Arquitectura personal | Antonio Trevín Político socialista, expresidente del Principado

"Solo tuve una ambición política: ser alcalde de Llanes"

"Mi padre y mi abuelo murieron con un mes de diferencia y fue un pequeño cataclismo: mi madre cogió un kiosco en La Calzada y hubo economía de guerra"

"Si hubiera sabido lo que sé hoy de Pedro Sánchez, tomaría las mismas decisiones"

Antonio Trevín, fotografiado en su domicilio de Llanes.

Antonio Trevín, fotografiado en su domicilio de Llanes. / Ángel González

Javier Cuervo

Javier Cuervo

LLANES

Una carrera política en la que ha sido de todo con el PSOE

Antonio Trevín Lombán (Avilés, 1956) tiene un diagnóstico de cáncer de páncreas, un ánimo por encima de sus fuerzas, la voz de siempre y la calvicie del tratamiento cuya pelusa que renace acaricia con la yema del dedo corazón. 

Habla en un descanso de la terapia oncológica en su casa de Llanes, un piso bajo con jardín y modales de chalé. Dice que por las tardes se le acaba la pila pero aguanta este tirón bien en todos los sentidos. Ha tomado unas pocas notas para que no se le escapen datos.

Ha sido de todo en política y de los pocos asturianos que compartieron responsabilidades en la dirección de la patronal y de un sindicato. Militante del PSOE desde 1982 fue concejal y portavoz en Llanes en 1983 y alcalde de 1987a 1993 y de y de 1999 a 2003.

Fue director provincial de Educación de 1985 a 1987 y presidente del Principado en 1993, tras la dimisión de Juan Luis Rodríguez-Vigil por el caso llamado «Petromocho», el anuncio de una inversión industrial que era un intento de estafa. 

Fue delegado del Gobierno en Asturias de 2004 a 2011 y diputado nacional de 2011 a 2017. Llego de la mano de su amigo Alfredo Pérez Rubalcaba y se fue por su oposición a Pedro Sánchez.

Cerca de la jubilación fue ejecutivo en la empresa Alas Aluminium y actualmente cierra el ciclo como concejal del PSOE en Llanes, un concejo donde su apellido polariza. Se ha casado dos veces.

Nació en Avilés en 1956.

En una habitación con derecho a cocina. Mis padres venían de Vegadeo, se estaba desarrollando toda la construcción de Ensidesa y no había forma de encontrar una vivienda. Mi padre tenía dos camiones, estaba trabajando en la construcción de Ensidesa y fue lo que pudo encontrar. Una tía por parte de mi madre, Carmencita, mi madrina, comadreó el parto. Unos meses después pasamos a una casa solo para la familia en Raíces Viejo. Tengo un hermano, Miguel.

¿Su padre, Antonio Trevín?

Era un producto muy de la época, pero con características propias. Fue de la quinta del biberón y pasó 6 años entre guerra y la mili. Le tocó África, el Ebro y Cataluña, cuya modernidad admiraba. Los camiones daban para salir a cenar todos al Hostal San Feliz, origen de la dinastía de los Loya, los sábados. Decía que el dinero era para vivir. Pasaba poco en casa. Paraba el domingo a mediodía y por la tarde se hacía el mantenimiento de los camiones. El resto, trabajaba. .

¿Cómo era su madre, Carlota?

Una matriarca asturiana. Siempre supo adaptarse en la vida de manera admirable a situaciones imprevistas. Era la mayor de las dos hermanas.

Las hijas de Toñín del Tombo.

Alcalde del partido de Azaña en los Oscos y secretario general de la comarca del partido. Seguramente el que más me influyó en la política junto a mi padre, que no era franquista ni antifranquista. Le hubiera gustado verme en la política. Mi madre nunca olvidó lo que pasó mi abuelo y votó siempre al PSOE.

Volvamos a su madre.

La maestra había insistido mucho a mis abuelos para que hiciera Magisterio, pero un herrero de Los Oscos no tenía para estudiar a dos hijas, así que decidieron que quedara con la casa y con todo. La pequeña, enfermera por Santiago de Compostela, tuvo problemas de riñón y fue la que quedó en casa. Mi padre convenció a mi madre de que el mundo tenía cosas muy interesantes fuera de A Pontenova y Os Oscos. Como madre era presente, cariñosa, daba mucha importancia al estudio y era una gran lectora.

