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La sequía altera la rutina en la alta montaña: vacas a dieta y gamonéu inédito

Los pastores de los Picos temen las consecuencias del elevado calor de julio en el nuevo gamonéu del puertu: "Fue todo un desafío hacerlos"

Covadonga Fernández, pastoreando las ovejas, en una imagen de archivo, en Gumartini. LNE

Ha sido un verano marcado por la sequía y en los pastos de montaña asturianos lo han notado especialmente. Las elevadas temperaturas de julio y agosto alteraron planes y costumbres de los ganaderos, y también la rutina de sus animales. No solo se queda ahí la cosa, pues lo ocurrido en los meses estivales tendrá consecuencias en el futuro. Por ejemplo, a menos lluvia, menos hierba en los pastos y, por tanto, menos alimento para las vacas, a las que habrá que reforzar con pienso en invierno. Así que más costes para los profesionales.

"Ha sido duro", resume Lucía Velasco, que el 1 de junio se trasladó con unas 90 vacas a los pastos de Cerreo (Somiedo), donde permanecerán hasta el 1 de noviembre, como marca la tradición. "No obstante, los animales ya apuntan maneras de querer bajar", percibe la ganadera. 

Covadonga Fernández, con quesos gamonéu del puertu, madurando. LNE

Al otro lado de Asturias, en los Picos de Europa, más de lo mismo. "Los calores de julio fueron lo nunca visto por aquí", constata Covadonga Fernández, pastora en la majada de Gumartini, donde en junio empezó a elaborar el afamado queso gamonéu del puertu. Es una de las cuatro elaboradoras que quedan y, además del lobo, las altas temperaturas no se lo han puesto fácil este año a estos artesanos en la montaña para tratar la leche y los tiempos de maduración.

La falta de agua obligó al ganado en los pastos de Somiedo, con menos hierba, a moverse más

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Tanto que Fernández está con la duda de a ver cómo salen los gamoneos que dejó a madurar en julio. "Aquí en las majadas no tenemos termostatos para regular, hubo que adaptarse a días en los que se llegaron a alcanzar los 40 grados, cifras no vistas nunca. Fue todo un desafío, así que a ver cómo resultan los quesos", explica la afamada quesera.

En Gumartini empezaron a despachar los primeros quesos el 20 de agosto, apurados por los mayoristas -el kilo se ha fijado para estos en 40 euros, uno más que el año pasado-, y estos a su vez apurados por la demanda de los turistas. Cada año que pasa se piden primero los gamoneos del puertu, algo que inquieta a los queseros, más partidarios de dejarlos madurar tranquilamente en las cuevas hasta alcanzar el punto óptimo. "Por mi no los sacaba hasta el 15 de septiembre", señala Covadonga Fernández. Para rematar, el lobo no lo está poniendo fácil en los Picos este verano. El mismo día que LA NUEVA ESPAÑA habla con la quesera los pastores lamentaban un ataque la noche anterior. "Tenemos problemas bastantes", zanja.

"La invernada está ahí: las vacas quieren irse y ya nacen las espantapastores"

En los pastos somedanos están algo más tranquilos, pero advierte Lucía Velasco que no porque no haya lobos, "sino porque hemos estado muy pero que muy pendientes. No queda otra". Esta ganadera de Las Regueras que mantiene la tradición trashumante heredada de sus ancestros está en Cerreo desde junio y de ahí se irá con sus vacas en mes y medio. "Por mí, firmaría que fuera verano eternamente", dice con humor. "Pero toca abandonar el puerto, aunque siga buen tiempo, pues los animales deben bajar a parir, de hecho ya tuvimos los primeros partos y hubo que bajar alguna vaca". 

Un verano eterno el que sueña Velasco pese a que este fue "duro" por la falta de agua. "Escaseó bastante y los animales lo pasan mal. Ya lo decía mi güelo: vale más que estén dos días sin comer que no media hora sin beber. Y toda la razón". La falta de agua es sacrificado para un ganado que disfruta, en los pastos de montaña, de la tranquilidad, de estar cómodo y no quiere moverse mucho. "Pero si no tiene agua a mano, tiene que bajar a cotas más bajas para beber. Más esfuerzo, menos engorde". Aunque con todo, asegura Lucía Velasco que volverá a Las Regueras "con las vacas guapas y gordas. En general ha habido buen puerto". 

Lucía Velasco, días atrás, bajando a «Aldeana» a parir desde la braña de Cerreo a Perlunes, en Somiedo, donde ella vive en verano.

Lucía Velasco, días atrás, bajando a «Aldeana» a parir desde la braña de Cerreo a Perlunes, en Somiedo, donde ella vive en verano. L. V.

Estas "compañeras" estivales -la ganadera presume de conocer a cada una, todas con su debido nombre- tienen ganas de dejar la montaña, lo que lleva a pensar a Lucía Velasco que va a venir pronto la invernada. "Son el mejor indicador. Y ya tiran hacia abajo. En cuanto me ven, andan a mi rabo como esperando que me las lleve".

Otro símbolo de que habrá invernada y pronto es que ya han crecido las espantapastores, flores como su nombre indica que informaban al nacer a los antiguos vaqueiros, a los trashumantes, que tocaba en breve irse ya de los pastos de alta montaña porque el mal tiempo estaba al caer. Un invierno que se presenta duro, como fue el verano. "Si viene mala invernada habrá que cebar mucho a las vacas porque hubo poco pasto, aunque estos días reverdeció un poco... Y eso ya sabemos, dispara los precios", concluye Velasco.

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