Deja Madrid para trabajar en Asturias y la despiden a las dos semanas: así fue su experiencia en una granja escuela

Su trabajo en la granja escuela Ría del Eo era muy exigente

Un tiktoker explica su experiencia trabajando en una granja escuela en Asturias

Un tiktoker explica su experiencia trabajando en una granja escuela en Asturias

E. M. Ch.

"Me fui de Madrid y de a Asturias con la idea de irme todo el verano, incluyendo mayo". Así empieza el relato de una joven que dejó la capital para instalarse a trabajar en el Principado y trabajar en el granja escuela Ría del Eo. Sin embargo, la despidieron a las dos semanas. Su testimonio ha causado una gran repercusión en TikTok, donde cuelga vídeos hablando de diferetes aspectos de su vida.

Su despido vino propiciado por varios motivos. Por un lado, tal como explica la joven, le faltó formación. "Yo tenía título de monitora de ocio y tiempo libre, más experiencia en campamentos, que al final es lo que necesitaba para el puesto de trabajo. Pero, los monitores tuvieron dos semanas de formación y yo entré directamente", explica. El problema es que, al tratarse de un campamento en el que los asistentes pernoctan, los monitores necesitan formación complementaria porque "tienes que estar 24 horas al día con los chavales", tal como ella misma explica.

Para poder seguir el ritmo de trabajo, la tiktoker preguntaba a otros monitos. "A veces me lo explicaban, pero otras veces me decían espera que ahora lo verás porque estábamos 100% liados", detalla.

Falta de organización

Otro de los motivos por los que Gigi, que así se hace llamar en TikTok, terminase en la calle es la falta de organización, "tanto mía como la del coordinador".

Se dio la circustancia de que la joven perdió el cargador de su móvil y estuvo dos días incomunicada. Para el trabajo, era indispensable contactar con sus compañeros para coordinar las actividades. Esto hizo que su trabajo se viese afectado. "Todo estaba aparentemente bien, los niños estaban encantadísimos conmigo, pero al parecer el coordinador solo veía que yo estaba un poco perdida", explica.

A la falta de formación y comunicación con sus compañeros se suma otro factor: las guardias. "Cuando me tocó mi primera guardia, dormí el total de 2 horas y no podía estas al 100% con los niños", confiesa. Le pidió al coordinador dejar de hacer guardias.

Para terminar de rematar, Gigi se quedó afónica y no podía hablar en las actividades con los niños. "Quería hablar y susurraba", recuerda. Además, asegura que comía mal ("solo fritos"). Con todo, la experiencia se le hizo insportable.

Reconoce que la decisión de aceptar el trabajo la tomó llevaba por la emoción de trabajar con niños y estar en Asturias, sin valorar las condiciones. Considera que es un trabajo muy duro.

"Yo no voy a decir a una empresa cuánto deben pagar a sus trabajadores, pero mínimo que si quieres que un monitor tenga la energía necesaria hay que proporcionarle un bienestar", critica. Se refiere a proporcionar un buen descanso (dormía en una habitación con los demás monitores) o una comida más nutritiva.

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