Vargas Llosa volvió a sentirse periodista en LA NUEVA ESPAÑA
El célebre escritor visitó la redacción en diciembre de 1993 y rememoró su trabajo adolescente en un diario peruano

Javier Moll (tapado) y Melchor Fernández Díaz muestran a Mario Vargas Llosa un ejemplar del suplemento cultural de LA NUEVA ESPAÑA.

La faceta de periodista de un adolescente peruano llamado Mario Vargas Llosa salió a relucir cuando el después célebre escritor visitó la redacción de LA NUEVA ESPAÑA, el 14 de diciembre de 1993. Había viajado a Oviedo para dictar una conferencia en el marco del Campus Internacional "Ciudad de Oviedo", un foro de debate promovido por la Universidad y el Ayuntamiento de la capital, con el patrocinio de este periódico.
En esa ocasión, el autor peruano rememoró que, cuando aún no había cumplido 16 años, entró a trabajar en la redacción del diario "La Crónica", de su país. Y en la conversación desgranó algunos trabajos de los que guardaba un buen recuerdo, principalmente crónicas de sucesos y entrevistas literarias, además de un conjunto de vivencias que más tarde incorporaría a sus creaciones literarias.

A la izquierda, Javier Moll guía a Mario Vargas Llosa por la redacción de LA NUEVA ESPAÑA en compañía de José Manuel Vaquero y Alicia Castro Masaveu. En el centro, el escritor, en el almuerzo celebrado en el periódico, charla con la escritora Corín Tellado, a la que admiraba. A la derecha, Javier Moll, Melchor Fernández Díaz y el autor peruano, durante la visita.
Vargas Llosa estuvo en las instalaciones de LA NUEVA ESPANA con su esposa Patricia. En el recorrido le acompañaron Francisco Javier Moll de Miguel, presidente de Prensa Ibérica, grupo editorial al que pertenece este periódico; José Manuel Vaquero, por entonces director general de LA NUEVA ESPAÑA; Melchor Fernández Díaz, a la sazón director del diario, y la escritora asturiana Corín Tellado, amiga y admiradora del autor de "Lituma en los Andes" (y a su vez admirada por el Nobel).
Vargas Llosa se interesó por el proceso de edición del periódico y, en particular, por el suplemento "CULTURA", que se llevó debajo del brazo y al que dedicó encendidos elogios por sus contenidos de información y crítica de libros. Le fue mostrada una pequeña porción de la hemeroteca y también las antiguas linotipia y rotativa, que ya no estaban en servicio pero que aún no habían sido desmontadas.
Melchor Fernández Díaz recuerda que le entregó, para que se los dedicase, un ejemplar de "Conversación en La Catedral" y otro de "Los cachorros". "Se tomó la molestia de escribir dos dedicatorias distintas", rememora el entonces director de este periódico, quien se admiró de que en la conferencia que ofreció en el teatro Campoamor Vargas Llosa "hablase de memoria, sin seguir guion alguno".

Vargas Llosa volvió a sentirse periodista en LA NUEVA ESPAÑA
También estuvo presente en aquella visita a LA NUEVA ESPAÑA la concejala del Ayuntamiento de Oviedo Alicia Castro Masaveu, quien ayer relató que, en el almuerzo celebrado en la planta superior de la redacción, "yo estaba a su lado y me dio una charla de lo que tenía que hacer para dejar de fumar". El éxito de Vargas Llosa en este empeño fue muy relativo: "Casi me convence, pero a día de hoy sigo fumando", explica Alicia Castro, quien subraya que el escritor sudamericano "dejó muy patente que le unía una gran amistad con Corín Tellado".
Mario Vargas Llosa firmó en el libro de honor del periódico: "Mi agradecimiento por recibirme en este local, donde se fomenta la vida cultural y la acción cívica, y con mis mejores votos por un futuro con muchos éxitos".

Vargas Llosa volvió a sentirse periodista en LA NUEVA ESPAÑA
Los responsables de LA NUEVA ESPANA le entregaron la "Historia de Asturias", editada por el periódico, y una ampliación enmarcada de la viñeta cómica "La tira y afloja" que el periódico publicaba ese mismo día, en la que podía verse a Clarín y a Vargas Llosa conversando en torno a una mesa, con la Catedral de Oviedo de fondo. El autor peruano se había confesado en varias ocasiones gran admirador de Clarín, sobre todo de su novela "La Regenta". El primer premio literario que recibió llevaba el nombre de Leopoldo Alas y se le concedió por el relato "Los jefes". Un premio que, reconoció, "supuso un extraordinario estímulo, ya que entonces era un joven aspirante a escritor que soñaba con ser publicado". Sueños que, andando el tiempo, se hicieron realidad con creces.
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