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Naturaleza minera y patrimonio industrial: memoria y vida en el centro de Asturias

En Langreo, el Ecomuseo Minero Valle de Samuño ofrece un viaje único al interior de la historia minera asturiana, donde naturaleza y memoria se encuentran

Ecomuseo Minero Valle de Samuño.

Ecomuseo Minero Valle de Samuño. / TOMÁS MIÑAMBRES / LUIS ARGÜELLES. TURISMO ASTURIAS

Alberto Arce

Una mañana de otoño, la humedad emerge como niebla del cauce del río Samuño, un afluente de la Cuenca del Nalón que atraviesa el centro de Asturias. Las tonalidades grises se funden con el azul del cielo, rodeadas por destellos verdes que cuelgan de las laderas casi verticales, mecidos por un silencio que rompen los pájaros que se desperezan como si saludaran.

Algunas personas, discretas, abren el día caminando por el sendero que acompaña la corriente de agua, una antigua vía férrea destinada al transporte del carbón. Se cruzan con algunos ciclistas que disfrutan de una carretera de montaña escoltada por los imponentes arcos de ladrillo que sostienen los antiguos socavones, galerías de entrada y salida de mineros; o por los edificios en los que se procesó mineral durante más de un siglo.

Naturaleza minera y patrimonio industrial: memoria y vida en el centro de Asturias

Ecomuseo Minero Valle de Samuño. / Tomás Miñambres / Luis Argüelles. Turismo Asturias

En ese frescor amanece el símbolo de la unión entre el patrimonio natural y el minero a través de la historia de las gentes que le dieron vida y sentido: el Ecomuseo Minero Valle de Samuño.

Mientras camina por las instalaciones, Jorge Vallina, su director de comunicación, juega con el significado de la palabra "Eco", de origen griego: "Se refiere a casa en su sentido amplio, el espacio donde se desarrolla una vida. Este museo es la propuesta de las gentes del valle para rescatar su historia, su memoria y su forma de estar en el mundo, rodeados de naturaleza exuberante".

El recorrido avanza en sentido inverso al que en su día recorría el carbón. Una foto aérea en el Centro de Recepción de Visitantes muestra el valle minero ascendiendo en línea recta paralela al río. Se sube en un tren minero en dirección al Pozo San Luis y se desciende por una senda de paseo que se abre paso por el bosque. La visita completa dura unas dos horas, aunque el lugar invita a pasar todo el día en la zona.

Naturaleza minera y patrimonio industrial: memoria y vida en el centro de Asturias

Ecomuseo Minero Valle de Samuño. / Tomás Miñambres / Luis Argüelles. Turismo Asturias

De lo horizontal a lo vertical

La historia de la minería en el valle comienza con la transición de las explotaciones horizontales (socavones) a las explotaciones verticales (pozos). Y se avanza por ella en un tren minero rectangular, bajo y naranja, como un juguete. Transmite la experiencia solemne de un trayecto al interior de la montaña a través de un socavón real, el Emilia. El tamaño está adaptado para desplazar trabajadores minimizando la amplitud del túnel por el que traquetea.

Mientras los más jóvenes lo adoran, las personas adultas comprenden lo pesado de la aventura diaria a la oscuridad, el frío y la humedad. Se trata del recorrido más largo de un tren minero visitable por el interior de una mina que es posible realizar en España. Dos kilómetros sobre la superficie y uno bajo tierra, a unos 30 metros de profundidad, durante los cuales una grabación explica la historia de la explotación.

De regreso a la superficie aparece la plazoleta del Pozo San Luis, declarado Bien de Interés Cultural en 2013. Un lugar cargado de historia, enmarcado por la casa de aseos, la lampistería y el edificio de oficinas bajo el colegio del poblado minero de La Nueva, cuyas persianas se cerraban en caso de accidente para que los niños no fueran testigos de lo que pudiera emerger por el elemento central: el castillete de 25 metros de altura, uno de los primeros levantados en acero en Asturias. Diseñado por ingenieros belgas siguiendo el modelo Eiffel, permitía descender en jaula a las galerías y ascender con el carbón, impulsado desde la casa de máquinas firmada por el arquitecto Tomás Acha.

"Bienvenido a la catedral laica del valle", afirma Vallina. "En 1930 se levantó este conjunto neogótico con azulejo y zinc: el poder físico y económico debía mostrarse con belleza". Un espacio de techos altísimos, compresores como ballenas, gruesos cables de acero y azulejos centenarios. Todo invita a reflexionar sobre la utilidad y el diseño que movieron la economía de la región. Aquí se disfruta del turismo y se celebran eventos corporativos o privados, como presentaciones, entregas de premios o bodas.

Finalizada la visita al Pozo San Luis, y tras visitar La Nueva, donde vivieron los mineros, se emprende la caminata descendente de regreso a la Estación de El Cadavíu: dos kilómetros de calma rodeados por la naturaleza y vestigios mineros. La senda discurre frente al Pozo Samuño, cerrado a comienzos de siglo. Destaca la casa de aseos, imponente arquitectura racionalista de planta circular, hoy escenario de producciones audiovisuales.

El Ecomuseo Minero Valle de Samuño representa una articulación fluida entre la naturaleza minera y el patrimonio industrial de las cuencas mineras asturianas, espacios de memoria y de vida.

Ya de salida del Valle, otros distritos de Langreo ofrecen gastronomía asturiana y actividades culturales en edificios singulares: quioscos de música modernista en parques urbanos, la pinacoteca Eduardo Úrculo, el Museo de la Siderurgia (MUSI) en La Felguera, el Cine Felgueroso en Sama, o la Casa de La Buelga.

El paisaje que construimos

El paisaje que construimos / Asturias Paraíso Natural

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