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Premio a las llamadas que valen para toda la vida: El Teléfono de la Esperanza de Asturias recibe el galardón "Ana Casanueva"

"Pedir ayuda no es un símbolo de debilidad, sino de fortaleza", asegura Irene Díaz

"Sin el Teléfono de la Esperanza hoy, seguramente, no estaría aquí", dice M.ª Rosa Cadavieco

Ladis García, ayer, recibiendo el premio de manos de Carlos Casanueva, entre Irene Díaz, a la izquierda, y Francisco Casanueva.

Ladis García, ayer, recibiendo el premio de manos de Carlos Casanueva, entre Irene Díaz, a la izquierda, y Francisco Casanueva.

Sara Bernardo

Sara Bernardo

Oviedo

"Es un granito de arena, altruista, para que mucha encuentre las ganas de vivir". Así describió la presidenta del Teléfono de la Esperanza de Asturias, Ladis García, la función de la asociación que dirige. Y que ayer recibió el premio "Ana Casanueva" en un emocionante acto en la capilla de la Universidad de Oviedo. Tras esa frase, García rompió a llorar, arrancando un fuerte aplauso del público.

El Teléfono de la Esperanza se creó el 26 de septiembre de 1975, hace ahora 50 años, y está formado por 78 voluntarios, 48 de ellos dedicados a la escucha activa, además de psicólogos que atienden en las distintas sedes repartidas por la región. A todos ellos quiso homenajear el empresario astur-mexicano Carlos Casanueva. "Con su trabajo nos empujan a todos a ser mejores", aseveró Casanueva en un acto en el que dio el testigo a su hijo, Francisco Casanueva, para "garantizar que este premio siga presente en Asturias".

Fue el pequeño de los Casanueva quien tomó la palabra para confesar sentirse "muy ilusionado" de continuar con una labor que este año cumple su octava edición batiendo récord de candidaturas. Un total de 23 entidades se postularon. No obstante, tal y como explicó Santiago González-Alverú, uno de los miembros del jurado, el comité decidió premiar al Teléfono de la Esperanza por su "empatía, altruismo y compromiso comunitario". "El jurado reconoce el valor de una asociación que sostiene a la sociedad asturiana en sus momentos más frágiles", explicó.

Asistentes a la entrega del galardón, en la capilla del edificio histórico de la Universidad de Oviedo. | LUISMA MURIAS

Asistentes a la entrega del galardón, en la capilla del edificio histórico de la Universidad de Oviedo. / LUISMA MURIAS

La entrega del galardón en la capilla del edificio histórico de la Universidad de Oviedo estuvo presidida por la vicerrectora de Investigación, Irene Díaz, quien trasladó a la asociación ganadora el "cariño y agradecimiento" del rector, Ignacio Villaverde, que por problemas de agenda no pudo estar presente en el acto al encontrarse de viaje de trabajo en Bruselas.

"Este premio mantiene viva la memoria de una mujer generosa", agradeció Díaz, quien destacó la labor del Teléfono de la Esperanza: "Una auténtica red de apoyo emocional que nos hace entender que pedir ayuda no es un símbolo de debilidad, sino de fortaleza".

Otro de los pilares que hacen posible los premios Ana Casanueva es la Asociación Iberoamericana de la Comunicación (ASICOM), cuyo presidente, Carlos Fernández, felicitó a la asociación ganadora por su contribución al "bienestar mental de cientos de personas". Algo que hacen posible, según resaltó, gracias a su "empatía", la cual, subrayó, "salva vidas".

De los cientos de usuarios que tiene el Teléfono de la Esperanza, hubo ayer dos que quisieron mostrar su agradecimiento en público. Cristina Álvarez fue la primera en hablar. "Sois el corazón de una obra que transforma vidas", se emocionó al agradecer la ayuda que recibió hace 15 años, cuando llamó por primera vez. "Me ayudaron a seguir adelante por su escucha, respeto y ternura", explicó. "Me habéis dado la certeza de que no estoy sola y por eso os doy un "gracias" que viene del alma", sonrió.

Junto a ella, María Rosa Cadavieco miraba al techo antes de arrancar a hablar. "Después de una situación económica y personal muy difícil acudí a vosotros", comenzó a relatar dirigiéndose a todos los voluntarios del Teléfono de la Esperanza. "Todos necesitamos un guía que nos permita descubrir nuestra esencia, que muchas veces perdemos", reconoció, afirmando que esa esencia se la devolvieron en la asociación: "Sin el Teléfono de la Esperanza no estaría aquí ahora", confesó, generando un nuevo y cálido aplauso.

En un ambiente cargado de emoción y reconocimiento, la ceremonia concluyó con un mensaje de esperanza colectiva. La historia del Teléfono de la Esperanza, construida sobre miles de conversaciones anónimas, recordó que incluso en los momentos de mayor oscuridad, una voz al otro lado del teléfono puede convertirse en el impulso necesario para volver a empezar. Medio siglo después, su labor sigue demostrando que la empatía y la solidaridad son los pilares más firmes sobre los que se edifica una sociedad más humana.

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