Antonio Trevín,  en el salón de su  casa de Llanes,  la pasada  Semana Santa. |  áNGEL gONZÁLEZ

Antonio Trevín, en el salón de su casa de Llanes, la pasada Semana Santa. / ÁNGEL GONZÁLEZ

¿Qué rapacín era usted?

Poco complicado. Gané concursos -uno de catecismo- y fui el único que, entre un balón y un libro, eligió el libro. Fuimos algo nómadas. De Raíces nos mudamos a Salinas, donde hice primero de bachillerato elemental y después vinimos a Gijón, a La Calzada, donde vive mi hermano y mi madre me dejó una casa y un piso. Un tío paterno que vivía en La Calzada, a quien mi padre había financiado, se puso a promover y cambió la deuda por un piso. Empezaba Uninsa y, como antes Ensidesa, necesitaba transportes.

¿Había peso religioso en casa?

Mi madre y mi abuela materna eran de misa los domingos y de controlar que fuéramos hasta los 18 años.

Con 16 años perdió a su padre.

Fue un pequeño cataclismo. Hubo que cambiarlo todo. Mi madre cogió un kiosco en la calle Brasil, en La Calzada, que fue un éxito porque abría a las 7 de la mañana y cerraba a las 10.30 de la noche. Hasta que vio que funcionaba hubo economía de guerra en casa. Su objetivo era que estudiáramos y en eso no ahorró. Mi padre y mi abuelo murieron con un mes de diferencia.

¿Qué le sucedió a su abuelo?

Yo había sacado la reválida de sexto de bachiller. Mi madre estaba con mi padre en Madrid por el cáncer. Mi abuelo fue a felicitarme al kiosco y al salir, lo atropellaron. Me influyó mucho. Pasé meses con él en el hospital de Jove, que era del medievo. Mi amigo Reguera se hizo cargo del kiosco hasta que se normalizó la situación en casa. Empecé magisterio y lo dejé a los pocos días para acabar COU en el Corazón de María, donde se portaron muy bien conmigo: me dieron una beca para estudiar gratis y me arroparon.

¿Qué adolescente fue usted?

Más problemático, muy enamoradizo aunque con poco éxito, muy de pandilla, de "El Jardín". En mis amigos había dos pinchadiscos -Testa y Corujo, que sabían todo de los grupos modernos de los 70- pero yo prefería "El gato que está triste y azul", de Roberto Carlos, porque era cuando empezaba lo lento. Acabamos siendo maestros Reguera, Corujo, Marcelino y yo que solemos comer una vez al mes.

¿Quería ser maestro?

Vino dado, seguramente afectado por las circunstancias familiares, carrera corta… En el Corazón de María, que era un colegio muy adelantado, hicieron una presentación de una carrera que llevaba económicas y dirección de empresas en Bilbao. Me llamó la atención. Mi madre debió de llevar un susto de la leche, pero fue conmigo a Bilbao y trató de que lo estudiara. Decidí no hacerlo porque eran muchos años de incertidumbre. Hice Magisterio viniendo a Oviedo, en Alsa y a dedo. Años maravillosos.

¿Ideológicamente era?

Mi entorno era de izquierda, alguno en el Partido Comunista. Yo no, aunque me llegaba sorprendentemente a casa "Mundo obrero". En mi aula en Magisterio estaba el que fue uno de los asaltantes del Banco Herrero. Todo era la izquierda del PC que se articulaba contra el PC, salvo una mujer que era del PSOE y tenía el valor de decirlo. Aún milita.

Se casó a los 20 años.

Con María Eugenia Naves, por enamoramiento. Éramos compañeros de clase, ennoviamos en enero y nos casamos en agosto. Una de mis abuelas repetía que "quien acierta en casar no le queda en qué acertar". Acerté dos veces. En 1977 me tocó Gijón pero renuncié y usé el derecho de consorte para ir con mi mujer a Candás. Vivimos en una casa de maestros en el colegio. Era fácil integrarse, pero impide conocer el entorno.

¿Le gustó ser maestro?

