El agónico canto del urogallo Cantábrico, al borde de la extinción "La especie está abandonada en Asturias"

Los expertos e investigadores creen un error pensar que los 18 ejemplares más contabilizados en 2024 respecto a 2019 son sinónimo de que mejora la especie

La superficie que ocupa el ave en la Cordillera se ha reducido un 90% en el último medio siglo al quedar en menos de 1.000 kilómetros cuadrados

El agónico canto del urogallo Cantábrico

El agónico canto del urogallo Cantábrico / LNE

Mariola Riera

Mariola Riera

Algo ha tenido siempre el urogallo de especie mítica, dada a la leyenda. Esto se debe, en parte, a su aspecto poco común, imponente el de los machos en tamaño y colores; a su característico y curioso canto de cortejo, ahora en pleno apogeo, entre marzo y junio; a su comportamiento de ave acostumbrada al aislamiento, discreta, difícil de observar; y a su origen en la era glaciar –la de los mamuts y leones cavernarios– desde la que ha logrado sobrevivir y llegar, aunque a duras penas en las últimas décadas, hasta nuestros días.

"El grito del urogallo del bosque siempre ha poblado mis sueños. Es un elemento mágico, simbólico de una naturaleza aún sin domesticar", describe el escritor leonés Julio Llamazares en el documental "Memorias del urogallo cantábrico: El secreto del bosque", dirigido en 2016 por Manuel Antonio González con el objeto de llamar la atención –una de las múltiples iniciativas con este fin en los últimos tiempos– sobre una especie en situación crítica de peligro de extinción en España.

El urogallo puede considerarse una reliquia de la era glaciar. Pero después de haber logrado sobrevivir durante miles de años todo indica que la especie –la "Tetrao urogallus", descrita en 1758 por Carlos Linneo– tiene las horas contadas y está llamada a desaparecer más pronto que tarde en el siglo XXI. Es la reflexión generalizada, la más pesimista, de los expertos, los que han estudiado y conocen a fondo la evolución de un animal que tiene en España dos reductos mínimos en Pirineos y la Cordillera Cantábrica. Según la Lista Roja Europea de Aves 2021 la población continental se sitúa entre 1,6 y 3,4 millones de ejemplares y se extiende principalmente en zonas de montaña: Alpes, Cárpatos, Balcanes, Pirineos y Cordillera Cantábrica, además de haber sido reintroducido en Escocia con éxito, según describe la organización Seo-Bird Life.

De la población cantábrica acaba de hacer público el Ministerio de Transición Ecológica el último conteo, llevado a cabo el año pasado: son 209 ejemplares los que se cuentan en la Cordillera, entre Asturias y León, un 8% más que cinco años antes, ya que en el muestreo de 2019 fueron 191 aves las contabilizadas. El Principado forma parte, junto a Castilla y León y Cantabria (sin individuos), del grupo de trabajo impulsado por el Ministerio en 2018.

Tanto la administración regional como la estatal han celebrado esa pequeña recuperación del urogallo, al tiempo que han admitido no obstante que queda mucho camino que recorrer para poder hablar de avances. Pero en la otra parte, los especialistas coinciden en señalar que no hay ningún motivo de celebración y que ese 8% de aumento no es tal, ni siquiera simbólico.

"Alegra saber que los urogallos siguen estando ahí. Pero celebrar un ascenso parece demasiado. La estima de 2019 eran 191, pero solo se tenía un grado aceptable de confianza para decir que el número estaba entre 165 y 222. Así que 209 animales no es diferente de eso", resume el biólogo Miguel Clavero, que trabaja en la Estación Biológica de Doñana (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC).

Rolando Rodríguez, investigador y profesor en la Universidad de Exeter, se pronuncia en la misma línea: "En este tipo de estimas de población no se cuentan los individuos observados, sino que se identifican a partir de muestras de excrementos recogidas en su hábitat". Explica que con los datos obtenidos se emplean métodos estadísticos que estiman un número de individuos junto con un intervalo que marca los límites entre los que podría oscilar el valor real. "En 2019, el número de urogallos estimado fue de 191, con un intervalo de confianza de entre 165 y 222. En 2024, la estima fue de 209, con un intervalo de 172 a 251. Ambos intervalos se solapan casi por completo, lo que indica que la población no ha cambiado. Decir que ha aumentado no sé corresponde con lo que indican los datos", advierte el también miembro del colectivo Geotrupes.

