La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Barbón aboga, “sí o sí”, por dotar a Asturias de un ciclo electoral propio en caso de adelanto

“Me cuesta aceptar que la región pierda la ocasión histórica” de la reforma del Estatuto, dice el presidente ante tres de sus antecesores

25

Celebración de los 40 años del Estatuto de Autonomía de Asturias

Es una cuestión que “sí o sí hay que tocar”. La Junta conmemora el cuarenta cumpleaños del Estatuto de Autonomía, el presidente del Principado comparte fiesta con tres de sus cinco predecesores vivos y se pone así de rotundo al referirse a la necesidad de reconsiderar el régimen electoral asturiano. Adrián Barbón utilizó ayer esa contundencia para invitar a descubrir nuevos alicientes en la propuesta de reforma de la norma básica que su Gobierno negocia en el parlamento, y sin hablar esta vez de la cooficialidad ni en asturiano, optó por extraer puntos de su propuesta que puedan haber quedado tapados por el enconado debate lingüístico. Por ejemplo, éste en el que pide que Asturias pueda abrir una legislatura propia de cuatro años en caso de adelanto electoral, desligando su ciclo del de la mayoría de las comunidades y de las fechas las elecciones municipales.

Explicó que “una autonomía como la nuestra, con cuarenta años, no debe tener que celebrar sus elecciones, porque lo diga no sé quién, cada cuatro años y coincidiendo en el mes de mayo con otras autonomías”. Reconoció que le pesa el ejemplo reciente de Castilla y León, que merced a una reforma estatutaria de 2007 tendrá elecciones anticipadas en este febrero “sin necesidad de repetirlas” a la vez que las demás, en mayo de 2023.

De regreso en Asturias, y ahora que la cooficialidad pone cuesta arriba el consenso político que necesita la reforma, Barbón orilló esta vez el asturiano y de entre los once puntos de la propuesta socialista prefirió destacar éste y el que reclama para el Gobierno la potestad del decreto-ley. Dados los obstáculos que se ha encontrado al emprender el camino, en un último intento había dejado dicho que “me cuesta aceptar que Asturias desaproveche, cuatro décadas después, una oportunidad histórica para adecuar su Estatuto, mejorar su autogobierno y proteger su patrimonio cultural”. Le escuchaba en la Junta un auditorio de diputados y sindicalistas, autoridades municipales, representantes académicos y el Arzobispo de Oviedo. Era la segunda jornada de la solemne conmemoración en la Junta del cuadragésimo aniversario del Estatuto de Autonomía y con Barbón compartían tribuna los expresidentes socialistas Pedro de Silva, Juan Luis Rodríguez-Vigil y Antonio Trevín. El acto, del que se excusaron por “motivos personales” Francisco Álvarez-Cascos y Javier Fernández, transcurrió sin una palabra de nadie sobre la controversia que genera la inclusión de la cooficialidad del asturiano en la propuesta de reforma en negociación.

Nadie se refirió a la cooficialidad y solo Antonio Trevín empleó en su intervención el asturiano

decoration

Barbón quiso hablar de “cogobernanza” para destacar los avances que en esta materia ha dejado la pandemia y dedicar su intervención a defender una reforma del Estado autonómico que fortalezca la “descentralización” y el funcionamiento federal. Puso entre otros ejemplos la necesidad de cambiar el esquema del Consejo Interterritorial de Salud y de “transitar hacia una Agencia Nacional de Salud Pública con capacidades de gestión”, como “un órgano más federalizado, con capacidad para adoptar decisiones preceptivas y vinculantes no por unanimidad, sino por mayoría”. Asumiendo fallos e “imprevisiones”, también en su Gobierno, dejó claro que “la evolución del Estado autonómico no pasa por incrementar los listados competenciales hasta desnudar totalmente el poder central, sino por dotarlo de estructuras que garanticen la diversidad desde la unidad”.

Después diría que Asturias va más o menos servida en su menú de competencias, o que “el núcleo básico de las materias lo tenemos”, en una sentencia que comparten los predecesores que ayer echaron la mañana en la Junta, tal vez salvo Pedro de Silva, para quien a la región sí le “faltan algunas atribuciones” que no detalló. De Silva, el primer jefe del Ejecutivo autonómico que lo fue con el Estatuto en vigor, eligió analizar en su intervención el proceso de gestación de la norma básica, hasta alcanzar como conclusión su convicción de que, tras no pocas renuncias de parte y parte “Asturias supo jugar bien sus cartas, que no eran ni muchas ni altas, para sacar adelante el Estatuto que más le convenía”.