Sí. Lo fui 13 años, la carrera más corta de mi grupo de amigos. Después de Candás vino una lucha sindical muy fuerte en un momento muy complicado. Era 1978, gobernaba Suárez y ETA mataba enloquecida. Llegó el momento de los interinos -que habían aprobado las oposiciones, pero no tenían destino- y muchos tenían que marcharse fuera, sobre todo a Cataluña. La lucha era para que no se fueran. En eso, ETA amenazó a todos los funcionarios del Estado que fueran destinados al País Vasco y no fueran vascos. El gobierno de Suárez, en una maniobra brillante, no respondió, pero dio un año de margen y todo el mundo quedó en su provincia. Mi destino era Santurce (Bilbao) y el de María Eugenia La Sardina en Gáldar (Gran Canaria) y con esa salida del gobierno a ella le tocó Llanes y a mí Hontoria. Cuando volvimos a pedir, elegí Purón, donde estuve 6 años, y ella permaneció más de 20 en Los Callejos. Vivimos en Posada hasta que compramos casa en Celorio, porque la vivienda vacacional se inventó aquí hace 50 años y en verano dejábamos la casa de alquiler.

¿Qué escuela rural encontró?

Cuarenta niños, entre 5 y 16 años, en el mismo aula. En Llanes en 1979 coincidimos casi 20 maestros, muchas maestras, menores de 30 años y con ganas de hacer cosas. Montamos el colectivo de maestros rurales de Llanes, federados en el Colectivu Pedagóxicu d’Asturies. Logramos que la inspección sacara una normativa de que por debajo de diez grados se suspendían las clases para ir al Ayuntamiento a reclamar estufas. El diseño y los antecedentes de lo que se hizo en España brotó aquí.

Antonio Trevín, en su casa de Llanes, el pasado 18 de abril. | ÁNGEL GONZÁLEZ

Antonio Trevín, en su casa de Llanes, el pasado 18 de abril. / ÁNGEL GONZÁLEZ

¿Cuál fue?

El director del Museo de Ciencias Naturales de España, en Madrid, que era de familia de Purón, nos animó a presentar un proyecto experimental, de investigación, nos lo aprobaron y con el dinero hicimos -todos menos una- un fondo común para que cada maestro diera la asignatura de su especialidad y se moviera por las escuelas y para crear la fiesta de la primavera que restaba aislamiento a los niños.

En 1982 se afilió al PSOE

Había estado afiliado sindicalmente a Suatea y llegué a la dirección regional. Entré de independiente con Ángel Gutiérrez Avín, maestro como yo, que encabezó la candidatura socialista a la alcaldía de Llanes en 1983 con el número 6. Nadie me puso pistola al pecho para que me afiliase y al año era portavoz. Solo tuve una ambición política: ser alcalde de Llanes. Avín, a quien aprecio mucho, en seguida mostró que no quería seguir en la oposición y mucha gente de la dirección del PSOE me animaba.

Fue director provincial de Educación después de Tini Álvarez Areces, que se fue de director general.

Eso merece el capítulo aparte. El ministro de Educación, José María Maravall hizo un diseño educativo muy brillante, que quería ser muy transparente. Hizo convocatorias públicas, para la elección de los cargos en función de los méritos, no nombramientos políticos, como se acusaba a la UCD. A esa convocatoria se presenta Emiliano Fernández Prado, que era director general de Cultura con Manuel Fernández de la Cera. A De la Cera le hablaron de mí para sustituir a Emiliano, me llamó y acepté ser director general de Cultura. Para ganar tiempo y hacer los presupuestos del año siguiente Emiliano se fue al cargo antes de ser nombrado y el secretario de Educación, miembro de la ejecutiva del PSOE filtró a la prensa que Emiliano llegaba al cargo porque lo decía el PSOE.

Lo contrario de lo que pregonaba el ministro.

Que cogió un cabreo de la madre que lo parió. Emiliano volvió a la dirección general de Cultura y yo a mi escuela de Purón. Una tarde llego a casa , tengo una llamada en el teléfono y me dicen que el director general de coordinación educativa, Joan Romero, quiere verme a las 9.30 de la mañana de pasado mañana en su despacho. Llamé a Suso Sanjurjo, secretario general de la FSA, se lo conté y dijo: "no me digas nada, pero vete".

¿Qué le dijo Romero?

