Entrevista | Andrea Levy Soler Concejala del PP en el Ayuntamiento de Madrid y autora del libro "La utilidad de todo este dolor"

"Abres el botiquín y parece que te salva, pero tomas tal cantidad que un día no vas a contarlo"

"Para una contractura, Valium. Si no puedes dormir, un Orfidal y después dos. Si por la mañana te ves muy acelerada, Lexatín. Luego, alprazolam, lormetazepam, lorazepam… Pasé por todas las benzodiacepinas, son primas hermanas"

Andrea Levy, en Oviedo.

Andrea Levy, en Oviedo. / IRMA COLLÍN

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

La fibromialgia y la política se dan la mano en "La utilidad de todo este dolor", libro publicado por Andrea Levy Soler (Barcelona, 1984). Abogada y dirigente del Partido Popular, vivió en primera línea el "procés" independentista catalán y la defenestración del líder popular Pablo Casado, episodios que afectaron negativamente a su salud y que la llevaron a una dependencia de medicamentos analgésicos y de benzodiacepinas. Actualmente, reside en Madrid, donde es concejala del PP y concejala presidenta del Distrito de Retiro, lo que la convierte en la máxima responsable del emblemático parque madrileño. Ha estado en Oviedo presentando su libro, cuyo subtítulo sintetiza una década de su biografía: "Cuando sobrevivir se convierte en una forma de (mal)vivir".

¿Cuál es el detonante de este libro?

Me pidieron que escribiese un libro sobre análisis político, sobre mi experiencia política. Pero me parecía que ya hay demasiados libros sobre eso. Mi propuesta alternativa les entusiasmó: contar lo que me sucedió entre 2013 y 2023, las situaciones que yo iba atravesando y cómo eso iba afectando a mi día a día desde el punto de vista anímico y también físico. Y todo ello en un tono muy personal y a calzón quitado. Hay mucha gente que dice que el libro es muy valiente, porque expongo todo lo que me ha pasado en esos diez años de manera totalmente sincera.

¿Para un político sincerarse es suicidarse?

No lo sé. He querido reflejar cómo una persona que estaba en primera línea y que parecía ser muy conocida por muchos, pues de puertas para adentro, cuando se apagaban las luces, vivía en unas sombras que son las que he querido contar. Sincerarse no es cómodo porque normalmente siempre está esa voluntad autoimpuesta de fingir mayor seriedad de la cuenta para aparentar más empaque. Pero es verdad que, en política, la sinceridad puede ser vista como vulnerabilidad; parece convertirte en alguien a quien es fácil torcer el brazo y hacerle daño.

¿En su caso?

He querido hacer un ejercicio de libertad explicando determinadas circunstancias dolorosas que me han pasado. Me ha servido de base liberadora y de herramienta para fortalecerme y para decir: "Me ha pasado esto, lo he superado y ahora soy, no mejor, pero sí más fuerte".

¿Cuándo llegó la fibromialgia a su vida?

Empezó en 2013. Pero hasta 2020 no me pongo frente al espejo de encontrar las palabras dichas por un médico y darme cuenta de lo que me estaba pasando.

¿Siete años?

Sí. Siete años en los que me enfrentaba al escrutinio público constantemente y estaba expuesta de un modo permanente. Y la consecuencia era un deterioro físico cada vez más notorio al que yo no presté la atención debida.

¿Fueron siete años buscando un diagnóstico?

Sí, me hice muchísimas pruebas e intentaba buscarme soluciones, a lo mejor no dando con la tecla adecuada. Había algo que me dolía y no me había dado un golpe. Era como si no pudiera con mi vida, cuando en realidad no hacía nada que pudiera perjudicarme de esa manera. Era una constante el no poder dormir…

¿Y qué hacía?

Iba sorteando esa situación con una serie de medicamentos que nos son muy familiares: analgésicos, benzodiazepinas… Acabé colapsando porque me perjudicaban más que me beneficiaban.

¿Generó una adicción?

Sí, sobre todo a las benzodiazepinas.

¿A cuáles?

A todas, porque cuando empiezas… Las benzodiazepinas son muy útiles para lo que están pensadas y para determinados momentos. Pero, cuando uno se acostumbra, son muy cómodas, tremendamente adictivas… Ya hemos visto cómo algunos medicamentos se han convertido en grandes epidemias en Estados Unidos.

¿Cuándo se dio cuenta de que estaba enganchada?

