Los estudiantes lo tienen "crudo" para alquilar un piso en Asturias, aunque las chicas un poco menos: los caseros las prefieren a ellas

El mercado de Oviedo está condicionado por la gran afluencia de MIR, que reservan con hasta tres años de antelación

Aspirantes a MIR, antes de entrar a un examen en el campus del Cristo, el año pasado.

Aspirantes a MIR, antes de entrar a un examen en el campus del Cristo, el año pasado. / Miki López

Nacho Blanco

Oviedo / Gijón

Los problemas de la vivienda han traspasado definitivamente las grandes urbes para instalarse en el resto de ciudades españolas. Uno de los sectores que más sufre esta precariedad, debido a su estacionalidad y frágil economía, es el de los estudiantes.

Raúl Díaz, de 20 años, trabaja de prácticas en la fábrica de Nestlé de Sevares (Piloña). Se va de Gijón con un grado superior de automatización y robótica industrial en su currículum, y tras compartir piso con nueve personas distintas en dos años. "La gente iba rotando, me encontré con personas divorciadas o con una mujer mayor a la que habían echado de casa", explica.

Estos vaivenes vienen de la decisión de Raúl Díaz de buscar por su cuenta una habitación. Esta metodología es más asequible económicamente que la búsqueda en grupos, y permite conseguir un techo "por 300 euros" cuando el resto de habitaciones estaban por "400 y pico".

Otro problema que sigue presente en las mentes de los propietarios son los sesgos de sexo que restringen algunos pisos a sólo chicas. "La mayoría de pisos más baratos eran solo para chicas; las habitaciones solo para chicos subían el precio 150 euros más". Además, la oferta de pisos para mujeres es también mayor, "de cada 20 pisos, 13 eran para chicas", apunta Díaz.

Mejor situación tiene Adrián Meana, estudiante piloñés de 21 años de tercero de Ingeniería Industrial, quien tuvo "mucha suerte" al poder vivir en un piso familiar él solo "con todo lo necesario para estudiar", en la zona de La Calzada, en Gijón. Además, también deshecha la idea de seguir viviendo en Piloña, ya que "es inviable ir y volver todos los días hasta Gijón en bus".

Una de las alternativas al piso de alquiler son las residencias. Manuel de Paz, estudiante de Ingeniería Industrial de 22 años procedente de Ponferrada, se alojó durante cuatro años en la residencia Aller, situada en Montecerrao, en la cual le fueron subiendo el precio año a año. De Paz se fue a una residencia en Oviedo, ya que en Gijón, dónde estudia, "había muy pocas". Para el curso que viene se muda a Gijón, dejando atrás una opción que "a nivel social compensa, sobre todo el primer año", pero que "no sale a cuenta a nivel económico".

En Oviedo, el mercado está muy condicionado por la gran cantidad de estudiantes que se desplazan a la capital para preparar el examen de médico interno residente (MIR). Este año, hay 1.337 estudiantes matriculados de manera presencial en el curso intensivo de la Academia MIR ovetense, los cuales suelen reservar su habitación con hasta tres años de antelación. "Un alumno MIR que coge piso en 2025, es posible que en realidad lo reserve para 2028", comenta Olaya Valdés, de la inmobiliaria Sellmi.

Se trata de un perfil estudioso y que quiere estar cerca del Seminario Metropolitano, lugar de las clases, lo que hace que haya empresas especializadas en residencias o pisos para los MIR, que aprietan el resto del mercado. Incluso en residencias como en la que vivía Manuel de Paz es común que haya sectores más aislados reservados a alumnos MIR, los cuáles suelen tener un calendario distinto al de otros estudiantes, pues el suyo abarca de junio a enero.

"Cada vez hay más estudiantes que vienen a Oviedo a estudiar", explica Olaya Valdés. Y añade: "La apertura de nuevos grados y centros en la ciudad hace que la capital asturiana sea un destino más atractivo para, por ejemplo, alumnado Erasmus". Esto comprime más la situación de la vivienda, como comprueba Marta Giménez, trabajadora del Oriente de Asturias que reside en Oviedo con 20 años. Su piso del año pasado lo cogieron a última hora: "El precio era muy alto, no tenía calefacción, entraba aire por todos lados y en invierno casi nos morimos de frío".

Por su parte, Mariana Bobes, estudiante de Derecho de 20 años de la zona rural, pudo encontrar un piso evitando las inmobiliarias, pero con "unas ventanas del año de la polca que están reventadas".

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