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Javier Junceda aboga por una "asturianía transversal y sana" en su último libro

El jurista condensa en setenta microensayos propuestas sobre identidad o memoria y lanza retos futuros para la comunidad

Javier Junceda

Javier Junceda / Lne

Alicia G.-Ovies

Oviedo

El jurista Javier Junceda presenta este lunes en el RIDEA (19.00 horas) "Asturias y los asturianos", un libro que define como "una recopilación de 70 micro-ensayos" con los que busca "dar un chute de autoestima" a la región. La obra combina retratos de asturianos ilustres con reflexiones sobre el porvenir del Principado y lanza una tesis central: "Necesitamos sacar la plata, ver cuáles son las Asturias y sentirnos orgullosos de lo que somos, sin caer en el identitarismo".

Asturianía sin banderías.

Junceda insiste en que su propósito no es político, sino cívico. "Yo siempre invitaré a formar parte de un asturianismo sano que trascienda las ideologías", explica. Para él, la bandera de Asturias y la de España "son patrimonio colectivo" y "no pueden ser apropiadas por nadie". "Hay formas muy diversas de ser español y de ser asturiano", señala. "No tengo por qué hablar como quieren que hable ni beber sidra para serlo. En mi zona del occidente no se bebe sidra y también hay asturianía".

El jurista advierte del "riesgo de que algunos utilicen los símbolos para tapar lagunas ideológicas" y recuerda que la Ley de Banderas, estatal y autonómica, "prohíbe expresamente usar los emblemas con fines políticos". "Hay mucho anti-español entre los que utilizan la bandera de España y mucho anti-asturiano entre los que utilizan la de Asturias", resume.

Retratos de Asturias.

La mitad del libro está dedicada a personajes que representan lo mejor de la región: "Hay 35 retratos de asturianos presentes o pasados, desde Maripaz Pondal hasta Aurelio Menéndez, pasando por el primer presidente del Tribunal Supremo o por Campomanes y Jovellanos·.

El autor reivindica que "los asturianos han triunfado donde han estado·, especialmente en el comercio y la empresa: ·Los dos grandes almacenes españoles, Galerías Preciados y El Corte Inglés, son fruto del carácter emprendedor de los asturianos, de Pepín Fernández y de Ramón Areces". Esa huella explica su visión universalista: "El asturiano sale, pero vuelve. Somos salmónidos: salimos, pero retornamos. Donde vamos, hacemos Asturias".

Covadonga.

Junceda reclama que ciertos elementos identitarios estén "fuera del debate político". "Covadonga es responsabilidad de todos: es parque nacional, lugar histórico, religioso y turístico", apunta. "Tiene que estar al nivel del Museo del Prado, fuera de la pelea". Defiende lo mismo para la Catedral de Oviedo y el patrimonio castreño, y subraya el carácter integrador de la festividad del 8 de septiembre: "El Día de Asturias es el Día de Covadonga, y nos une a todos. Tengo amigos que no creen, pero van a misa ese día. La Santina trasciende".

Su postura contrasta con la propuesta de Izquierda Unida de replantear la fecha en favor del 25 de mayo. "Normalmente, envolverse en banderas, ya sea de una nación o de una región, oculta un cráter ideológico importante", responde. "Aquí hay mucho de neofilia, de querer cambiar por cambiar. Si algo está bien, no lo toques".

"Luces largas".

Más allá del orgullo simbólico, Junceda sostiene que el Principado necesita pensar en la generación de mañana y no solo "vivir al día". "Hace falta una Asturias para 2050", afirma. "Si no tienes destino, cualquier viento es bueno". Su libro plantea un itinerario de reformas: "Necesitamos una sociedad que levante las persianas a las seis de la mañana, que huela a pan y a café". Critica la "anestesia" social derivada de la dependencia del dinero público.

Envejecimiento y economía productiva.

