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Resaca real en Valdesoto: calles vacías después de un sábado "guapísimo" en el que la fiesta se alargó hasta las seis de la madrugada

"Fue una experiencia preciosa y orgullo que le dedico a todos los vecinos", dice emocionado Pepín García, el vecino que leyó el discurso ante los Reyes, la Princesa de Asturias y la Infanta

"A Leonor le salieron varios pretendientes. Los chavalinos se le juntaban, pero había mucha seguridad”, asegura Alejandro Argüelles

Resaca "Real" en Valdesoto: así vivieron los vecinos el día después de la entrega del Pueblo Ejemplar

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Mario Canteli

Sara Bernardo

Sara Bernardo

Valdesoto (Siero)

La entrada a Valdesoto mostraba este domingo una imagen muy distinta a la de ayer. De las calles abarrotadas para la visita de la Familia Real se pasó a respirar, esta mañana, un silencio sepulcral. En las aceras tan solo se veían las banderas valdesotinas, ese característico azulgrana con la Cruz de la Victoria que ayer empapeló el pueblo.

Pasando el Palacio de Leceñes, la terraza de “Casa Telva” contrastaba con lo vivido apenas 24 horas antes: de las consumiciones de pie, a tener prácticamente todas las mesas vacías. El "Pueblo Ejemplar" parecía no haber despertado de su sueño. “Cuando cerramos el bar por la noche y fuimos para casa la fiesta en uno de los praos al lado de mi casa era impresionante”, comenta el dueño del establecimiento, Juan Luis López, que tuvo que acabar durmiendo en una de las habitaciones del restaurante: “La gente celebró, y mucho”. La fiesta la habían organizado los peñistas de les Carroces. Al no poder ir todos a la comida con la Familia Real por la limitación de espacio, prepararon un encuentro paralelo para el resto de vecinos en la finca de uno de los miembros de la peña "Los Marotos".

Por fin, en una de las casas del pueblo, se apreció un halo de vida. Manuela Díaz y su hermana Aurora comentaban lo vivido sentadas al sol en su jardín. “Fue un día guapísimo, todavía no nos lo creemos”, dicen. “Esto estaba lleno de gente, y muchísima seguridad, ¡hasta con caballos!”, se sorprendieron. Pero esa gente, parecía haberse esfumado. “Los camiones de la televisión se fueron a primera hora y los de la organización ayer por la tarde”, explica una de ellas. Pero, ¿y los vecinos?

Partido de fútbol

Las hermanas Díaz resuelven el misterio: “Uy, es que hoy hay fútbol”, apuntan. Y no se referían al “Clásico”. Como si de la mayor obviedad del mundo se tratase, la menor de las dos señala con el dedo el campo del Valdesoto: “¿No los oyes?”.

Y claro que se les oía, porque en el Pueblo Ejemplar 2025 todo se grita, se celebra y se disfruta. Se estaba disputando el Valdesoto–Muros del Nalón, un partido de Primera Federación que terminó con derrota para los locales (1-3). “Pero porque nos dejamos, ¿eh?”, bromeó Pepín García, que unas horas antes había sido el encargado de leer el discurso ante los Reyes. Con la bufanda del club atada al cuello, el valdesotino recordaba las emociones del día anterior: “Fue una experiencia muy guapa y un orgullo que le dedico a todos los vecinos”, apuntó en una de las mesas de la cafetería del estadio, donde se juntaron gran parte de los moradores.

Las anécdotas sobre el sábado fueron hilándose entre unos y otros. “Este cerró la carpa de la fiesta”, aseguró García señalando a Alejandro Argüelles, que se rió junto a su amigo Efrén González, ambos peñistas y noctámbulos confesos. “Cerramos a las seis, pero mereció la pena”, dice Argüelles.

En la misma mesa, Pili Braña lo resumía con naturalidad: “Lo mejor de todo, la gente del pueblo. Todos muy implicados, muy llanos. Aquí no hace falta protocolo, solo ganas de pasarlo bien”.

Pretendientes para Leonor

La jornada dejó también espacio para el humor. “A Leonor le salieron varios pretendientes”, aseguró Argüelles que “lo vio con sus propios ojos” durante la comida. “Los chavalinos jóvenes se le juntaban, pero había mucha seguridad”, lamentó. “Y Sofía también, que si es futbolera aquí tenemos equipo”, apuntó González señalando el escudo del Valdesoto.

En el estadio, la grada seguía animada a pesar del marcador. “Aquí es todo así, somos como una piña, sino que se lo digan a él”, dijo Silvia Picazo señalando a su pareja, el toledano Álvaro Gallardo que llegó al pueblo hace 15 años: “Vine detrás de ella, pero la gente de aquí tiene algo especial”, confesó.

Al llegar la tarde, las calles recuperaron algo de vida. Se escuchaban conversaciones a lo lejos y los bares empezaban a llenarse otra vez. Cristina Palacio, emocionada, resumía el sentir general: “Ya sabíamos que éramos ejemplares, pero ahora nos lo reconocieron”.

Porque si algo quedó claro tras el fin de semana, es que Valdesoto no necesitaba una corona para brillar. Le bastó su gente (orgullosa, unida y festiva) para demostrar que, más allá de los discursos y las fotos, ser Pueblo Ejemplar es una manera de vivir.

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