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Crónica del día en el que Valdesoto se coronó: primer discurso en solitario de Leonor, muchas carcajadas y un Rey entregado, que tardó casi una hora en despedirse de los vecinos

La parroquia sierense estalla de felicidad en un día que culminó con una comida con la Familia Real

VIDEO: Valdesoto se vuelca con la familia Real, así fue la visita al Pueblo Ejemplar de Asturias

A.D.

Lucas Blanco

Lucas Blanco

Valdesoto (Siero)

"Aprovechad, sobre todo, los chavalinos, porque esto no lo volvemos a vivir". Un voz masculina salida de la multitud que durante más de tres horas esperó por la Familia Real en el prau del Palacio (la zona verde que cada año acoge las fiestas de San Félix) advertía ayer a los valdesotinos de que el 25 de octubre de 2025 estaba siendo un día inolvidable.

No era ninguna exageración. Los hechos así lo constataban. La parroquia sierense de 1.800 habitantes que hizo de la perseverancia virtud para ser distinguida por la Fundación Princesa de Asturias tras 21 intentos amaneció ayer con una estampa inédita. La Casona de Leceñes lució con más brillo que nunca, Les Carroces tomaron por primera vez de manera simultánea el campo de la fiesta y el tejido social integrado por más de 30 colectivos se volcó en cuerpo y alma por brindar un día para el recuerdo.

El resultado habla por sí solo. Durante las casi cuatro horas que la familia real estuvo en el pueblo se sucedieron los momentazos. Este 25 de octubre quedará como el día en el que un rey, una reina, una princesa y una infanta comieron en el polideportivo de Villarea. Al menos lo intentaron porque apenas tuvieron un respiro entre pincho y pincho para hablar con autoridades locales, sacarse fotos con vecinos y echar algún que otro garabato a modo de autógrafo. "Son encantadores, mira que somos pesados, pero vaya forma de aguantar el chaparrón", se autoflagelaban los valdesotinos hambrientos de selfis.

La jornada fue única incluso para el monarca. La eterna despedida de Felipe VI, que necesitó casi una hora para recorrer apenas 40 metros desde su mesa hasta la puerta tuvo un aura de adiós. Con la mano en el pecho y rindiéndose a una sonora ovación, Felipe VI dijo adiós a un Valdesoto entregado.

No era para menos. Apenas unas horas antes un grupo de vecinos pudo ver cómo la Princesa Leonor era humana y le facilitaban el baño de la casa de Carlos, en pleno desplazamiento hacia el prau de la fiesta para hacer sus necesidades. "¿Quién nos lo iba a decir?", comentaban en un corrillo los miembros de la peña Les Escueles justo antes de lograr su gran objetivo: sacarse una foto de grupo con la familia real.

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VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Juan Plaza

Ver cómo Miguelín, el incomparable currante de la comisión de fiestas, arrancaba al rey una firma en su recordatorio de la primera comunión o a Doña Letizia se entusiasmaba por conocer la "instagramer" local Cristina García no tuvo precio. Tampoco lo tuvo ver la efusividad de Manolín Hevia, promotor original de la candidatura, batiendo los brazos a lo Fernando Alonso tras ganar un Gran Premio. "¡Qué día, madre mía!", suspiraba tras bajarse del escenario, donde recibió el tan ansiado premio.

Todo fue inédito desde primera hora. La caballería de la Policía tomó los caminos, había agentes de la Guardia Civil por todas las esquinas, los pinganillos delataban a los efectivos de paisano y los francotiradores asomaban tímidamente desde lo alto de la iglesia, camuflados tras las cortinas de algunas viviendas o apoyándose en las banderas de España, Asturias y Valdesoto que envolvieron todos los balcones. "Hoy somos el pueblo más seguro de España", coincidían los miembros de las peñas carroceras en medio de la larga espera para estrechar la mano a la Princesa y compañía.

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VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Juan Plaza

La comitiva se fue pasadas las cuatro y cuarto de la tarde. Entonces llegó otra, la de las empresas encargadas de desmontar tal despliegue. Los agentes empezaron a esfumarse y el Valdesoto de siempre volvió. El campo de la peña Los Marotos se convirtió entonces en una gran fiesta. La sidra empezó a correr, hubo comida asgaya y mucha fiesta. Tanta y tan disfrutada que el cambio de hora fue recibido como una bendición para estirar al máximo el Día D de Valdesoto, un día de 25 horas. Hasta eso fue extraordinario, pero la ocasión lo merecía porque, como bien dijo un sabio: "Disfrutad, porque esto no lo vais a volver a vivir".

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