La reflexión en Asturias de un exministro de Justicia muy crítico con los jueces españoles, "incontrolables, intocables y politizados"
Francisco Caamaño rechaza que haya "lawfare" en España porque los magistrados "son profesionales del derecho e imparciales en la sala", pero admite que hay casos en los que su conducta "sorprende"

Francisco Caamaño, durante su ponencia, en Oviedo, este martes. / Fernando Rodríguez

No cree Francisco Caamaño (Cee, La Coruña, 1963) que en España haya hoy en día "lawfare", ese vocablo inglés que últimamente resulta muy familiar de tanto oírlo a los políticos y que se refiere a la "guerra jurídica" o acoso de las instancias judiciales contra una determinada persona. El Gobierno de España ha insistido en los últimos tiempos que se siente víctima de ello ante tantos frentes judiciales que tienen abiertos algunos de sus miembros.
"Yo creo que una grandísima mayoría de los jueces son profesionales del derecho, son imparciales en la sala y además no reciben instrucciones de nadie. O sea, creo que son desde ese punto de vista independientes y que en general su calidad como juzgadores es equiparable a la de cualquier otro", expone que el fuera Ministro de Justicia entre 2009 y 2011 con José Luis Rodríguez Zapatero.
Pero acto seguido matiza: "Otra cosa es que pueda existir casos donde las conductas de algunos jueces no sorprendan a los juristas. Yo no quiero calificarlas. Porque ya para eso están los recursos de apelación, están los tribunales superiores que ya depurarán lo que hay".
Precisamente del "lawfare", la judicialización de la política, habló este martes Francisco Caamaño, profesor y catedrático de Derecho Constitucional de Santiago de Compostela, en la Junta General del Principado dentro del ciclo "Espacios Fundamentos", en el que también participó María Ángeles Ahumada Ruiz, profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

