Las mujeres toman la palabra en el Museo de Bellas Artes

La gran pinacoteca regional reivindica la labor de las profesionales de su plantilla con una visita guiada

Franco Torre

Franco Torre

La plantilla del Museo de Bellas Artes de Asturias dejó atrás la paridad hace tiempo: actualmente, las mujeres son mayoría en la gran pinacoteca regional, algunas de ellas ocupando cargos de responsabilidad crucial en el organigrama de la institución. Ayer, el museo reivindicó la labor de las mujeres de su plantilla con una actividad en la que cinco de ellas, representantes de otros tantos departamentos del museo, guiaron a 25 visitantes en un recorrido por las instalaciones, explicándoles la naturaleza de su trabajo y algunas obras de la colección que simbolizan su vínculo con el museo.

Beatriz Abella, restauradora del museo, abrió la visita explicando, ante el Retablo de Santa Marina, cómo en su profesión hay ahora una gran mayoría de mujeres, pese a que décadas atrás estaba copada por hombres. Paula Lafuente, técnico de registro, centró su exposición en el "Retrato de niña vestida de azul" de Eduardo Larrochete, pintor y fotógrafo activo a mediados del siglo XIX. Lafuente utilizó la figura de Larrochete para explicar el trabajo de documentación y registro tanto de pinturas como de fotografías. Cristina Heredia, responsable del departamento de educación del museo, explicó la naturaleza de su labor al abrigo de "Escuela rural", de Antonio Fernández Cuevas, mientras Sara Moro, del departamento de comunicación, "Margaritina", de Luis Menéndez Pidal, praa reivindicar la importancia de la comunicación.

Por último, Covadonga Rodríguez, del departamento de montaje, eligió el autorretrato de Darío de Regoyos para hablar de la labor de su departamento. El escenario fue idóneo: sala 18 de la ampliación, justo enfrente del atrio, con vistas a esa planta -1 en la que sus compañeros ayudaban, en ese preciso momento, a Fernando Alba mientras montaba su exposición. Allí, Rodríguez, con uno de sus compañeros, puso el colofón a la actividad descolgando el autorretrato para mostrar una vista de Valmaseda que Regoyos pintó en 1895.

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