Artime, el cardenal asturiano, oficia en el Vaticano la octava misa del novenario dedicado a Francisco: “Jesús resucitado no tenía miedo de nada ni de nadie”

Destacada presencia de religiosas en la ceremonia del tercer Domingo de Pascua en el Vaticano

El cardenal Ángel Artime, durante la misa por el Papa Francisco.

El cardenal Ángel Artime, durante la misa por el Papa Francisco. / Vatican News

Chus Neira

Chus Neira

El cardenal asturiano Ángel Fernánde Artime ofició esta tarde en la basílica de San Pedro del Vaticano la octava misa de las novendiales ofrecidas a la memoria del papa Francisco, ceremonia dedicada también, en este caso, a los institutos de vida consagrada, es decir, a religiosos y religiosas.

Este hecho, unido al especial impulso que el último pontífice quiso dar al papel de la mujer en la Iglesia, propició que en la misa de Artime de este sábado hubiera una destacada presencia de mujeres, religiosas de distintas órdenes y procedentes de todo el mundo venidas a Roma para la despedida del Papa. Artime, en una homilía sencilla y sentida, se dirigió más a ellos, a religiosos y misioneros, como ejemplo de defensa de la palabra de Dios en tiempos difíciles. "Jesús resucitado no tenía miedo de nada ni de nadie", declaró en alusión a las lecturas correspondientes al tercer Domingo de Pascua.

La ceremonia comenzó con las palabras de la presidenta de la unión de superioras generales, la irlandesa Mary T. Barron, y su homólogo al frente de las comunidades de religiosos masculinos, el padre Mario Zanotti, monje camaldulense nacido en Turín.

La primera lectura trajo a San Pedro el episodio en el que los apóstoles son interrogados por el Sanedrín por predicar sobre la resurrección de Jesús, y se pudo escuchar, precisamente, de boca de sor Simona Brambilla, que ha sido, en la última etapa del pontificado de Francisco la “jefa” de Artime en el dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada. Superiora de las Misioneras de la Consolata, su nombramiento supuso un hito en la historia reciente de la Iglesia al convertirse en la primera mujer en ocupar una prefectura en el Vaticano. Que ella se haya encargado de la primera lectura en la octava misa de las novenas por Francisco estuvo en consonancia de una presencia muy destacada de religiosas en el templo. A ello también se había referido inicialmente Mary T. Barron, quien destacó “la fe que Francisco puso en las mujeres consagradas”.

Ángel Fernández Artime también incidió en este aspecto en la homilía y llamó a tomar ejemplo de los misioneros, del ejercicio de los hombres y mujeres consagradas que predican la palabra de Dios incluso “en situaciones desagradables”. Con un discurso sencillo, inspirado y calmado, el sacerdote luanquín incluyó en sus palabras referencias directas no solo al papa Francisco, sino también a sus antecesores en el trono de Pedro, a Benedicto XVI y a Juan Pablo II.

El cardenal Artime, durante la celebración en el Vaticano.

El cardenal Artime, durante la celebración en el Vaticano. / Vatican News

Entre las lecturas resultó también muy propicia la del episodio en que por tercera vez Jesús se vuelve a presentar antes los discípulos después de su resurrección, cuando estos estaban pescando sin éxito durante toda la noche. La aparición de Jesucristo y su seguridad en que volvieran a echar las redes, trae a tierra milagrosamente 153 peces. El gozoniego Ángel Fernández Artime procede de una familia de pescadores, y aunque no hizo referencias personales al glosar las escrituras, sí insistió en que “Jesucristo resucitado hace de la vida del hombre una fiesta continua”. “Por eso los apóstoles no tenían miedo de la cárcel ni de las amenazas. La fe de Jesús se basaba en algo tan fuerte que no tenían ninguna duda”.

Tras la homilía, destacó el gesto cariñoso de Artime en el saludo de la paz, con una sonrisa amplia y sincera que dedicó a sus compañeros en el altar, para Joao Braz de Aviz, su antecesor en el Dicasterio de la Vida Consagrada, y para Arturo Sosa, superior general de la compañía de Jesús.

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