Durante la pandemia, cuando nos confinaron. Fue la primera vez en mi vida que tenía que hacer cosas pero sin moverme de casa. Y entonces un día abrí el cajón y dije: "¡Ostras, me pasan muchísimas cosas!". Y puse el hilo a la aguja de contactar con un médico, le conté todo lo que me estaba tomando y me dijo: "Esto es una bomba de relojería. Te has acostumbrado a unos niveles que no deberías estar tolerando. Esto te lo hemos de sacar inmediatamente".

¿Usted tomaba un montón de medicamentos sin tener un diagnóstico?

Sí, tenía muchos dolores. Para una contractura, Valium. Si no puedes dormir, Orfidal. Luego no te sirve uno, necesitas dos. Si por la mañana te ves muy acelerada, viene el Lexatín. Luego, el alprazolam, el lormetazepam, el lorazepam… Pasé absolutamente por todos… Y el clonazepam… Son todos primos hermanos.

¿La gente cercana notaba algo?

Lo que me sorprendía es que a mi alrededor nadie se alarmó de todo lo que estaba tomando. Al revés, cuando yo decía que me iba a tomar un tal, siempre alguien me pedía.

Últimamente ha crecido la sensibilización sobre la salud mental…

Sí, pero se engloba en salud mental cosas que no lo son. Una cosa es salud mental y otra es salud emocional o educación emocional. Son cuestiones muy distintas. Debemos tener un aprendizaje para la gestión de nuestras propias emociones de forma que la farmacología no sea un recurso.

¿Tiene algo que reprochar a alguien por no avisarla?

Yo no quería que me doliese, yo no quería no dormir, yo quería estar activa… Y ante la frustración de no conseguirlo, luchaba contra mí misma de una forma equivocada. Seguramente tengo que reprocharme a mí misma el haber apretado los dientes para hacer ver que no pasaba nada.

¿Tiene la sensación de que en su entorno puede haber mucha gente con alguna adicción semejante?

Sí, sí, y de hecho me lo ha demostrado el hecho de escribir el libro y recibir testimonios de mucha gente. En el libro me detengo en la evolución del consumo de analgésicos. España es el mayor consumidor de benzodiazepinas del mundo. Esta medicación es útil para lo que está indicada. ¿Por qué se abusa? Seguramente para no escuchar, detenernos y analizar lo que nos pasa, para así cambiarlo.

¿Cómo vivió el confinamiento de la pandemia?

Fue cuando vi que todo aquello no tenía ningún sentido y empecé a darme cuenta que estaba saliendo la cara B de las benzodiazepinas. Es cuando empiezo a tener blackouts, o sea, pérdidas de memoria temporales. Cosas que habían pasado muy recientemente las olvidaba del todo. Eso tiene que ver con las benzodiazepinas. Es entonces cuando hago la reflexión de que no puedo seguir así… Después tuve una recaída en el año 2021 por unas circunstancias profesionales, políticas… Pero ya entonces el médico me dijo: "Esto es serio, en tu vida no puede entrar una más, no puede entrar una más…". Me advirtió de que estaba creando un nivel de tolerancia con el que algún día podía hacer crac, romperme… Tienes el síndrome del cajón, abres el botiquín y eso parece que te salva, pero no te está salvando, estás tomando tal cantidad que un día no vas a contarlo.

¿Cómo afectaba todo eso a su vida cotidiana?

Vi que estaba cambiando mi manera primigenia de ser. Cada vez estaba más irritable, más cansada, más triste, más apesadumbrada. No podía por la frustración… Vivir así constantemente no era una vía.

¿Qué hechos políticos condicionan todas estas situaciones?

Los años 2016, 2017 y 2018 son los años del "procés", que sin duda me genera un desgarro emocional, familiar, sentimental… Nací en Cataluña, allí viven mis padres, y todo aquello me supuso un arranque de raíces brutal, de no sentirme en mi ciudad, en mi hogar.

¿Eso le resultó muy duro?

Muchísimo, había mucha hostilidad. De repente, llegar a Barcelona era sentirme permanentemente insegura. Todo estaba a punto de inflamarse. Eso ya no es sólo gestión política o discurso político, es que llega un momento en el que se está quebrando todo aquello que te ha construido. Eso es lo que me sucedió. Luego fueron los años de la llegada de las nuevas formaciones políticas, en los que la comunicación era de 360 grados, constante… Había que comunicarlo todo y llegar antes que el otro. Como me dijo un amigo, salía en la tele más que la canción del verano, y realmente era un poco así.