Que iban a sacar otra vez el concurso y que me presentase que estaba decidido que iba a ser el director provincial de Educación. Y se fue a una reunión. Con el cansancio de la noche en el expreso me fui a tomar un café con porras y un bocadillo y volví en el siguiente tren. Ejercí año y medio. Llegué una semana antes de resolver los primeros conciertos educativos, por el medio se eligieron los primeros consejos escolares y salí una semana después del conflicto del "Cojo" Manteca en el año de la revuelta de los estudiantes. Cuando me fui a despedir de la gente, los universitarios tomaron la Dirección Provincial de Educación y me tuvieron secuestrado cuatro horas con tres funcionarios.

Lo siguiente fue alcanzar su ambición: ser alcalde de Llanes.

Me planteé hacer tres cosas -lo obvio, lo utópico y lo necesario- con una cualidad: "finezza".

¿Que era lo obvio?

Agua, luz y carretera. Había pueblos de Llanes sin carretera de acceso y no más de cuatro con alumbrado público. Llamigo no tenía luz en las casas. Más de una docena carecían de agua corriente en las casas. De mi época son el Instituto de Llanes y las escuelas graduadas de Nueva. En El Mazucu no había escuela y estaban en un bajo inmundo que se inundaba y tenía ratas. Hicimos esas escuelas. No había centro de salud en Llanes, ni consultorio médico en Nueva ni en Posada.

¿Qué era lo utópico?

El puerto de Llanes, que era la risión desde la época de la República y las escuelas taller, las terceras que hubo en España y a partir allí hubo la de Promoción y Desarrollo, que dio origen a que tuviéramos uno de los primeros planes Leader, todo básico para la recuperación de todo el Llanes medieval.

¿Y lo necesario?

Liderar la Comarca de Infiesto y Colunga a Ribadedeva y los concejos de Picos de Europa. Llanes tenía potencia demográfica para liderar. Desde 1988 estabilizamos la población hasta ahora que pierde poca, pero hay concejos medianos que en ese lapso han perdido la mitad de la población.

Antonio Trevín, en su domicilio de Llanes.

Antonio Trevín, en su domicilio de Llanes. / ÁNGEL GONZÁLEZ

¿Qué había que hacer para liderar?

Dinamizar económicamente diferentes sectores. El principal era agricultura y ganadería y sabíamos que se pasaría de 20 a 25 cuadras con 12 o 7 vacas en cada sitio a dos cuadras con ciento y pico. O encontrábamos de qué iba a vivir esa gente o marcharía. Para conseguirlo hacía falta finezza. Fue fundamental el Plan Especial de Recuperación interior para recuperar el Llanes medieval con Arturo Gutiérrez de Terán como principal asesor en el ámbito urbanístico entero. Y el programa Leader, lograr que la escuela taller diseñara con licenciados superiores, biólogos, economistas, geógrafos lo que tenía que ser el concejo. El director durante 5 años fue Jaime Izquierdo que le dio impulso y le metió cabeza.

Cuando está en eso estalla el Petromocho, dimite Juan Luis Rodríguez-Vigil y el Principado se queda sin presidente. ¿Dónde estaba usted?

En el PSOE hubo dos polos muy fuertes felipistas y guerristas y en Asturias, las Cuencas con el SOMA-UGT y Gijón. Yo estaba en la tercera vía para forzar el pulso de ambos. Estaba con Manuel Fernández "Lito", de la UGT y muchas agrupaciones pequeñas.

Pero a usted le parió presidente el líder minero José Ángel Fernández Villa, ingresado en el sanatorio Adaro...

Lo que yo viví que no tiene nada que ver. Mi presidencia se pare en Pola de Siero, en la cocina de la casa de Carlos Rojo, con Luis Martínez Noval y Celestino Suárez seis días después del Petromocho. Carlos Rojo había sido maestro en Panes muchos años y líder el PSOE de la comarca.

¿Le dicen por qué usted?

No, yo les digo por qué no yo, porque hay mucho lío con el plan urbanístico, y contraargumentan que el PSOE está en una posición muy complicada, que estamos en unas elecciones generales y hay que dar una salida, que si no soy yo se complica mucho y que hasta las elecciones había que mantener el secreto. Después de tres horas digo que, en principio, sí, que ya diré me contestan que mañana y, entonces, acepto.

¿Por qué?

