Salvar las aldeas convirtiéndolas en empresas: el singular proyecto que ya se cocina en Asturias
El CTIC Rural Tech, ubicado en Peón (Villaviciosa), lanza un nuevo modelo para revitalizar el medio rural asturiano: un innovador tipo de cooperativa que asuma la gestión integral del territorio y actualice el sistema campesino tradicional, que producía alimentos de calidad, biodiversidad natural, y paisajes cuidados y protegidos contra los incendios

Salvar las aldeas convirtiéndolas en empresas / LNE
Hace casi cuarenta años, abrir un hotel en la rectoral de Taramundi y tratar de convertir en destino turístico aquel remoto país del agua, los mazos y los cuchillos era, como poco, una extravagancia. Hubo quien, alarmado, denunció que los socialistas se estaban construyendo realmente "un picadero" para esconder y gozar de novias y amantes. Pasados los años, se ha visto que aquella "locura" del primer Gobierno autonómico de Pedro de Silva se convirtió en la semilla de un nuevo sector económico, el del turismo rural. Fue, probablemente, la idea más transformadora para el territorio y la economía asturiana se haya ensayado en todo este tiempo de autogobierno. Hay quien dice que hoy, cuando parece que se da todo por inventado, un arrojo político similar sería inimaginable. ¿Pero realmente es así? ¿Cabe hacer en el medio rural algo similar a aquello de la rectoral?
Perdidos en la selva
En el CTIC Rural Tech, el centro tecnológico y de reflexión sobre "nuevas ruralidades" que está ubicado en Peón (Villaviciosa) creen que sí, que estamos ante una oportunidad similar. Que ha llegado el momento de poner en pie –y de ensayar en una aldea concreta– un nuevo modelo económico para devolver la vida a los pueblos asturianos. Que es lo mismo que revitalizar el 70 por ciento del territorio regional, que hoy va camino de convertirse en una selva altamente inflamable.
"Si fuimos capaces de inventar una modalidad turística adaptada a la aldea, ¿por qué no podríamos hacer lo mismo con la agricultura?". Esta pregunta se la hace Jaime Izquierdo, experto en desarrollo rural, funcionario jubilado del Principado, donde ocupó el puesto de Comisionado para el Reto Demográfico. Junto a Pablo Priesca, que durante su época como director general de CTIC puso en marcha el centro de Peón, coordina un seminario que se celebrará el próximo 4 de noviembre. Lleva por título "Una nueva agricultura tradicional para la aldea: entre la innovación, la reorganización y el cooperativismo". Reunirán a expertos de distintas instituciones, representantes del ámbito político, empresarial y social para perfilar una nueva alternativa económica que contribuya a devolver la vida al medio rural asturiano y, al mismo, favorecer su conservación ambiental. Todo gira en la creación de cooperativas que asuman la gestión integral del territorio y tomen el relevo de esa red de caseríos campesinos que mantenía con vida la Asturias rural. La idea es que, a partir de ese seminario, empiece a vislumbrarse la posibilidad de hacer un "experimento" con ese modelo en una aldea concreta. Será, digamos, la nueva rectoral de Taramundi
La propuesta que se debatirá en el seminario del CTIC Rural Tech parte de la constatación de una realidad: el modelo que mantuvo vivas las aldeas está roto, pero todavía guarda dentro la semilla de su reconstrucción. El sistema aldeano fue durante siglos una estructura viva, equilibrada y autosuficiente, apunta Izquierdo. "Pero hoy, esa máquina perfecta ha dejado de funcionar. Lo que tenemos es un territorio abandonado, sin gestión agroecológica y sin población suficiente para mantenerlo", añade.
La partícula elemental
El punto de partida es la aldea. Hubo un tiempo, antes del descubrimiento de los fermiones y los bosones, en que el átomo se consideraba la "partícula elemental" que construía la realidad física. La aldea fue también el átomo del medio rural hasta mediados del siglo XX. Estos eran sus poderes: "La aldea fue capaz de desarrollar una economía propia que, manejando la ecología local, generaba alimentos, biodiversidad, estabilidad territorial, aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, paisaje y seguridad ambiental", explica izquierdo.
Llegó la industrialización y todo ese modelo está hoy quebrado. La aldea perdió su función agrícola y ecológica, el ser humano se convirtió en la verdadera especie en peligro de extinción en la mayor parte del territorio de Asturias y ese espacio montañoso que estaba naturalmente protegido precisamente por la actividad campesina se está convirtiendo en un polvorín "matorralizado" de inseguridades ambientales, con la mayor carga de combustible vegetal de su historia. Un volcán territorial que nos brinda periódicas erupciones en forma de incendios incontrolables gracias, además, al "acelerante" del cambio climático. En palabras de Izquierdo: "Una aldea que no gestione el campo no es una aldea, es una urbanización o un fragmento urbano en medio inicialmente del campo que, con el tiempo, quedará subsumida por el avance de la selva, como anticipo del incendio".
Jaime Izquierdo sostiene que el modelo de la Política Agraria Comunitaria (PAC) no sirve para nuestras aldeas. "Sus orientaciones e instrumentos financieros atienden, esencialmente, a la organización sectorial de la agricultura pero carecen de instrumentos para actuar de forma relevante y pertinente en los territorios más frágiles y abandonados del país que, durante largos periodos de tiempo, estuvieron gestionados por pequeñas comunidades campesinas –ahora casi extinguidas– que, por diversas razones, permanecieron al margen de los procesos de modernización industrial del campo", explica. Para salir de esa "zozobra", este experto en desarrollo rural considera que hay que redefinir "una nueva agricultura territorial" para la aldea.
