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La gestión de las tierras de cultivo en Asturias, un “hiperproblema” para la UE

La falta de oferta, las complicaciones para la compra-venta y un precio que triplica la media de España lastran la llegada de jóvenes al pueblo

Recogida de maíz en una finca de Valdés.

Un suspenso en toda regla. Un sistema obsoleto, poco práctico y caótico. Asturias y, en general, el resto de comunidades en España realizan una pésima gestión de sus tierras de cultivo, lo que lastra uno de los objetivos de la Unión Europea (UE) en su próxima Política Agraria Común (PAC): repoblar los pueblos con jóvenes, para lo que estos deben tener opciones de empleo y una de ellas es cultivar una tierra a la que hoy por hoy les resulta muy difícil de acceder. El panorama no es muy halagüeño y para poner fin a ello ha puesto a trabajar a los países miembros.

En España, el llamado Grupo Focal de Acceso a la Tierra  (33 expertos de distintos ámbitos y regiones) acaba de concluir su trabajo por encargo de la UE. La representación asturiana corre a cargo del geógrafo y gerente del Grupo de Desarrollo Rural del Bajo Nalón, Juan Antonio Lázaro, quien lo tiene claro: “Hasta que no vinculemos oferta, tierras en desuso, con demanda, nuevos agricultores o explotadores, no habrá solución al problema. Las claves son buscar la mejor escala territorial –comarcal en mi caso–, los mejores intermediarios, agentes socioeconómicos sobre el terreno como los grupos de desarrollo rural, y un entorno jurídico más práctico y fiable”.

Juan Antonio Lázaro S. A.

El estudio del grupo recoge una descripción de la situación de las tierras de cultivo en la que califican de “hiperproblema” la dificultad de el acceso, lo que supone la “barrera más importante” para que la juventud se fije en el sector agrario y se decida a emprender y, por tanto, apueste por quedarse o irse a vivir al pueblo.

Los principales problemas para hacerse con tierras hoy en día se deben a la baja disponibilidad, el alto precio de compra o alquiler, la desconfianza de los propietarios ante arrendatarios o compradores desconocidos, el valor afectivo al terruño, un papeleo muy complicado, la alta fiscalidad y, además, el sistema de ayudas de la PAC vinculado al suelo y patrimonializado. España y por ende Asturias tiene además registros obsoletos, escrituras sin actualizar y nadie sabe quién es el dueño en muchos casos.

El grupo también ofrece una serie de recomendaciones en sus conclusiones finales. “Hay que ponerse las pilas”, advierte el gerente del Bajo Nalón. “En nuestro caso la escasa oferta de tierras, por la compleja estructura con predominio del minifundio, y el alto precio de las más productivas, como el fondo de vega que triplica la media nacional del precio por hectárea cultivable, a 10.000 euros en España y a 33.000 euros en Asturias, dificultan el acceso a la tierra para jóvenes”, apunta Lázaro. “No se puede perder el tiempo porque Europa está dispuesta a poner fin a las dificultades para acceder a la tierra de cultivos”, insiste el geógrafo, quien ya había advertido al iniciarse el trabajo que “lo complicado es buscar un marco estatal de referencia por las diferencias de paisaje agrario y cultivos”.

El grupo de expertos ha sentado las bases de qué hacer para poner fin a tanto desorden. Son cinco las recomendaciones: establecer una política de acceso a la tierra, actualizar el marco normativo, mejorar la fiscalidad y los accesos a la financiación, acompañar y asesorar a los jóvenes en el proceso de instalación, e incentivar el uso de nuevas tecnologías.

En cuanto a la política de acceso a la tierra, los expertos advierten de que requiere una de “importante cooperación institucional” y que con la próxima PAC hay una buena oportunidad “de desarrollar una visión de estado”. La renovación del marco normativo es básico: la mayoría de los traspasos de tierras actualmente se produce en el contexto familiar, algo que debe corregirse: “Se deben definir nuevos modelos de relevo generacional extra-familiar”. En cuanto a los incentivos fiscales, el grupo de expertos insta a que todo el país use de forma simultánea ayudas, promueva la jubilación anticipada y el traspaso de explotaciones, fomente la cesión en arrendamiento e impulse la titularidad compartida.

Mediador

Una de las propuestas más llamativas y singulares para facilitar el acceso a los cultivos es la creación de la figura de un mediador que orientará e informará a los jóvenes para buscar y hacerse con una explotación, así como les ayudará en cuestiones jurídicas y les asesorará sobre el tipo de tierras. Fundamental es en todo el proceso incentivar el uso de las nuevas tecnologías, que mejorará la información sobre tierras disponibles, sin uso, abandonadas.

“Desarrollar modelos de contrato relevo generacional, familiar o extra familiar, imitando el modelo industrial, o modelos de intermediación que modernicen el obsoleto de los bancos de tierras, imitando a las empresas de vivienda municipales, son dos soluciones muy prácticas y eficaces”, concluye Juan Antonio Lázaro.

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