El triste adiós a "Paca", que "nos hizo ver los animales de otra forma": la osa "Molinera", última moradora del cercado

La hembra, de 36 años y rescatada junto a su hermana "Tola" en 1989, atrajo a miles de visitantes a los Valles del Oso: "Nos hicieron ver los animales de otra manera"

Tan solo cuatro osos habitaron durante largos periodos el cercado en casi tres décadas

Sara Bernardo

Sara Bernardo

Proaza / Santo Adriano

"Paca", el último gran símbolo de la lucha por la supervivencia del oso pardo cantábrico, murió ayer en el cercado de Santo Adriano y Proaza después de que veterinarios de la Fundación Oso y del Principado le practicasen la eutanasia compasiva debido a su deterioro físico. El animal tenía 36 años, siendo la supervivencia de estos ejemplares de entre 20 y 25, algo más si viven en cautividad. "Si duró tanto fue porque los cuidadores de la Fundación las trataron muy bien, vivían de una forma muy cómoda", aseguró ayer Fernando Figaredo, alcalde de Proaza, dolido por la perdida de un icono que "puso a los Valles del Oso en el mapa".

Con la muerte de "Paca", siete años después que su hermana "Tola", se termina una época osera en Asturias, que marcó un antes y un después en los Valles del Oso (Proaza, Teverga, Quirós y Santo Adriano). Una etapa que ha durado más de tres décadas en torno a las dos oseznas recogidas en un monte cercano a Cangas de Narcea. Era 1989 cuando un cazador furtivo abatió a la madre de ambas. El capitán de la Guardia Civil y fundador del Seprona en Asturias, Virgilio López Rico, recibió una llamada de un individuo alertando de que conocía a un cazador que tenía a dos plantígrados de unos cinco meses en su casa. Tras una larga negociación, López Rico, que por aquel entonces era cabo, llegó a un acuerdo para rescatar a las osas. El informante se las entregó en un punto de la carretera entre Tineo y Navelgas, un 9 de junio de 1989. Comenzaba así una historia, contada con luz y taquígrafos, que convertía a "Paca" y a "Tola" en un concepto único en la lucha de la concienciación contra el furtivismo.

En el edificio de la Casa del Oso, en Proaza, una pequeña tienda muestra decenas de peluches de osos, imanes de osos, postales de osos... En una de las estanterías del diminuto espacio, una caja de galletas con forma, cómo no, de oso, muestra su precio en pesetas. Como último guiño a una década, la de los noventa, en la que la concienciación medioambiental aún era incipiente y lo de la conservación de especies sonaba lejano. Tras pasar varios años por centros de recuperación de Cataluña y Cuenca, las dos hermanas volvieron a Asturias en 1996. Para ello se dispuso un espacio de 40.000 metros cuadrados de monte con un punto de abastecimiento de agua, comedero y dos oseras artificiales. Rodeado, a su vez, por el tramo de la recién inaugurada Senda del Oso, que unía Proaza y Entrago. Una "jaula de oro", como lo calificaron algunos, que permitió a las oseznas vivir en semilibertad, bajo la tutela de la Fundación Oso, mientras que la comarca aprovechaba su tirón turístico. "Independientemente del componente ambiental, las hermanas han contribuido al desarrollo socioeconómico de Proaza, Santo Adriano, Teverga y Quirós", reflexionaba ayer Pepín Tuñón, director de la Fundación Oso de Asturias.

Montse Álvarez regenta un bar en Proaza, un pueblo que "resurgió" con la llegada de los plantígrados: "Llegan excursiones y todos preguntan por lo mismo, ¿cuándo podemos ver a Paca y Tola?, nosotros las acogimos y ellos nos llenaron esto de vida, de niños". Porque eran, precisamente los colegios, los que tenían un típico viaje para conocer a las oseznas. "El área recreativa estaba siempre llena de chavales que comían por aquí por el pueblo", comentaba ayer el proacín Alfonso Arias.

"Se hizo una gran labor de educación ambiental en torno a las osas y eso cambió la perspectiva con la que la sociedad veía a estos animales", explica el investigador Carlos Nores. Y pese a no estar muy de acuerdo con "ponerle nombre a los animales" ya que la gente "tiende a considerarse propietaria de la naturaleza", reconoce que el "bautizo" de las oseznas como "Paca" y "Tola" fue todo un acierto a nivel comunicativo, ya que "nació en los asturianos un orgullo patrimonial que hizo que se sintiesen unidos a su tierra y satisfechos las labores que se llevaron a cabo para salvar al oso pardo".

Unas labores que, tres décadas después, continúan. Según datos de la Fundación Oso de Asturias, en 1989 había entre 80 y 90 osos viviendo en la naturaleza. Hoy, hay cerca de 400. "Ellas fueron las encargadas de acercar al oso pardo cantábrico a la sociedad y que esta denunciara el furtivismo", comenta Pepín Tuñón.

Asturias sufrió ayer la perdida de un ejemplar que supuso mucho más que eso. "Con su llegada al Valle nos enseñaron a ver a estos animales de otra manera e hicieron que en esta comarca todo fuese nuevo e ilusionante", aseguraron desde el Ayuntamiento de Proaza. Su alcalde, Fernando Figaredo, resumía estos treinta años en tres palabras: "Gracias, Paca y Tola".

En el cercado número 1 de la Senda del Oso comía ayer al sol "Molinera", la única osa que queda ya en el recinto tras la muerte de "Tola" en 2018 y de su hermana "Paca" este jueves. "Es un día triste. Se ha perdido un símbolo de Asturias", expresó el consejero de Medio Rural, Marcelino Marcos Líndez, sobre la muerte de esta última. "La eutansia era lo aconsejable por su estado, con artrosis, algo de anemia, no tomaba la medicación…", añadió. Señaló, además, que es pronto para pensar en el futuro del cercado y la posibilidad de contar con más osos en cautividad. Solo cuatro habitaron esas seis hectáreas de monte entre Proaza y Santo Adriano.

Muere la osa "Paca" siete años después de su hermana "Tola": hubo que sacrificarla para "evitarle mayor sufrimiento"

A. Domínguez / LNE

El espacio se habilitó en 1996 para que "Paca" y "Tola", rescatadas siete años antes, pudiesen vivir en semilibertad. Solo se "mudaron" en una ocasión y durante cinco meses: En el año 2004, un desprendimiento rompió el cerramiento y ambas fueron trasladadas al parque de Cabárceno (Cantabria), lugar desde donde, años después, en 2008, llegó al Principado el tercer oso: "Furaco". Un macho que venía con la misión de fecundar a alguna de las hermanas pero que, pese a que el presidente Revilla confesó que "sería implacable" gracias a una dieta de "sardinas y sobaos", nunca consiguió dejar descendencia en el Principado. Nueve años después y sin conseguir resultados, "Furacu" volvió a Cabarceno dejando en el Valle de Trubia a una osa más de las que se encontró al llegar.

En el año 2013, "Molinera" fue rescatada en Leitariegos tras despeñarse. Los expertos estuvieron tratando de reincorporarla a su hábitat durante varias semana pero, ante la imposibilidad, acabó en el cercado de la Senda del Oso. Ella es, ahora, su única inquilina. A sus 13 años, aún está en edad fértil, lo que podría traducirse en otro intento de fecundación para poder conservar esta especie en semilibertad que tanta vida ha dado a los Valles Oseros.

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