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El retiro da todo el tiempo para hacer otras cosas que no son trabajar: así son los "viejóvenes" de Asturias

Jubilados activos, a menudo deportistas, independientes y asociados a los que es difícil pillar en casa

Una pareja mayor, sentada en la calle de Galiana de Avilés.

Una pareja mayor, sentada en la calle de Galiana de Avilés. / Miki López

Luis Ángel Vega

Luis Ángel Vega

Dejar la vida laboral activa es un momento crucial de la existencia que sume a algunas personas en una desazón y una tristeza que les lastra para disfrutar los últimos años de su vida. Sin embargo, los jubilados están dejando de ser esos abuelos apáticos y sedentarios que pasan los días al sol, con la excusa de que "ya he trabajado bastante" y que, a lo sumo, echan una mano con los nietos.

Los "viejóvenes" les están sustituyendo. Son jubilados activos, a menudo deportistas, independientes, a veces militantes en el asociacionismo de todo tipo, a los que es difícil pillar en casa y que se niegan a invisibilizarse, como parece reclamarles una sociedad que rinde culto a la juventud.

La jubilación no es el fin de nada, sino "el principio de otra etapa que puede ser muy enriquecedora", asegura Carmen Rivera, bilbaína de 76 años, aunque desde hace veinte vive en Oviedo, en La Corredoria. Es uno de esos ejemplos de jubilada muy activa a la que nada se le pone por delante. "Viajar me parece una maravilla, aunque soy un poco negada para aprender un nuevo idioma", asegura la que fue jefa de compras de una compañía eléctrica en Bilbao y, tras quedarse en paro a una edad peligrosa, agente inmobiliaria en una sociedad promotora. Ahora ha encontrado en el asociacionismo una manera de enfocar su vida.

Alberto Álvarez Suárez, quirosano de 68 años, residente en Oviedo, añade un matiz: "La jubilación es una continuación de la vida que has llevado hasta ese momento. Si no has tenido inquietudes, lo normal es que no hagas nada. Lo malo es el sedentarismo. Hay gente a la que no hay nada que la motive. Pero tienes que decirle: Haz algo por ti".

Cesáreo Marqués y Eva María  Paredes, de la Federación de Asociaciones  de Mayores de Asturias (FAMPA). | Luis Vega

Cesáreo Marqués y Eva María Paredes, de la Federación de Asociaciones de Mayores de Asturias (FAMPA). / Luis Vega

Álvarez, que tuvo también un trabajo exigente como Oficial Mayor del Colegio de Procuradores de Oviedo, aconseja "tener las mismas inquietudes que tenías. Es la oportunidad de hacer lo que siempre quisiste, y encima te pagan el día 25 de cada mes, que es algo muy grande: vengo de un mundo en el que mi padre cobraba 600 pesetas por trabajar en la mina. La vida es muy corta y hay que aprovecharla".

"No puedes dejarte llevar por el vacío. Ni me acordaba de la oficina y estaba tan ocupado como antes, porque de inmediato me integré en la oenegé Monseñor Óscar Romero. Me llevaba muchas horas, pero lo hacía con gusto", asegura Fermín García Lorenzo, de 83 años, tevergano residente en Oviedo, que fue administrativo en dos empresas mineras. Siempre arrimó el hombro en casa, con la jubilación aún más, y añadió la faceta de cuidador. Durante bastante tiempo cuidó de sus suegros, muy mayores y dependientes.

Cada jubilado es un mundo. Unos tratan de recuperar el tiempo de estar con su familia por su exigencia profesional. "Mis compañeros de trabajo me echaban en cara que vivía para trabajar", admite Alberto Álvarez, que está separado. "Quizá no dediqué el tiempo que debía a la familia", especula.

"Mi caso es atípico", admite Carmen Rivera. "Mi marido sigue trabajando, no tenemos hijos, siempre hemos cuidado el tema de la pareja, de salir. Ahora soy quien hace la comida. Siempre hemos sido muy iguales en ese aspecto".

Carmen añade que hay que enfrentar la jubilación "con alegría. Dejas de trabajar, pero sigues cobrando. Dejas de tener un horario. Si suena el despertador es para ir a la piscina. Se va la prisa. Puedes permitirte el lujo de aburrirte, de no hacer nada si es lo que te apetece en ese momento", asegura esta bilbaína.

Sobre este punto, Alberto Álvarez añade que "hay gente que retrasa la jubilación porque no sabe a qué va a dedicar el tiempo". Él tenía muy claro las cosas que quería hacer, las que no había podido durante su periplo laboral. "Tengo el mismo horario, pero sin las obligaciones. Decir: ‘Ya trabajé bastante’, como excusa para no hacer nada, es un error".

"No puedes estar sin hacer nada", remacha Fermín García. "Marché un año antes de jubilarme. No sabes lo que te va a deparar el futuro y si estás bien hay que aprovechar", añade Alberto Álvarez.

Un peligro de la jubilación es "irse a vivir al bar". "Todo aquel que dedica más de dos horas a la misma actividad no es bueno", dice sobre ello Alberto Álvarez. "Tomar un café, hacer tertulia con amigos, tomar un vino o una sidra es sano. Pasar el día en el bar, no. Ni les hables de que se levanten para hacer nada", añade Carmen Rivera.

