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Marcelino

Una tradición de lucha por la igualdad

Las mismas necesidades y metas

La humanidad de las mujeres, con la misma altura de miras que la de los hombres, tiene las mismas necesidades y metas y, por tanto, la misma intención de que estas sean reconocidas.

Este es el reconocimiento que se busca desde que aquel 8 de marzo de 1910, en la II Internacional de Mujeres Socialistas celebrada en Dinamarca, Clara Zetkin propuso que todos los años se celebrara un Día de la Mujer; que todos los años se celebrara una manifestación internacional unificada en honor del movimiento en pro de los derechos y la libertad de las mujeres. Una propuesta que cristalizaría justo un año después, el 8 de marzo de 1911, cuando por primera vez se celebró este día en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza. Desde entonces, muchos años han pasado y algunas reivindicaciones se han alcanzado.

El 8 de marzo es una fecha en la que las mujeres de todos los continentes, separadas muchas veces por fronteras, diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen para celebrar su día, a la vez que, para conmemorar una tradición de lucha por la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo. Es una conmemoración que se ha convertido en un punto de convergencia de las actividades coordinadas en favor de los derechos de la mujer y su participación en la vida política y económica, actividades orientadas a luchar contra todo acto de discriminación y a enfrentarse a las injusticias y a las graves situaciones conflictivas en el mundo.

Es un día para celebrar los avances registrados, para exigir cambios y para rendir homenaje a todas aquellas mujeres que han logrado un mundo más justo y que han desempeñado una función extraordinaria en la historia de sus derechos. Cada 8 de marzo se busca visibilizar la importancia de la mujer y se nos recuerda la necesidad de que puedan llevar una vida digna, que puedan tener un trabajo digno, una vida familiar digna y que puedan tener derecho a tomar sus propias decisiones, en todos los ámbitos de la vida, incluido el relacionado con los aspectos reproductivos. Es un día para tomar conciencia de que aún queda mucho por hacer, pero también para reflexionar sobre lo que nos toca a cada uno; a las mujeres como agentes de cambio y a los hombres como embajadores de ese cambio. Debemos ser conscientes de que, como tales agentes de cambio, las mujeres son la solución a muchos de los problemas que aquejan a la sociedad actual.

El 8 de marzo de 1914 se celebró en muchos países el Día Internacional de la Mujer, bajo el estandarte del movimiento por la paz, en señal de protesta contra la guerra que amenazaba Europa, poniendo en evidencia que las mujeres son las más fieles defensoras de la paz. Hoy, 108 años más tarde, la triste realidad nos muestra que necesitamos más que nunca a las mujeres. Este 8 de marzo de 2022 es necesario poner en valor la importancia que la participación activa y la situación de igualdad de la mujer tienen en la consecución del progreso social y de la paz, es necesario reconocer la trascendencia de las mujeres en la búsqueda de la paz y de la seguridad internacional.

Debemos ser conscientes de que lo que engendra discriminación es el prejuicio, un fenómeno psicológico que ni es innato ni inherente a la naturaleza humana, pues constituye una forma de conducta aprendida o adquirida a través de la cultura y la educación, de la vinculación entre las emociones y los impulsos, de experiencias particulares o por el estímulo de egoísmos o intereses colectivos. Si queremos revertir la situación, nuestro objetivo es hacer que las personas perciban sus necesidades de forma diferente, pero siempre, no lo olvidemos, cuidando de que no predomine la dominación de unos sobre otros. Necesitamos, sin duda, más educación en valores igualitarios; estoy convencido de que es ahí donde debemos perseverar.

Deseo adherirme a esa lucha incansable de tantas mujeres a lo largo de la historia y, aún actualmente, por acabar con la diferencia de trato dentro de la familia, en el trabajo y en todos aquellos ámbitos donde ellas ocuparon y todavía ocupan un papel secundario. Las animo a no flaquear, a seguir dando pasos, aunque a veces sean pequeños, pues, parafraseando a Neil Armstrong cuando llegó a la Luna, un pequeño paso puede ser un gran salto para la Humanidad.

Hablar de este día es hablar de lo nuestro, de mujeres y hombres, de humanismo, de lucha por los Derechos Humanos en general; de esa loable aspiración a ser más humanos en condiciones de igualdad.

El 8 de marzo es una fecha tangible en nuestro calendario, un día para que los hombres salgamos a la calle a reivindicar, junto a las mujeres, que un mundo mejor es posible; es un día progresista por excelencia, pues no es posible hablar de progreso si no se habla de igualdad entre mujeres y hombres.

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