En mi generación el principio de responsabilidad siempre nos pesó mucho. Pasan las elecciones, hay el comité regional del PSOE para elegir el candidato viene a verme el generalato villista con gente de otras agrupaciones y montan una comida en una sidrería de Oviedo. Antes, Laudelino Campelo me ofrece ir a saludar a Villa al hospital y fui al Adaro. A Villa lo conocía porque me lo había presentado Germán Ojeda año y poco antes en una cena con Nacho Quintana. Nunca más, y por poco tiempo, había visto a Villa y, por suerte, también a Germán Ojeda. En la sidrería me presentan antes de que me voten y se habla del tiempo y de lo rico que está la comida.

¿Cómo fueron sus dos años?

El día que salí tuve la sensación de que me quitaba una losa de encima.

Pero usted se había presentado a las autonómicas. Ganó el PP en votos y no hubo acuerdo con IU por el pacto de Aznar y Anguita.

En la cocina de Carlos Rojo acepté porque acordamos que a los dos años se presentaba a presidente Luis Martínez Noval, que era ministro. Las elecciones fueron en 1995 y en agosto de 1994 Alfredo Pérez Rubalcaba -a quien traje a veranear a Llanes desde 1986- me llamó y me dijo "tengo que comer contigo y con Luis porque traigo un recado de Felipe: tenemos que preparar las próximas lecciones que vienen muy mal". Busqué el hostal de Caravia Alta, donde se comía magníficamente bien, especialmente setas. Cuando lo plantea Rubalcaba, dice que yo solo llevo dos años y Luis concluye "que sea Antonio, tiene razón Felipe es muy difícil explicar por qué no repite Antonio". Y fin de la conversación, seguimos comiendo.

Fácil.

Nunca entendí el carajal que montaron, sobre todo los villistas, que convocaban a la ejecutiva para elegir candidato, no se elegía, volvían a convocar, no salía. Al mismo tiempo yo estaba en la boda de la infanta Elena en Sevilla. Villa no quería que fuera yo, lógicamente, y Noval merece un monumento solamente por haber aguantado a ese individuo. Si teníamos pocas posibilidades de ganar ese proceso las laminó.

Esto nos deja con usted saliendo de palacio muy tranquilo.

Salimos solos, mi mujer y yo. No nos acompañó nadie. Otra lección. Fui a llevar al presidente Sergio Marqués al despacho y de ahí salimos a coger nuestro coche cargado con los últimos bártulos, enfilamos para Llanes y paramos a comer por el camino para darnos un homenaje.

Antonio Trevín, en el jardín de su casa de Llanes. | Ángel González

Antonio Trevín, en el jardín de su casa de Llanes. / ÁNGEL GONZÁLEZ

¿Qué saco de la presidencia?

Cualquiera de mis cargos políticos fue un máster impagable. Lo más interesante de la presidencia fue el intento de estabilizar políticamente la comunidad, muy conmocionada después del Petromocho. En dos años tuve tres huelgas generales, un récord incluso en Asturias.

¿Qué destaca de lo que hizo?

Sacar adelante Duro Felguera. Me llamó José María Amusátegui, el presidente del Banco Central Hispano y me dijo: "O compran ustedes por una peseta Duro Felguera o al final de mes liquido la sociedad". Volvía de Madrid y recibí su llamada en el teléfono móvil del Principado, un zapatófono del superagente 86 que no valía para nada. Tenía que andar parando en las cabinas telefónicas de las gasolineras para seguir la conversación y le dije: "lógicamente, no se lo vamos a comprar. Si usted hace eso, voy a dedicar el tiempo que me quede de presidente a recorrer los medios de comunicación y todo lo que encuentre para decir a la gente que saque su dinero del Banco Central Hispano, que ustedes no son fiables".

¿Cómo respondió?

Primero dijo que era delictivo, pero le ofrecí enviarle a una persona para un entendimiento. Fue Ramón Colao, un tipo espléndido y un gran presidente de la compañía. Al final, si se resolvía el problema de una serie de personas que desequilibran los resultados, harían una reordenación y la empresa saldría adelante.

¿Cómo arregló lo de las personas?

Julián Bonet, el consejero de Industria, un tipo para eso genial, resolvió por medios públicos el empleo de aquellas 40 o 50 personas, que era asumible y más barato que pagar una peseta. También saqué dos cosas: la base para lo que fue el Museo Arqueológico y el Archivo Histórico y eso tenía para mí algo vocacional.