María Ángeles Ahumada, al fondo de pie, durante su conferencia, en la Junta General del Principado, en Oviedo. / Fernando Rodríguez
Con todo, el que fuera responsable hace casi dos décadas de la justicia en España se muestra abiertamente crítico con el sistema, enmarcado en el modelo de la Europa continental que ha generado "la idea de un estado de derecho hiperregulador, en mano siempre de los jueces. Pero es que éste nació para que los jueces estuviesen sujetos a la ley, y resulta que hoy es el estado el que está sujeto a los jueces", alerta Caamaño, quien habla de estos como figuras "intocables", "incontrolables" y "politizadas".
Antes de su conferencia, el exministro habló con LA NUEVA ESPAÑA de algunos temas de actualidad que tienen ver con la Justicia.
La anomalía de tener al Fiscal general en el banquillo.
Admite el exministro socialista que no es "bueno" para el sistema judicial que el Fiscal general del Estado deba sentarse en el banquillo por un delito de revelación de secretos, algo que sucederá en noviembre. Pero Francisco Caamaño no oculta sus dudas sobre la decisión judicial de procesarlo:"Yo invito a las personas, de verdad, a cualquier ciudadano, que lea los motivos del Tribunal Supremo para juzgarlo y luego el voto particular (contrario). Este último está cargado de razón", reseña. Con todo, asume que "enfrentar" a los estamentos judiciales "no es bueno para España, no es bueno para sus instituciones y no es bueno para nadie". No entra a valorar si Álvaro García Ortiz debe dimitir: "Es una decisión muy personal". Y remata: "No es malo hoy en día que todos cuestionemos a los jueces. Tememos al poder judicial en España, pero por una razón, porque no hay ningún control social sobre eso. Porque son incontrolables, intocables".
Defensor de la «ley Bolaños».
Francisco Caamaño se muestra crítico con los jueces, que prácticamente en bloque se han posicionado contra el proyecto de ley para la ampliación y fortalecimiento de las Carreras Judicial y Fiscal al considerar que es un intento de controlar a la magistratura. "Lo único que hizo realmente fue poner un examen, un examen práctico, y por esto salieron los jueces a la puerta de los juzgados, básicamente. A mí me parece normal que a estas alturas para determinados ejercicio de determinadas funciones públicas haya que hacer un examen práctico y no solo teórico. Hay otras cosas de esa reforma, más complicadas, que no estoy de acuerdo, y otras muchas, como son los tribunales de instancia y tal, que sí. La primera ley que se hizo sobre eso fue la mía, siendo ministro, por tanto, estoy absolutamente de acuerdo. Mi proyecto de ley no llegó a ser ley, lo intentó después (Alberto Ruiz) Gallardón, del PP, porque era razonable, no fue tampoco capaz. Al final lo ha sacado Bolaños. Me parece una mejora sustancial para la justicia española.
Judicialización de la política...
"No es bueno", opina Francisco Caamaño. "No es bueno judicializar la política pero tampoco lo inverso".
... y politización de la justicia
Lamenta Francisco Caamaño que tribunales como el Europeo tomen decisiones de profundo calado en el ámbito político, como por ejemplo cuando dictan a Alemania cuánto puede gastar del dinero público. "Con eso toma una decisión que casi lleva a la bancarrota al gobierno alemán. Esto no es cualquier cosa. Y son conscientes de que lo están haciendo. Son decisiones muy importantes", abunda.
El Consejo General del Poder Judicial, una "mala idea" copiada de Italia
"El modelo de CGPJ, que solo tienen los países del Mediterráneo, Francia, Portugal y España, porque el Consejo de la Magistratura francés es otra cosa, es una mala idea que hemos copiado de la Constitución italiana. Muy mala idea", señala el exministro. Pone varios motivos. Primero, en España se piensa que "si no hay CGPJ no hay independencia. Falso, porque no juzga. Por tanto, no tiene que ser independiente de nada. Segundo, en Alemania, en Suecia, en Noruega, en Austria, en Países Bajos, no hay esos consejos y la sanciones a los jueces dependen de los gobiernos. "Y si el gobierno dicta una resolución que es injusta, esos candidatos, esos jueces sancionados, se van a la justicia. En nuestro modelo, uno es sancionado por, si quiere ser sancionado, es por el Poder Judicial. Y se dice, es que así son los jueces sancionando a los jueces. Y si no le gusta, va al Supremo. Así, ¿qué función hace distinta el Consejo General? Si toda decisión va a acabar en manos de los jueces, ¿qué más da de dónde parta? Estamos en un Estado de Derecho, al final todo lo va a juzgar un juez. Entonces, ¿qué sentido tiene el consejo?
Estado de derecho en manos de los jueces
Dice Francisco Caamaño que en Europa se ha "apurado" el estado de derecho "de tal manera" que se ha "olvidado que además tiene que ser democrático". Es decir, hay espacios "propios de la política dejados en manos de los jueces, que cada vez deciden más sobre todo". Algo que el exministro considera "malo" porque se ha llegado a confundir independencia con imparcialidad. "Los jueces en toda Europa dicen que son independientes, pero si les hemos dejado grandísimos espacios de decisión política y de decisión pública que acaban decidiendo ellos, entonces esto de la independencia es algo sobre lo que debemos reflexionar". Mejor modelo ve en el mundo anglosajón, donde el poder judicial es un poder político por definición, "colabora en la gobernanza de la comunidad. No son elegidos por los partidos ni funcionarios. En Estados Unidos los elige la gente; en el Reino Unido, el gobierno". Por tanto, "lo que les importa en el mundo anglosajón, y era así en Europa originariamente es que el juez sea imparcial frente a las partes que van a enjuiciar".

Vista de la sala donde se desarrolló la ponencia sobre "lawfare", con la asistencia de dirigentes políticos, representantes del mundo de la justicia y alumnos de Derechos. / Fernando Rodríguez
Contra la figura del «juez funcionario».
"En la Europa continental, como tenemos la figura del juez funcionario desde Napoleón, lo que nos importa es que el juez sea sobre todo independiente. Es decir, que tenga un estatus funcionarial que le garantice cierta independencia frente a otros poderes. Pero como ciudadano, lo importante, no es la condición de funcionario o no de un juez. No es que sea más independiente o no de otro poder, sino que sea imparcial en el juicio. Bien, los jueces europeos han convertido esta garantía de su independencia en una especie de traje nuevo del emperador. El traje invisible del emperador, ¿no? Y nadie dice el emperador va desnudo", explica el catedrático.
Ámbito privado.
"La justicia funciona muy bien en el ámbito de los conflictos privados, sin duda. No hay otra mejor solución. En una gran parte de los conflictos públicos las decisiones las toma la democracia por el principio de la mayoría, no los jueces sentados en un juzgado. Y eso no está ocurriendo mucho en el modelo continental europeo. Es un problema que tenemos generalizado", advierte.
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