Camilo de Blas: 111 años de una dulce historia en Oviedo
Cinco generaciones han llevado esta confitería a convertirse en referente nacional del pequeño comercio y emblema de la repostería artesanal en Asturias

José Juan y Paloma de Blas, con unos carbayones. | | PABLO SOLARES
Hablar de Camilo de Blas es hablar de la historia viva de Oviedo, de tradición pastelera, de saber hacer transmitido de generación en generación y de un compromiso inquebrantable con la calidad. Fundada en 1914, la confitería que hoy ocupa un lugar privilegiado en el imaginario colectivo asturiano ha sabido mantenerse fiel a sus orígenes sin renunciar a la innovación ni a los desafíos de la modernidad. Más de un siglo después, sus vitrinas siguen despertando admiración y su obrador continúa elaborando dulces que son auténticos emblemas de la ciudad.
Todo comenzó en 1876 en León, cuando Camilo de Blas Heras, maestro confitero, abrió su primer negocio especializado en productos delicatessen. Su hijo José fue el encargado de dar el salto a Oviedo, estableciendo en 1914 un nuevo obrador en la céntrica calle Jovellanos. Desde entonces, el negocio ha permanecido en el mismo lugar, prácticamente intacto en su estética, convirtiéndose en un rincón entrañable y testigo silencioso del paso de generaciones de clientes.
A lo largo de su trayectoria, Camilo de Blas ha superado momentos difíciles, como el incendio de 1929 que afectó la tienda de Oviedo, la cual fue restaurada respetando su fachada y elementos originales. La clave de su supervivencia ha sido su fidelidad a una fórmula que conjuga excelencia, constancia y artesanía. Ejemplo de ello es el emblemático "Carbayón", pastel de hojaldre r elleno de almendra marcona, cubierto con yema de huevo y bañado en azúcar, cuya receta original permanece celosamente guardada como parte del legado familiar. Ideado en 1924 como homenaje a la ciudad, este dulce es hoy símbolo identitario de Oviedo y parada obligatoria para vecinos u visitantes.
La carta de Camilo de Blas, sin embargo, va mucho más allá. Duquesitas, casadielles, bizcotelas, florentinas o nueces glaseadas completan una oferta que equilibra tradición e innovación. En los últimos años, la empresa ha incorporado productos que responden a nuevas sensibilidades del consumidor, manteniendo siempre su apuesta por los ingredientes naturales y con una atención especial a alérgenos, concretamente gluten y lactosa. Todo ello sin abandonar el proceso artesanal que caracteriza su producción diaria.
Actualmente, la quinta generación de la familia, con Paloma de Blas al frente bajo la supervisión de su padre José Juan, continúa liderando el negocio. Han sabido gestionar el relevo generacional con acierto, apostando por una modernización progresiva de la imagen de marca, una presencia creciente en redes sociales y una apertura hacia nuevos públicos, especialmente jóvenes. Sin perder el alma del negocio, han llevado a la confitería a una nueva etapa, conectando con las demandas del siglo XXI.
Premio Nacional de Comercio 2024
Este año, Camilo de Blas ha vivido uno de los momentos más emotivos y significativos de su historia reciente: la obtención del Premio Nacional de Comercio 2024, en la modalidad de pequeño comercio, otorgado por el Ministerio de Industria y Comercio. Una distinción que, hasta ahora, sólo había recaído en otro comercio ovetense, la sombrerería Albiñana. La entrega del galardón tendrá lugar el 10 de junio en el Hotel de la Reconquista, en Oviedo, lo que convierte este reconocimiento en un homenaje doblemente simbólico.
El galardón ha sido recibido con emoción por toda la familia, especialmente por Paloma de Blas, que destaca el trabajo de las cinco generaciones que han mantenido el negocio con esfuerzo, cariño y dedicación. La confitería celebra este hito tras un año especialmente intenso: el centenario del "Carbayón", la vuelta a la Feria Internacional de Muestras de Asturias y la publicación de un libro que recorre su historia y valores.
La fidelidad de su clientela es otro de los pilares fundamentales del éxito de Camilo de Blas. Muchos clientes celebran cumpleaños, bodas o aniversarios con los mismos pasteles que encargaban sus abuelos. Otros hacen una parada obligatoria cada vez que vuelven a Oviedo tras años fuera. Porque Camilo de Blas no sólo vende dulces: vende recuerdos, emociones, momentos compartidos. Además, su presencia va más allá del escaparate físico: la confitería ha sido escenario de películas ha aparecido en programas televisivos dedicados a la gastronomía española, reforzando su estatus como icono cultural.
En un contexto donde muchas empresas familiares luchan por sobrevivir o traspasar el testigo sin fracturas, Camilo de Blas representa un modelo de éxito. Ha sabido convertir el relevo generacional en una oportunidad para crecer, reinventarse y seguir siendo un referente de la repostería asturiana.
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