Barbón aboga, “sí o sí”, por dotar a Asturias de un ciclo electoral propio en caso de adelanto

Barbón aboga, “sí o sí”, por dotar a Asturias de un ciclo electoral propio en caso de adelanto A.D.

No muy amigo de la reforma, para la que pide un nivel de consenso “al menos similar” al que dio a luz el Estatuto, Juan Luis Rodríguez-Vigil quiso dedicar su discurso a invitar a desarrollar la norma vigente en lo tocante al régimen local asturiano. El expresidente llamó a buscar “fórmulas de cooperación intermunicipal”, y a optar por constituir “comunidades de municipios sin personalidad jurídica”. También llamó a paliar “la extrema centralización de los servicios públicos en Oviedo” y lamentó sin paliativos la gestión que ha hecho Asturias de la “catástrofe demográfica y política” del despoblamiento.

Nadie sacó al ruedo la cooficialidad, nadie se refirió a ella y sólo Antonio Trevín usó la llingua en su intervención. El expresidente analizó la zona compleja de la historia de Asturias que le correspondió gobernar, la transformación económica que se empezaba a vislumbrar cuando en la última década del siglo pasado todos los grandes sectores económicos de la región entraron a la vez en fase de reconversión. Elogió el camino recorrido desde aquella Asturias que inició la etapa democrática “ajena a la lógica del mercado”, con “miles de empleados públicos en los sectores más diversos” y al margen de la “competitividad”. Hasta se vetó la palabra en el programa socialista de 1995, recordó. Del trayecto exitoso rescató sobre todo los logros en la protección medioambiental, dejando de regreso al presente una crítica sobre la normativa del lobo, que “impide hacer compatible el desarrollo de la ganadería extensiva con la conservación de la especie”.

Pincha aquí para leer el discurso íntegro del presidente de Asturias, Adrián Barbón.

El dinero enciende la disidencia: Trevín enfada a Mallada al denostar el “dumping fiscal” de Madrid y Barbón y Vigil disienten sobre financiación


La pregunta del moderador era compleja. Leonardo Álvarez, profesor de Derecho Constitucional, quiso saber si “gozamos de los recursos financieros suficientes para hacer frente a las competencias”, y eso, justo ahora, en vísperas de la reforma de la financiación autonómica, son arenas movedizas. En la versión de Adrián Barbón, “el gran debate”. Ayer, la respuesta de Juan Luis Rodríguez-Vigil quiso echar la vista a la necesidad de estimular “el sector privado, el que crea riqueza”, y quiso encontrar la clave en la necesidad de “aumentar el PIB y la renta de los asturianos”. Más eso que “seguir aumentando las plantillas públicas y mirando al pasado”, o que fiarlo todo a “pelear por que nos den un eurillo más en Madrid”.

Fue su alocución tan contundente que Adrián Barbón se obligó a discrepar, bajo la premisa de que “estamos infrafinanciados”, y a volver por ese camino al “procedimiento más complejo que un sudoku” que se avecina con la reforma del modelo de financiación autonómica. Va Asturias al debate, repitió ayer el presidente del Principado, tejiendo alianzas con otras autonomías “con independencia del partido que las gobierne” y con la exigencia de que el Gobierno de España ponga “más recursos encima de la mesa”.

Más cerca de Barbón, el expresidente Pedro de Silva había aportado a la discusión su constancia sobre la licitud del discurso del agravio. Según su argumentación, “una persona normal siempre cree que paga de más y recibe de menos”, y como “una comunidad autónoma no deja de ser una suma de personas normales”, “para no caer en la extravagancia, corresponde que nos consideremos mal financiados y agraviados y que exijamos más recursos y consigamos las buenas razones para justificar esa exigencia, que seguro que aparecen, porque quien busca, encuentra. Y además, creo que las hay…”

Fue Trevín quien en este espinoso punto financiero puso más ardor al señalar los perjuicios que sufre Asturias por el “dumping fiscal” que a su juicio ejerce la Comunidad de Madrid, territorio de la competencia desleal próximo al “paraíso fiscal”. El expresidente defendió que para “equilibrar financieramente” el estado autonómico urge la armonización fiscal que también defiende el actual Gobierno del Principado, pero para entonces, sus críticas al Gobierno popular de Madrid ya habían enfadado a la portavoz del PP en la Junta, Teresa Mallada, que en señal de protesta abandonó la sala y luego escribió en sus redes sociales que “un acto institucional no debería convertirse en un acto electoral y partidista”.

No fue por la discrepancia financiera, ni por la de Barbón con Rodríguez-Vigil ni por la de Trevín con Mallada, pero el caso es que la concentración humana prolongada en el salón Europa de la Junta también disparó los niveles del medidor de CO2 y hubo que abrir las ventanas.

Compartir el artículo

stats