¿Por qué?

Después de Magisterio hice Historias, a falta de solamente una asignatura a la que nunca me quise presentar, porque me peleé mucho con el profesor, David Ruiz, que me hizo una jugada que nunca le perdoné ni él a mí. Otro tema fue la protección de los espacios naturales asturianos con el Pola y el Porna aparte de todos los sinsabores que tuvo esa época.

De presidente del Principado a maestro en Vidiago.

Con una pelea muy fuerte con la dirección del partido porque me decían que tenía que marchar de diputado de la Junta y que me hacían senador en Madrid. Me negué porque no me gusta que me obliguen a lo que no quiero. El principal cáncer de la política española es la cantidad de gente sin posibilidades de salir de un puesto público y volver a una profesión. Marchar porque pierdes me parece una deslealtad. También quedé para defender mi tercera vía.

Volvió a ser alcalde de Llanes 4 años después. El concejo se polariza.

La polarización venía de finales del primer plan urbanístico. Tienes gente que te sigue y gente que te odia y no hay término medio en parte de la gente. El municipio se estabilizó, el PSOE volvió a tener una mayoría clara de gobierno.

¿Se sigue pareciendo Llanes al de usted?

Vuelve a necesitar una reforma importante y profundizar en la calidad más que en la cantidad.

Su Llanes era cuantitativo, creció exponencialmente.

¿Comparado con qué?

Con lo que era.

Con lo que era sí; comparado con otros modelos de desarrollo, puede tener su discusión. Yo nunca hubiera aprobado el desarrollo urbanístico del palacio de Partarrío y se están aprobando nuevos campings cuando el volumen de gente que pueden traer es un exceso para la situación actual del pueblo. Llanes tiene la vivienda más cara para alquilar y comprar y lo que más necesita es vivienda accesible. También tiene un problema de movilidad muy fuerte y aparte de resolver algunos espacios de aparcamiento, necesita disminuir la presión de vehículos y de gente en determinados momentos y espacios.

Fue delegado del Gobierno.

Acepté porque en Llanes había una polarización importante. Fue uno de los cargos donde estuve más cómodo. Es una responsabilidad, sobre todo, de interlocución. Estábamos desarrollando las grandes infraestructuras: la Autovía del Cantábrico y recibió un gran empujón la variante de Pajares. Magdalena Álvarez fue la ministra que más dinero invirtió en Asturias, con diferencia, y la que peor quedó por su carácter que tenía. Me enamoré de la relación con la Guardia Civil, la policía y el CNI.

Antonio Trevín (Avilés, 1956) militante del PSOE desde 1982 fue presidente del Principado dos años, después de la dimisión de Juan Luis Rodríguez-Vigil y alcalde de Llanes en los periodos 1987-1993 y 1999-2003. Entre otros cargos fue director provincial de Educación (1985-1987), delegado del gobierno en Asturias (2004- 2011) y diputado nacional (2011-2017). Tiene cáncer de páncreas.

Antonio Trevín, en su domicilio de Llanes

Antonio Trevín, en su domicilio de Llanes. / ÁNGEL GONZÁLEZ

Diputado nacional ¿por selección de Rubalcaba?

Sí. Rubalcaba fue el último político con la cultura de los años 80 en la dirección del PSOE y de los grandes líderes de la Socialdemocracia europea. Su idea del grupo parlamentario debía dar respuesta a las demandas de los territorios y también de gobierno en la sombra con personas que conocieran de los diferentes ministerios. Me quería para Interior.

¿Los más destacado?

El descubrimiento de la policía política o patriótica a partir de una noticia de "El Mundo" sobre el empeño de Luis Bárcenas de que su mujer, Rosalía, no declarara en la Audiencia Nacional. Para evitarle el paseíllo fue a buscarla un policía a casa, la introdujo por el garaje y la esperó para devolverla a casa. Pregunté en el Congreso quién era el policía, me dieron el nombre de un responsable de seguridad de la Audiencia y dijeron que era el procedimiento habitual. Lo filtré a la prensa y un juez y del presidente de la Audiencia aseguraron que no sabían nada de ese procedimiento y estableciendo normas para que no se pudiera evitar el paseíllo. Ahora se fija la atención en la persecución a rivales políticos, a los nacionalistas y luego a los demás, aunque los que más levanten la mano sean los de Podemos, pero su tarea era evitar que miembros del PP pudieran ser condenados por la Gürtel

¿A usted le siguieron?