Según el censo del Ministerio, de esos 209 urogallos, el 67% se concentra en la provincia leonesa (Alto Sil, Laciana y Omaña; y en menor medida en Ancares y Bierzo) y el resto en Asturias, en Degaña, Cangas de Narcea e Ibias. El 56% son machos (117) y el 44%, hembras (92), con lo que se observa un mayor equilibrio que en el anterior registro, cuando el 68,5% eran machos y 31,5%, hembras.

Nicolás López-Jiménez, doctor en Ciencias Biológicas y delegado de Seo-BirdLife, lamenta que precisamente en el territorio que es "el último reducto de la especie en Asturias" –Degaña, Ibias y Cangas del Narcea– se autoricen actividades "contrarias" a la Estrategia de Conservación aprobada por el Ministerio, como talas, desbroces, apertura de pistas, instalación de infraestructuras, caza, etc.. Y recuerda que el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias carece del "obligatorio" plan de gestión.

En la organización rechazan valorar los datos del último censo, más que nada porque al igual que otros colectivos no han sido informados oficialmente. "Ni la Consejería correspondiente del Principado, ni el Ministerio ni la Junta de Castilla y Leon han notificado información alguna sobre esa supuesta mejoría al margen de lo que hemos podido leer en los medios", expone López-Jiménez.

En Seo consideran que el urogallo está "abandonado" en Asturias y una muestra es que su gestión está englobada en Medio Rural –en la Dirección General de Política Agraria– y no en medio ambiente. "Es bochornoso que sea esta dirección la que gestione fauna silvestre para hacer cualquier tipo de política de protección y conservación", opina en la organización. Otros motivos que explican ese "abandono" son la ausencia de un plan de recuperación, que es obligatorio en una especie a punto de extinguirse, y también la falta de actuación del Catálogo Regional de Especies Amenazadas de la Fauna Vertebrada del Principado de Asturias, de 1990: "Han pasado 35 años y está obsoleto, no cumple con la legislación estatal, etc. Se permite cazar especies que no son cinegéticas y otras que están en declive...".

En 2023, Miguel Clavero, junto al investigador Javier Naves Cienfuegos y el profesor de Investigación del CSIC, Ecología y conservación de la biodiversidad Eloy Revilla Sánchez –ambos de la Estación Biológica de Doñana– publicaron un informe sobre la especie cuyo titular no podía ser más claro, contundente y alarmante: "El urogallo cantábrico está inmerso en una espiral de extinción y necesita un rescate". Y añadían: "La población más occidental, la que ocupa la Cordillera Cantábrica, es un ejemplo paradigmático del camino hacia la extinción de las pequeñas poblaciones aisladas".

Entre los datos en los que se apoyan en dicho estudio figura la evolución de los asentamientos en la Cordillera: antes del siglo XX eran de unos 30.000 kilómetros cuadrados; a principios de los años 70, la superficie quedó en un tercio de la original; y actualmente es de menos de 1. 000 km², "lo que supone una reducción del 90 % respecto a la ocupada hace 50 años".

El biólogo y profesor de Ecología de la Universidad de Oviedo Mario Quevedo de Anta reclamaba durante la presentación del documental sobre el urogallo en el Club LA NUEVA ESPAÑA en 2016, hace casi una década, "más ciencia" a la hora de diseñar las medidas de gestión de la especie. Una petición que sigue vigente y es extensiva a todos los investigadores y las diferentes organizaciones ambientalistas y conservacionistas, muy quejosas de que la administración, una y otra vez, les dé la espalda y deje al margen a los que realmente conocen al urogallo. "Cuando decidan hacerlo quizás ya sea demasiado tarde", advierten.

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