Milenariamente modernos
Antes de que desmontásemos la construcción milenaria de los campesinos, con cada nuevo ciclo agrario los medios de producción y la fertilidad de la tierra estaban otra vez disponibles. Era un circuito cerrado que funcionaba "con energías renovables y recursos locales", apunta Izquierdo. No sólo se producían gran cantidad de alimentos, también se "autofertilizaba" el entorno, se generaba paisaje y biodiversidad. "Eso que ahora se llama desarrollo ecológicamente sostenible –y al que aspiran los sistemas de organización industrial– lo inventó la aldea hace varios miles de años", añade.
Se trata, por tanto, de volver a poner en pie ese sistema –tan milenariamente moderno- pero adaptándolo a un nuevo contexto de aldeas sin brazos, erosionadas por el despoblamiento. Izquierdo acude al ejemplo del turismo rural en Asturias para argumentar que, si lo logramos una vez, acaso el éxito pueda repetirse. "Si fuimos capaces de organizar una modalidad de turismo para la aldea, distinta del modelo industrial de turismo concentrado, ¿por qué no podemos organizar y reactivar un sistema agroalimentario distinto de los modelos concentrados, intensivos, en monocultivo y especializados propios de la agricultura industrial?".
Agricultura tradicional
La propuesta orbita en torno al concepto de "agricultura territorial", una idea cuyo desarrollo tendría que contar con el apoyo de los representantes políticos. No en vano, está recogida en la Ley 45/2007 para el desarrollo sostenible del medio rural, donde se abre la puerta a implantar "contratos territoriales de zona rural". Así los define la ley: son un "instrumento que establece el conjunto de compromisos a suscribir entre las administraciones públicas y los titulares de las explotaciones agrarias [incluso se puede hacer extensible a propietarios de fincas rústicas] que orienten e incentiven su actividad en beneficio de un desarrollo sostenible del medio rural".
La "agricultura territorial", explica Jaime Izquierdo, es "una versión actualizada de la agricultura que, históricamente, practicaron las comunidades campesinas en las aldeas hasta la irrupción de la agricultura industrial". Se trata de reactivad, con una actualización al nuevo siglo, lo que nunca tendría que haber perdido vigencia. "Es una agricultura que actúa como gestora integral del medio, tanto por la producción de alimentos singulares como por contribuir a la conservación de la biodiversidad, la estructura ecológica y la lucha contra los riesgos ambientales".
Un nuevo formato de empresa cooperativa
¿Y todas estas ideas en dónde, en qué se encarnan? Ahí es donde entran en juego las cooperativas. O, mejor dicho, un nuevo tipo de cooperativa rural. Izquierdo parte de la desaparición de los campesinos y de los caseríos, esas "unidades empresariales" que gestionaban tanto las tierras privadas como los comunales. Tampoco quedan aquellas familias troncales (tres generaciones conviviendo bajo el mismo techo) "concebidas para la procreación, con muchos hijos/trabajadores de la casa, y dispuestos a trabajar sin percibir salario". Esa estructura milenaria "se ha extinguido" y con ella la labor que hacía para gestionar el territorio y producir la alimentación local. Hoy, según su punto de vista, "la cooperativa es la organización empresarial que mejor y más eficientemente puede sustituir al conjunto de casas, organizado localmente en comunidad, que en el pasado se hizo cargo de la gestión agroecológica de la aldea".
Pero hace un matiz: "No la cooperativa agraria industrial y de servicios sino un nuevo tipo de cooperativa, inédita y por tanto inicialmente experimental, que no opera dentro de la organización sectorial y la estructura económica de la agricultura industrializada, sino que lo hace con una perspectiva territorial, local, agroecológica, cultural y social adaptada a las características estructurales de la aldea". Izquierdo se anima a llamarla "cooperativa TAC", como acrónimo "de territorial, agroecológica y comunitaria".
Reproduciría las funciones básicas que desempeñaban los caseríos en el territorio pero con un matiz laboral modernizador. "Además de ser ecológicamente viable, la aldea, en lo tocante a la gestión agroecológica de sus tierras, debe serlo también en lo económico y social. Para ello, los nuevos campesinos, trabajadores de la nueva estructura empresarial de la aldea, deben percibir una retribución justa y alcanzar un prestigio profesional y una reconocida consideración social", indica Izquierdo.
Una casería de caserías
El promotor junto con Pablo Priesca de esta pequeña cumbre rural en Peón añade que este nuevo tipo de empresa que denomina "cooperativa TAC" debería sustituir "desde el punto de vista de organización y función, al conjunto de extintas casas campesinas que operaban en la aldea preindustrial. En realidad, esa nueva cooperativa es una ‘casería extendida’ o una ‘casería de caserías’”. Y matiza: "Pero no solo las sustituye desde el punto de vista funcional sino que va más allá que la casería histórica: dignifica la función y el trabajo de los nuevos campesinos, los nuevos trabajadores del campo, y los convierte en unos nuevos profesionales de la gestión agroecológica integral de la aldea y por ello de la conservación de la naturaleza".
Tras el seminario, apuntan sus promotores, quedará pasar de las musas al teatro: concretarlo todo en un proyecto -algo así como un plan de viabilidad empresarial- donde se detallen los requerimientos de personal, las labores o las inversiones necesarias. Y después tocaría "su posterior aplicación en una aldea, previamente seleccionada, que reúna los requisitos básicos para ensayar el modelo propuesto".
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