En la tele se la veía de una forma y usted estaba de otra…

Cuando llegaba a casa dejaba todo eso y me invadía el miedo a no poder dormir, la ansiedad por no poder dormir, luego el dolor por no poder dormir… Y al día siguiente había que volver a empezar y estar bien.

¿La política es una burbuja?

No diría que era eso, pero la primera línea es muy exigente y yo me hice muy autoexigente, igual en demasía. También es verdad que llegué muy joven a la dirección de una formación política y eso suponía renunciar a muchas cosas que para mí eran importantes. Tenía que esforzarme tres veces más para demostrar que yo merecía estar allí, que aquel era mi lugar…

¿Y en 2021 qué generó la recaída?

Pablo Casado dimite del Partido Popular y hubo muchas tensiones. Veníamos de unas primarias, de un proyecto que pretendía cambiar el rumbo en una determinada dirección, y de repente esa ruptura impacta en personas que éramos amigas entre nosotras, y eso te desgarra… Te frustra que ese proyecto durase tan poco. Fue duro… Se había tomado una dirección para cambiarlo todo, y no sólo no se cambia, sino que empiezan unas prácticas absolutamente nefastas para el proyecto y para la organización entre compañeros. Fue doloroso. Al final, lo que no duele te convierte en cínico, y el cinismo en política es algo malo, es algo terrible.

¿El cinismo deteriora al der humano?

Sí, cuando te da igual decir una cosa que la contraria, cuando te da igual renunciar a cosas que deberían ser tus límites, a esos ideales que pensabas que debían ser los motores por los que luchaste, y a contradecirte sin más... No sé... Parece que estoy hablando de Pedro Sánchez, pero es verdad. El cinismo es nefasto para la política.

¿Ve ahora mucho comportamiento de ese tipo?

Sí, lo veo. A veces, la verdad, la sinceridad, la transparencia, la coherencia en política tiene un precio que tienes que asumir, pero es gratificante, porque cuando miras atrás piensas que el camino ha valido la pena a pesar de la dificultad que entraña. No puedes estar constantemente cambiando tus límites por el simple hecho de ser político. El cinismo en política es pura toxicidad.

Usted mantuvo una relación con el cantante gijonés Nacho Vegas…

Lo he contado y nunca nos escondimos. Yo viví con sorpresa, y él también, que lo nuestro causara tanta expectación, que fuéramos tan perseguidos. Cuando estaba en Gijón me sentía como en casa, en mi hogar… estaba feliz en una ciudad que me encanta. Al final, en el libro cuento que hay un determinado momento en el que si no me salvaba yo en el momento tan complicado en el que estaba, si no me centraba en mí misma, tampoco sería capaz de salvar a otra persona ni de estar con otra persona. Y al final es esa ruptura porque no había posibilidad de supervivencia tal y como éramos ambos. Pero eso ha desembocado en una buena relación, hablamos habitualmente y me alegro de sus éxitos.

¿Cómo enfoca ahora la política, el trabajo, todo?

Desde la no frustración, evitando las ambiciones desmedidas. En esta última década hemos visto políticos que estaban llamados a serlo todo y en los que estaban puestas todas las esperanzas, y sin embargo han desaparecido. Es una mala gestión de las ambiciones y de las frustraciones. A veces la vida te da una frustración para que mejores y para que aprendas, y yo he aprendido. Esa normalidad a veces tan denostada es el lugar en el que tienes que estar. Tienes que disfrutando de cada sitio en el que estés, en el que puedas aportar…

¿Nota que con este libro ha conectado con mucha gente?

Sí, es ese abrazo que yo no encontré en aquellos momentos y ahora he querido que estas palabras sean un abrazo reconfortante, un "yo te comprendo aunque no te conozca".

Usted gestiona el Parque del Retiro. ¿Cómo le ayuda el contacto con la naturaleza?

El Retiro cambia de color de una semana a otra… Es importante aparcar el ruido diario y darse un paseo. Ayuda a meditar, a pensar… Es importante.

¿Se ve en el futuro en primera línea política?

Me sigue gustando la movida, estar en la pomada. No me puedo desconectar de algo que es mi pasión. Mientras no sea una cínica de la política, seguiré con esa pasión.

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