Entre las "asignaturas pendientes", Junceda sitúa la demografía: "Donde hay trabajo, hay paisanos. Donde no hay trabajo, no hay paisanos". Cita estudios del RIDEA que coordinó con Juan Luis Rodríguez-Vigil y que demostraban una relación directa entre desarrollo económico y juventud demográfica. También alerta del desequilibrio entre protección ambiental y actividad económica: "A mayor protección ambiental, menos actividad y menos paisanos. Está muy bien proteger la naturaleza, pero no podemos olvidarnos de la huella humana".

El jurista pide también claridad en la transición energética. "Si dices que no a los eólicos o a las baterías, dime cuál es la alternativa. Pasamos de ser excedentarios a deficitarios de electricidad". Rechaza "la burocracia asfixiante" que frena inversiones y reclama "podar el árbol legislativo": "Necesitamos una administración que quite palos de las ruedas al desarrollo económico".

Comarcalizar sin borrar los pueblos.

Otra de las ideas del libro es reactivar la Ley de Comarcas, en vigor desde los primeros años de autonomía. "Si un municipio no tiene recursos, puede asociarse con otros. No se trata de hacerlos desaparecer, sino de mancomunar servicios y ahorrar". Pone ejemplos: "Pesoz no puede pagar un interventor, pero puede tenerlo compartido con la comarca".

Fiscalidad y atractivo regional.

Junceda defiende "dar un guiño tributario" a quienes quieran invertir o quedarse. "Tenemos un esfuerzo fiscal superior a la media comunitaria. Si queremos ser atractivos, hay que aliviarlo". En el plano jurídico, subraya un argumento poco utilizado: "El artículo 130.2 de la Constitución obliga a dispensar un tratamiento especial a las zonas de montaña. Asturias es la comunidad más montañosa de España, pero no hemos sacado ese hecho diferencial a bailar".

Universidad y talento.

El autor lamenta que "Asturias sea la única comunidad sin una universidad privada" y propone abrirse a nuevas instituciones: "No hay universidades públicas o privadas, hay universidades buenas o malas". En su opinión, permitir proyectos privados ayudaría a atraer estudiantes y empresas tecnológicas.

Su crítica se apoya en un diagnóstico cultural: "Aquí el 90 % de los jóvenes de Derecho quieren opositar. Pan duro, pero seguro. En Barcelona, donde viví 17 años, era al revés. Tenemos que recuperar el espíritu de arriesgar".

Las prioridades.

Junceda menciona la alta velocidad como ejemplo de planificación inconclusa: "Hemos gastado millones en la variante y luego los trenes pasan de 330 kilómetros por hora a 30 al llegar a Asturias. Eso tiene que ser una prioridad". Pide que el debate político "no se centre en cambiar fechas o banderas", sino en resolver "los problemas reales de la sociedad: vivienda, envejecimiento, energía, infraestructuras".

"El asturiano universal": raíces y mundo.

La asturianía no es cerrada ni localista. "Yo milito en el partido de Asturias", dice, "una Asturias dentro de España y de Europa, y con vínculos con la otra España del hemisferio, la América asturiana". Reivindica la tradición emigrante como fuerza creadora: "No hay puerto del mundo donde no haya un marinero asturiano. El asturiano sale, pero siempre vuelve".

Una llamada al debate.

Junceda reconoce que muchas de sus ideas "son utópicas" y que a menudo predica "en el desierto", pero insiste en la necesidad de "incitar a la reflexión". "Yo no quiero ser como Forrest Gump con la gente detrás. No me guía ningún interés, solo provocar debate. Hay que pensar a largo plazo, con luces largas, no con titulares de mañana".

Asturias ante su espejo.

El libro llega en un momento de debate sobre la orientación política del Principado. Mientras el Gobierno autonómico presume de recuperación económica, la oposición denuncia "marasmo". Junceda evita alinearse, pero resume su diagnóstico: "No estamos tan mal ni tan bien: el mundo no es blanco o negro, es gris, y dentro del gris hay mil grises". Para él, la clave está en "saber qué catedral estamos construyendo como sociedad". "Hacer una catedral lleva siglos; destruirla, minutos. Yo soy de las catedrales. De construir a largo plazo".

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