Faltan recursos para los educadores sociales, alerta la Fundación Vinjoy

Adolfo Rivas rechaza criminalizar a los menores y aboga por reconocer a los profesionales: "Sin herramientas, la injusticia sobre el vulnerable se cronifica"

Adolfo Rivas.

Adolfo Rivas. / Miki López

Sara Bernardo

Sara Bernardo

Oviedo

Evitar criminalizar a los menores que viven en centros tutelados y dotar de más recursos a sus educadores. Esas son las dos fórmulas que el director gerente de la Fundación Vinjoy, Adolfo Rivas, propone para potenciar la eficacia de la intervención socioeducativa: "Un educador es un profesional al que no se le dota de los suficientes recursos y que, además, muchas veces no tiene un reconocimiento ni social ni económico".

Rivas se pronuncia en estos términos al hilo de la reciente muerte de una educadora social en Badajoz a manos de tres adolescentes de 17, 15 y 14 años. Lo que vuelve a poner sobre la mesa dos conceptos que se entrelazan, y que, en muchas ocasiones, se retroalimentan: la vulnerabilidad de los menores y la falta de herramientas para que los educadores consigan desarrollar bien su trabajo. Rivas, ligado a la intervención socioeducativa desde 1980, sostiene que "la Administración es una gran culpable de la situación que se está viviendo hoy en día en los centros de menores". Y profundiza: "La Administración es la primera que hace distinciones entre los educadores que están en el sistema educativo y los que no lo están. El propio sistema considera que unos son menos que otros, y eso genera ‘abandono’ y precariedad".

El trabajo diario con personas vulnerables conlleva una alta responsabilidad y puede acarrear situaciones de riesgo. Lo hacen, de media, con un sueldo de 1.120 euros al mes. "Es muchísimo menos de lo que cobra un trabajador social en un instituto y, sin embargo, la experiencia me dice que tienen mucha más vocación. Tienen la vocación de educar y de otorgar a las personas la capacidad de salir de la vulnerabilidad. Sin embargo, los recursos son limitados, por eso muchos optan por aparcar su profesión y acaban en un instituto", sostiene Rivas.

"Tenemos que hacer que la vulnerabilidad se disuelva, y que las personas tengan recursos emocionales, laborales o personales que le eviten caer en la exclusión", subraya, mientras plantea la que, a su juicio, es una de las principales cuestiones: "Hay gente a la que no le interesa eliminar la vulnerabilidad porque vive de los problemas. Es muy fácil ponerte al lado de una persona que tiene problemas porque te protegen y te justifican".

A esto se le une otra vertiente, y es la forma en la que, según el experto, se están abordando las dificultades: "Desde un planteamiento asistencialista o paternalista que lo que hace es cronificar la injusticia". Para que eso no ocurra se necesitan medios. "La sociedad tiene que tener claro que los trabajadores sociales no lo son ‘por caridad’. Son profesionales altamente cualificados, que hacen una tarea de primer orden y que requieren de una formación y un compromiso. No son cuidadores, es una intervención socioeducativa, y es una labor que tiene que tener reconocimiento y atención".

La temporalidad impide la vinculación emocional de los menores con su socioeducador, lo que, según denuncian los educadores, les impide hacer bien su tarea y les somete a una situación de riesgo. "El riesgo es mutuo; lo que pasó en Badajoz es horrible, pero es puntual. No podemos generalizar y poner el foco en los menores", apunta Rivas.

Por eso, según el director de la Fundación Vinjoy, "no basta con intervenir", sino que es necesario "replantearse el sistema y hacer autocrítica para vivir en un país que apueste por romper con la vulnerabilidad, no por administrarla".

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