Salí en portada de "La Razón" junto a dos policías, dos comisarios generales señalados como "la policía del PSOE del 11M" a los que cesaron al día siguiente. Un alto cargo de la Guardia civil me advirtió de que mi teléfono podía estar pinchado y me instruyó para saber si estaba siendo seguido. Tuve gargantas profundas y todo eso dio origen a la primera comisión de investigación que dejé con mayoría absoluta y presidencia del PNV.

¿Usted fue rubalcabista?

Alfonso, Felipe y Rubalcaba siguen siendo mi gran referencia de los políticos socialistas españoles y eso me marca mucho cuando viene la renovación de Pedro Sánchez. Puede haber una parte generacional, pero creo que es un tema de cultura política: la actual no tiene nada que ver con la anterior. Apoyé a Sánchez la primera vez porque me parecía la persona idónea de los tres que se presentaban a secretario general y después trabajamos mucho juntos en el Congreso, pero el modelo que planteaba me parecía que no era el que necesitaba el PSOE.

Y lo dijo.

En la reunión de diputados y senadores fui uno de los principales defensores de la abstención para no repetir por tercera vez las elecciones, con lo que significaba de deterioro del proceso y lo que suponía para el sistema democrático. Advertí que la extrema derecha llegaría a España y que a más deterioro sería más pronto. Fue muy traumático dentro del PSOE. Yo aparecí en listas de ETA y no quería pactar con la parte de Bildu que viene directamente de la banda terrorista.

¿Por qué entró en las listas?

Por haber sido presidente y tener cierta relevancia política. En Llanes hay mucha gente del País Vasco y tenían fácil la información.

Visto lo visto, ¿qué opina ahora de Pedro Sánchez?

Si hubiera sabido todo lo que sé hoy, habría tomado las mismas decisiones.

Pasó a la empresa privada en Alas Aluminium.

Me lo ofreció Macario Fernández, presidente de Alas Aluminium en una comida con amigos a la que llegué tarde porque venía de preparar los papeles para reingresar en Educación. Me interesó, en principio, lo económico, y luego todo. Con 61 años era la primera vez que ponía el pie en el ámbito privado. Me posibilitó una relación con la FADE y ojalá la hubiera tenido antes de empezar cualquier responsabilidad política.

¿No puede acondicionar para hacer cosas de la política?

No. Se puede atender a las dos y es muy positivo, si estás en la política para hacer cosas, para transformar, conocer cómo funcionan las empresas y qué opinan los empresarios.

Enviudó después de 38 años de matrimonio.

Cuando me lo dijeron llevábamos 35. Yo estaba en una reunión en Candás preparando la campaña de las elecciones generales de 2011. Yo pasaba 4 días de semana fuera de casa y personalmente fue muy duro, pero la madre de María Eugenia se volcó y pudo estar atendida perfectamente. Su hermana médico vivía debajo Lo más duro fue el duelo y la soledad. Tengo muchos amigos, pero lo que compartes con una pareja no lo compartes con nadie.

¿Hábleme de su actual mujer, Luisa Fernanda Lledias?

Una suerte y un pequeño ángel, sobre todo en las circunstancias de ahora. Hace 10 años fui con un amigo a su agencia de viajes, empezamos a hablar y quedamos para vernos un día después de un partido del Sporting. En seguida nos casamos.

Sé cómo está usted, pero no sé cómo se siente.

Me siento mejor de lo que estoy. Sé la gravedad de la enfermedad que tengo pero me anima el optimismo de la pelea. La pelea no lo resuelve, pero no darla tampoco.

¿Qué tal le trató la vida?

Muy bien. Tuve una vida muy plena de la que no me puedo quejar y duelos que te rasgan por dentro. No tuve hijos porque nunca encontramos el momento pero tengo la suerte de ser abuelo putativo. Luisa tiene un nieto de 4 años, que lo es de los dos, y me está supliendo totalmente esa faceta. Tiago no tiene más defecto que ser del Oviedo y me tiene cogida la delantera con todo. Estoy chocho.

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