Los escaños de la Junta y las Cortes, estables pese a la crisis demográfica

La población no altera las circunscripciones autonómicas y Asturias opta a salvar el séptimo diputado en el Congreso y a aplazar la pérdida del sexto senador

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La distribución de los escaños de la Junta General, y el nivel de la representación política de Asturias en las Cortes, tiende a la estabilidad pese a la gravedad de la crisis demográfica asturiana. La región afronta este año recién amanecido con dos procesos electorales en el horizonte y 23.500 asturianos menos en el padrón que hace cuatro años, pero sin previsión de alteraciones en los repartos que tienen que ver con las variaciones en la población. La merma progresiva y continuada del censo del Principado se ha dejado sentir en las instituciones –el Congreso de hoy tiene tres escaños asturianos menos que el de 1982, la Junta una distribución de las asignaciones por circunscripciones diferente a la de 1983–, pero los cálculos con los últimos datos oficiales no auguran cambios sustanciales en los procesos que se le avecinan a este intenso 2023.

De momento, trabajando con el recuento de la población a 1 de enero de 2022 recién publicado en el "Boletín Oficial del Estado", el descenso del censo asturiano, y particularmente la distribución de esa caída de forma más o menos homogénea por todo el territorio regional, apunta a una repetición de la estructura que la Junta mantiene invariablemente desde 2007, es decir, a la elección en mayo de 34 diputados por la circunscripción central y de seis y cinco, respectivamente, por las del Occidente y el Oriente. Mirando hacia las generales de la recta final del año, con los datos de este enero estaría a salvo el séptimo diputado en el Congreso –Asturias perdió el octavo hace ahora cuatro años– y hasta puede que el Principado conserve una legislatura más el senador por designación autonómica que tiene en serio riesgo y que restará automáticamente en cuanto sea oficial que su población cae por debajo de la barrera del millón de habitantes.

Antes, la renovación de la Junta en mayo se aproxima sin previsión de modificación en el reparto territorial de los 45 escaños. La razón es que en los cuatro años que han transcurrido desde los comicios anteriores, las tres circunscripciones electorales asturianas han perdido peso demográfico. Porcentualmente mucho más la occidental –4.584 habitantes menos, un 4,2 por ciento que casi duplica la media regional–, pero también la del centro –18.601 y un 2,18– y menos que ninguna la oriental, con una resta de únicamente 373 residentes y apenas un 0,53 por ciento de retroceso, pero todas caen. Esta generalización de la penuria a todo el territorio explica en parte la estabilidad en el número de escaños por circunscripciones que se espera para mayo. Se diría que como en este ciclo han caído las tres áreas, la intensidad de la redistribución de la población no basta para que repercuta en un reparto que se calcula proporcionalmente al número de habitantes de cada demarcación.

La historia fue otra cuando, en una fase distinta de la evolución demográfica asturiana, el centro todavía ganaba habitantes mientras las alas los perdían y en esos movimientos se cocinaron las dos únicas alteraciones que ha conocido en el proceso democrático la distribución territorial del Parlamento regional. Con una cadencia temporal similar, de doce en doce años, la modificación fue en los dos casos igual, para ganancia de la circunscripción central y pérdida de la occidental: en 1995, el centro sumó un escaño a los 32 iniciales y el Occidente bajó de ocho a siete. En 2007, los 33 diputados del centro subieron a los 34 actuales mientras los del Occidente menguaban hasta los seis que tienen en la actualidad. Solo la demarcación oriental, la menos poblada, se ha mantenido sin cambios en sus cinco parlamentarios.

La dinámica demográfica asturiana ha ido cambiando y con ella el ritmo de las modificaciones en el número de escaños por circunscripción: hasta 2007 se alteraron una vez cada doce años, pero en 2019 ya no –ya casi ninguna zona del territorio crecía para entonces–, y en 2023 todo apunta a que tampoco.

Pero pocos datos reflejan tan bien el retroceso demográfico asturiano como la merma progresiva que ha experimentado la representación asturiana en el Congreso. En 1977, la región empezó el periplo democrático con diez diputados, en 1986 bajó a nueve, en 2004 a ocho y desde las generales de 2019, en el Principado ya solo se eligen siete. Siete es el número exacto que corresponderían a cada provincia si el reparto fuese equitativo, pero evidentemente esto no funciona así. El reparto por población ha ido castigando a Asturias con el correr de los ciclos electorales, pero cuatro años después de la última alteración aún no se prevé otra.

El ejemplo de Murcia

Aquí el problema es que Asturias ha menguado mientras a su alrededor otras provincias crecían. De ahí la intensidad de los cambios y la pérdida global de tres escaños en los 46 años de historia democrática. El mejor ejemplo es la comparación con Murcia, una autonomía uniprovincial de extensión similar a la asturiana que en 1977 tenía una población levemente inferior a la de Asturias: no llegaba por poco al millón, el Principado lo superaba por poco. Ahora, mientras el Principado baja en caída libre hacia el millón y ha pasado de diez diputados a siete, la Región de Murcia suma millón y medio de habitantes y ha cambiado sus ocho escaños de 1977 por aquellos diez que tenía Asturias entonces.

Con todo, la repercusión política más inmediata y evidente que puede tener el retroceso demográfico asturiano es la pérdida, por primera vez en la historia democrática, de uno de los dos senadores por designación autonómica que Asturias ha tenido siempre desde 1977. Además de los cuatro escaños en el Senado que se asignan a cada provincia peninsular, los parlamentos autonómicos tienen derecho a designar uno por comunidad y otro por cada millón de habitantes. Es por eso que perder el millón equivale para Asturias a perder un senador, pero esto, que está cada vez más cerca, oficialmente aún no ha sucedido. El último censo oficial a 1 de enero de 2022 mantiene a la región por encima, igual que los datos provisionales a 1 de julio, que mantienen la barrera a más de 5.000 residentes de distancia, así que entra dentro de lo probable que el descenso aún no sea oficial cuando lleguen los comicios y que Asturias retrase cuatro años el primer retroceso de su presencia en el Senado.

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