Alberto Álvarez, Carmen Rivera y Fermín García. | Luis Vega |  MIKI LÓPEZ

Alberto Álvarez, Carmen Rivera y Fermín García. / Luis Vega

Alberto Álvarez cree que muchos jubilados no tienen interiorizada la necesidad de realizar una actividad, porque han trabajado mucho, sin poder siquiera tener unos intereses diferentes a su desempeño laboral. "La vida es fácil, pero la complicamos. Tienes salud, tienes pensión, tienes familia… es una suerte, no eres una persona dependiente. No valoramos lo positivo que tiene la vida", cree Alberto Álvarez, que preside la Asociación de Jubilados Peña de Alba de Quirós. "Se ha perdido el sentido de comunidad, lo que también hace que muchos jubilados estén aislados. Cuanto más socializa una persona mayor, mayor salud mental tiene".

Para romper ese aislamiento, la Federación de Asociaciones de Mayores de Asturias (FAMPA), que preside Cesáreo Marqués, ha presentado recientemente ante la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar su proyecto Red de Saberes Sénior, que trata de "aprovechar el talento de los mayores, acompañándoles en la transición desde la vida profesional a la jubilación", según explican el propio Marques y la gerente de la FAMPA, Eva María Paredes.

"Hay muchas personas mayores que no saben qué hacer con sus vidas", dijo Marqués. "Impartiremos talleres con profesionales, para ayudarles a proyectar su vida", indica por su parte Paredes. El aterrizaje en la jubilación puede ser muy abrupto y muchos jubilados optan por quedarse en casa y deprimirse, o andar por los bares.

"Otro objetivo es reconocer el saber senior, que es un patrimonio inmaterial", añade Eva Paredes. "Tenemos mucho que aportar a la sociedad. Podemos aprender mucho de un catedrático jubilado, y éste de un agricultor, por ejemplo, cómo plantar cebollino. O de un marinero, cómo hacer nudos", explica Cesáreo Marqués.

Uno de los aspectos importantes del programa es "promover la transmisión intergeneracional", y tratar de acercar una brecha creciente entre mayores y jóvenes. "Podemos incluso apoyar a las empresas y a los emprendedores jóvenes", apunta Cesáreo Marqués, algo que, como señala Alberto Álvarez, se hace en Japón, donde "las empresas siguen dejando a los jubilados colaborar con el proyecto". Esta colaboración sería altruista, nada que ver con la propuesta del Gobierno, la llamada "jubilación reversible" (antes denominada jubilación flexible), que busca recuperar trabajadores con el regreso voluntario de los jubilados al mercado laboral sin que tengan que renunciar a una parte de la pensión, con el incentivo de que puedan obtener una mayor retribución.

El Real Decreto forma parte del compromiso adquirido por el Gobierno de mejorar la compatibilidad de la pensión de jubilación con el trabajo, que forma parte, a su vez, de un acuerdo suscrito entre Gobierno y agentes sociales en septiembre de 2024. Está en fase de desarrollo y la ministra Elma Saiz presentará un borrador en las próximas semanas.

Ese acervo puede trasmitirse en los centros escolares, y se hace, aunque de manera discontinua. Fermín García refiere que en el colegio de Teverga han ido exmineros o agricultores a contar cómo eran esas actividades. “Se hicieron pequeños huertos y semilleros, pero al año siguiente nada"".

En Quirós, indica, Alberto Álvarez, los mayores han hablado a los niños sobre el hórreo, el lavadero, el forno, incluso la sidra. Otra actividad que podría incrementar esa relación entre generaciones es la iniciativa que se ha llevado a cabo en Ribadesella, la fiesta del abuelo y del nieto, recuerda Marqués. "Tenemos que abrir los centros de mayores, que en muchos lugares son el único centro social o bar de los pueblos".

"Podemos asesorar a los políticos. En algunos lugares ya hay consejos de sabios. Pisamos la calle más que ello, y acabaríamos rápidamente con la crispación, que fue lo que apartamos nosotros para llegar aquí", propone Marqués.

"No se nos toma en consideración a las personas mayores", se queja Carmen Rivera. "Se ha perdido el concepto de familia, en el que se respetaba a la persona mayor", rubrica Alberto Álvarez. "La gente mayor tiene que hacerse valer. Ahora el jubilado pasa a ser el abuelo".

Lo que sí quieren dejar claro es que hay muchos tipos de jubilados. "No es lo mismo en ‘viejoven’ de 65 o 70 años, con inquietudes, que los más mayores y con más achaques", remarca Carmen Rivera. "Y no son lo mismo los jubilados de la ciudad que los de la zona rural, con muchos menos servicios a su disposición", añade Eva Paredes.

Carmen Rivera pone el acento en las grandes diferencias socioeconómicas entre jubilados: “Las viudas con pensiones de 800 euros tienen muchas menos posibilidades de acceder a servicios, porque 50 euros les supone mucho dinero y no pueden matricularse en actividades”. Como se ve, queda mucho por hacer para que los jubilados dejen de ser invisibles y aporten algo de luz a una juventud desconectada de las generaciones anteriores.

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