Marco Vivarelli, economista: "La inteligencia artificial destruirá a corto plazo más empleo del que creará"
"El turismo no es una solución para el declive demográfico y la emigración que sufre Asturias", afirma el profesor italiano, que ofreció una conferencia en Oviedo

Marco Vivarelli, en la Facultad de Economía de la Universidad de Oviedo. / Miki López

Marco Vivarelli (Piacenza, 1963) es profesor de Política Económica de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán. Doctor en Política Científica y Tecnológica y en Ciencias Económicas, Vivarelli es un reputado investigador académico sobre la relación entre innovación, industria y trabajo. En los últimos tiempos se ha especializado en el impacto de la inteligencia artificial (IA) en el mundo profesional. Sobre este tema ofreció ayer una conferencia en Oviedo, en el marco de las XVII Jornadas de Economía Laboral organizadas por la Asociación Española de Economía del Trabajo (AEET) y la Universidad de Oviedo.
¿Es la IA una amenaza para muchos puestos de trabajo?
Sí, en principio es sin duda una amenaza, porque las potencialidades de la IA tienen una gran incidencia general, a diferencia de la mecanización y la automatización en décadas pasadas, cuyo impacto se limitaba a determinados trabajos. Por ejemplo, en los años 90 y comienzos de los 2000 los avances tecnológicos afectaban sobre todo a trabajadores de baja cualificación o dedicados a labores manuales, pero al mismo tiempo aumentaron la demanda de trabajadores altamente capacitados. En aquel momento el desafío se centraba en la formación de la fuerza laboral para conseguir más profesionales cualificados y establecer una red de seguridad para los menos formados. La IA, en particular la IA generativa, ha introducido otra dinámica, porque tiene la capacidad de sustituir incluso trabajos cognitivos y de alta cualificación. Es decir, la IA está afectado a todo tipo de profesiones.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, mi propio trabajo: profesor universitario (ríe). Existen ciertos tipos de enseñanza y de metodologías básicas de investigación que pueden ser fácilmente sustituibles por un algoritmo. Por lo tanto, el temor que existe es que esta automatización que trae la IA puede tener una gran penetración en todo tipo de sectores e industrias, incluso aquellas que en el pasado podían considerarse a salvo de los avances tecnológicos.
Pero la IA también podrá traer cosas positivas, ¿no?
Sí, hasta ahora he destacado el lado oscuro, pero existe también uno luminoso. La capacidad sustitutoria de la IA debe ser enfocada en términos de tarea más que en términos de trabajo. Es decir, dentro de un mismo puesto de trabajo, algunas tareas pueden ser reemplazadas por un algoritmo, pero otras no. Volviendo al ejemplo del profesor universitario, podría darse que una enseñanza muy estandarizada y ajustada al manual sobre, pongamos, microeconomía muy básica, pueda ser sustituida por un algoritmo. Pero probablemente no podrá serlo un curso de posgraduado muy enfocado en investigación o basado en literatura y debates académicos creativos. O pensemos en la medicina: la capacidad técnica de una radiografía será mucho más precisa si la ejerce una máquina que un hombre, pero en lo que respecta a su interpretación para un diagnóstico o una terapia, seguirá siendo necesario un médico. Los estudios académicos sostienen que, si el pronóstico se centra en los puestos de trabajo en su totalidad, el 50% de ellos están en riesgo. Pero si el mismo tipo de estudios se enfocan específicamente en las tareas, el porcentaje de empleos en peligro se reduce al entorno del 10%. No obstante, la IA generativa ha traído una nueva revolución que facilita que cada vez más tareas puedan ser realizadas por un algoritmo, por lo que no sé si en el futuro la tasa de empleos en riesgo puede aumentar.
¿Qué otras consecuencias positivos existen?
El principal es el tema de la conferencia que he venido a impartir en Oviedo, y es el hecho de que la IA está creando ya demanda de empleos como técnicos, ingenieros y científicos de datos. Todas las empresas relacionadas con la creación de algoritmos y otros productos complementarios a la IA deberían crear empleo. De hecho, ya existe evidencia estadística de ello.
¿Pero cuál es el balance neto de pérdida y ganancia de empleos?
Podemos tener compensaciones en los sectores tecnológicos más cualificados, como los que he mencionado de creación de algoritmos, pero la automatización afecta sobre todo a los empleos menos cualificados o más tradicionales, y estos son la mayoría, sobre todo en países del sur de Europa como España o Italia. A corto plazo, la IA destruirá más empleos de los que creará. En comparación con otras potencias, Europa, salvo algunos países nórdicos, es muy débil en las tecnologías de la comunicación y la información (TIC). Y en el desarrollo de IA estamos todavía muy lejos de Estados Unidos y China.
Asturias es una región con una fuerte tradición industrial, pero, al igual que el resto de las economías occidentales, está virando cada vez más hacia el sector servicios, sobre todo el turismo. ¿Es esencial preservar el sector industrial para garantizar empleos de calidad?
El turismo no es una solución para los problemas que, según me han dicho mis colegas de aquí, tiene Asturias, como el envejecimiento demográfico y la emigración. La mayor parte de los empleos que crea el turismo son precarios y estacionales. El verdadero reto es detectar nichos de alta cualificación en los que Asturias tenga una ventaja comparativa. En ese sentido, el País Vasco ha conseguido hacer ese tipo de transformación.
¿Qué receta propone usted?
Es muy importante crear lo que se conoce como sistemas regionales de innovación, una coordinación entre empresas, universidades, entidades financieras y autoridades públicas para identificar una estrategia común y evitar que cada uno vaya por su cuenta. En el caso de Asturias, esa estrategia debería estar relacionada con su historia para encontrar lo que los economistas llamamos "variedad relacionada". Si ustedes en el pasado se especializaron en minería, siderurgia y manufacturas tradicionales, no pueden de repente dedicarse a algo completamente distinto, sino diversificarse utilizando esa "variedad relacionada" para identificar esos nichos con industrias emergentes y demanda creciente.
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