mejor amigo, decidiese lanzarse a un viaje que podría haber acabado con su vida. Buscaba lo que tantos otros antes y después que él, "un futuro mejor para mí y para mi familia". Y lo consiguió. Con 30 años, se considera más asturiano que ninguno, está casado y tiene dos hijos en la región. Aunque, si echase la vista atrás, y "viendo la cantidad de gente que se queda por el camino", tiene claro que la decisión sería totalmente distinta.
Nadie como él entiende, por tanto, por lo que están pasando los más de 4.000 menores que actualmente esperan en las islas Canarias para ser trasladados a otras comunidades españolas. Un reparto solidario que, tras el acuerdo entre Pedro Sánchez y Junts, ha causado fuertes críticas de la derecha. Según las proyecciones iniciales, Asturias tendría que acoger a 151 menores. "A todos nos gustaría vivir cerca de la familia y de los amigos. Si uno decide irse a otro país sin saber la cultura ni el idioma, y jugándose la vida, es que está al límite", asegura.
En su caso fueron nueve días con sus nueve noches las que tardó en tocar tierras españolas. "Lo pasé muy mal, con mareos y vómitos. No sé cómo llegué, pero lo hice", recuerda. Su conexión con España fue instantánea, como "si encajásemos". "De España no puedo decir nada malo. Conocí gente estupenda, que te abre las manos y te ayudan en todo lo que pueden", dice.
Su hermano mayor, Assane, fue la razón de que su destino acabase ligado a Asturias. Él ya residía en el Principado y medió para que la entonces consejera de Bienestar Social, Laura González, agilizase los trámites que permitiesen a Abdou trasladarse a la región. El 1 de febrero de 2007 llegó a Gijón, y al poco tiempo se incorporó a las aulas de las Ursulinas, hoy colegio Montedeva.
Fue un proceso duro. No conocía el idioma y necesitó clases intensivas, con la colaboración de varios docentes de francés, para poder ir poco a poco adquiriendo soltura con el castellano. El trabajo dio sus frutos, tanto que apenas un año después de su llegada a la ciudad recibió un premio del Ayuntamiento de Gijón al esfuerzo personal en Educación Secundaria.
Su acogida en el Hogar de San José también ayudó a que se sintiese como en casa. "Los educadores siempre estuvieron ahí para mi. Mi familia estaba lejos y todo lo que tengo es gracias a la gente que estuvo detrás en esos momentos", afirma.
En un principio, su empeño lo llevó a seguir los pasos de su madre, maestra en Senegal, y graduarse en Magisterio. Una superación por la que se ganó el reconocimiento de "Asturianos del mes" de LA NUEVA ESPAÑA. Actualmente trabaja como informático.
Abdou Karim Thiam Seydi pasó durante su juventud por varios equipos asturianos. Durante su etapa en el Sporting pudo mandar material a Senegal y con el paso de los años llegó a fundar su propia academia que a día de hoy mantiene con lo que su familia consigue ahorrar. "Lo poco que tenemos mi mujer y yo va para allí", cuenta.
Asturias a él le dio una oportunidad y está más que "orgulloso" de que ahora la región esté dispuesta hacer lo mismo con otros en su misma situación. "Aunque para ellos sea un momento difícil, el que alguien les tienda la mano es darles un futuro", afirma. Por eso no entiende a aquellas comunidades o partidos, "como PP y Vox", que no quieren aceptar esta acogida: "Están pensando en cuestiones políticas y no humanitarias".
Abdou recuerda que España fue un país que "no lo tuvo fácil". "Hubo una Guerra Civil, gente que tubo que emigrar y que allí donde fue seguro que fue bien recibida", dice. Por eso, para él decir que no a alguien es "falta de cultura y de conocimiento". "A esa gente le falta salir fuera y no me refiero a ir de vacaciones a un hotel. Me refiero a meterse en la cultura, conocer a las personas y conocer las costumbres como tenemos que hacer nosotros cuando venimos. Yo luché por un sueño, pero hubo muchos que no lo lograron. Ya que llegas lo que tienes que hacer es trabajar e intentar ayudar en todo lo que puedas", defiende.
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