Las tiendas de comida en Asturias, tras un día a oscuras por el apagón: "No se vio ni en los años setenta"
Muchos negocios vendieron a gran ritmo: "Había miedo a que esto durara mucho"
Los supermercados lamentan la pérdida de productos

-Esther Rubio, en el supermercado que regenta en el barrio avilesino de La Carriona, ante diferentes productos. / Miki López
"No se vio ni en los años setenta". Así describió ayer Esther Rubio, del supermercado Rubio, del barrio avilesino de La Carriona, cómo vivió el gran apagón del lunes. Este comercio que ya ha pasado el medio siglo de existencia abrió de forma ininterrumpida: "Intentamos dar el mejor servicio posible a nuestros clientes". Pero nada fue igual que otros días. "Trabajamos calculadora en mano en caja, con unas pesas que teníamos en casa a pilas y, para cobrar, utilizamos el datáfono que llevamos a los repartos a domicilio", explicó.
En cuanto a los productos más demandados... "Pilas, velas productos de charcutería, pan… y cosinas así que no requieren de electricidad para su cocinado", detalló Rubio. En el supermercado de La Carriona instalaron lámparas halógenas e intentaron cubrir expediente improvisando soluciones. Los congelados aguantaron sin problema y también, según Esther Rubio, las frutas: "Estábamos preocupados porque los domingos vamos a Mercasturias y cargamos fuerte, pero no se estropeó". En La Carriona se hizo la oscuridad pasada las 12.30 horas. El suministro eléctrico no se restableció hasta las 20.10 horas.

Alfonso Palacio, tras la barra de su negocio, en Sama. / LNE
Para la familia Rubio esta es una experiencia más a añadir a su dilatada historia. Los padres de Esther decidieron dejar Villarín, en la Concha de Artedo, en Cudillero, para abrir una tienda en un barrio entonces nuevo, el de La Pedrisca. Pasaron de ser agricultores y ganaderos a empresarios en una ciudad donde todo se vendía y todo se compraba. En 1975 abrieron el ‘súper’, el primer autoservicio de Avilés que fue, también, uno de los primeros en tener servicio a domicilio. Ayer, los Rubio de La Carriona tiraron de ingenio para sortear el gran apagón.
En la panadería Cervantes de Avilés la jornada de apagón se vivió con especial intensidad: tanto en la tienda de la avenida de Cervantes como en la de la plaza de la Merced se quedaron sin mercancía: "Se vendió todo: pan, empanadas, pasteles, galletas…", relata Elisa García, dependienta. El cierre temprano de la mayoría de los supermercados influyó, en buena medida, en un aumento de la demanda. Ayer, según García, los clientes acudieron a la panadería "más tranquilos, con normalidad". En otros obradores de la ciudad más de lo mismo: el pan y los productos horneados en el día, antes de la falta de suministro eléctrico, se despacharon en un santiamén.
Entre los repartidores de congelados que trabajan por la ciudad este lunes fue especialmente complicado: "Pocos querían comprar congelado por temor a que la falta de electricidad se prolongara mucho tiempo y tampoco querían abrir el congelador para no romper la cadena de frío". Ayer, restablecido el servicio, los arcones volvieron a llenarse ya de productos congelados.

Por la izquierda, Montse Fernández y Andrea Cobiella, en el supermercado langreano en el que trabajan. / LNE
Alfonso Palacios vivió "un poco agobiado" las horas del apagón, pero no por la incertidumbre o por temor a algo sino porque su tienda de ultramarinos en Sama de Langreo, El Requexu de Luis, estuvo todo el día de bote en bote en bote. "Los clientes tenían miedo de que no hubiese luz en tres días", aseguró, así que "vino mucha gente a comprar latas de fabada, de sardina, lechugas, todo lo que se pudiese comer sin cocinar". "Se vendió, se vendió", reconoce. Y no tuvo mayor problema para hacerlo, aún sin suministro eléctrico. Una báscula de casa, una calculadora y una libreta fueron herramientas suficientes. "Sí que vino algún conocido que no tenía dinero en efectivo, pero le fiamos sin problema", explicó. En cuanto a los productos, "solo perdí algo de queso pero las neveras y los mostradores aguantaron bien el frío y no tuve que tirar nada".
En los supermercados de La Felguera la situación fue distinta. "Tuvimos que cerrar a las doce y pico de la mañana", indicó la encargada de uno de ellos, Montse Fernández, que el lunes del apagón tenía turno de tarde "y cuando llegamos no funcionaban ni las luces de emergencia". Así que "se perdió el día entero" porque "cuando volvió la luz a Langreo, hacia las siete y media de la tarde, ya no pudimos abrir, las cajas estaban fuera de línea y había cosas que no funcionaban". Lo que sí funcionó a la perfección fueron los congeladores, que cuando volvió la luz estaban a quince grados bajo cero. Eso sí, tuvieron que tirar productos, "perecederos como quesos frescos, todos los elaborados y todo lo que supusiese un riesgo para los clientes". "Fue un día muy raro, al principio pensamos que era un corte de luz normal y que volvería en poco tiempo, estábamos desinformadas, pero luego ya nos explicaron lo que ocurría", añadió su compañera Andrea Cobiella.
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