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Día de la Mujer: "Las Rompetechos"

Aurora Astudillo, a solas sentada en la Real Academia de Medicina

“A mi hijo mayor lo traía mientras hacía experimentos en medicina, al pequeño lo llevaba a la biblioteca en una especie de cestita”, dice la única mujer en la institución

Aurora Astudillo.

Aurora Astudillo recibió durante el primer año de la pandemia el honor de contar con un sillón en la Real Academia de Médicos del Principado de Asturias (Rampra). Reconocimiento más que merecido a una larga trayectoria de preparación e incansable estudio, con el capazo de sus bebés incorporado: “Al mayor lo traía mientras hacía experimentos en medicina, al pequeño lo llevaba a la biblioteca en una especie de cestita”. La única pega es que, en la actualidad, es el único asiento reservado para mujeres. “Hubo alguna antes que yo, pero ya están muertas”, explica la doctora, única representante femenina en la academia.

Nacida en el seno de una familia humilde en el año 1950, en Gijón, carecía de medios para ir fuera de la ciudad a estudiar la profesión con la que soñaba desde niña: medicina. Padre trabajador de Telefónica, madre telefonista, consiguió una beca de la empresa para comenzar sus estudios en Valladolid. Algo que le impidió disfrutar al cien por cien de la vida y ocio de la ciudad, ya que “trabajaba además en una biblioteca y tenía que esforzarme en no perder la ayuda económica. Aunque tuvo su parte positiva: llevarse todos los libros que deseara para continuar la formación por puro placer. Más tarde se especializó en Anatomía Patológica, una destreza que también tuvo que trabajar desde los ratones hasta llegar a los “organoides”, modelos compuestos por células que puede organizarse para formar tejidos similares a un órgano. En la actualidad dedica su tiempo a la investigación y el trabajo con este nuevo avance, y al biobanco del Principado de Asturias. Así espera la jubilación, tras más de tres décadas al frente de Anatomía Patológica del HUCA y tras dedicarse a la docencia con una cátedra en esta misma materia.

Para esta profesional sanitaria, la Medicina es una destreza bastante “paritaria”, donde siempre ha destacado un gran número de mujeres. El problema radica en las pocas para tomar posición en los cargos directivos y de relevancia. “Creo que es el propio sentido de la responsabilidad de la mujer lo que hace que ellas mismas rechacen estos puestos en diferentes ocasiones”, explica. Habla de la maternidad y la conciliación, y del propio miedo a no estar a la altura. Algo que asegura “por suerte está en constante cambio y evolución”. Al menos, las futuras médicas que ocupen un sillón en la Rampra, podrán agradecer al camino allanado que van dejando estas veteranas. 

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