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Vicente Montes

El análisis de la semana política: del pulso de Cofiño al aviso de Izquierda Unida, por Vicente Montes

El compromiso del Gobierno contra el papeleo, contra viento y marea| Los sombríos horizontes económicos que preocupan a los empresarios

El presidente asturiano, Adrián Barbón, consulta su móvil en la Junta; a su lado, el vicepresidente, Juan Cofiño. | Luisma Murias M. P. / V. M.

El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha rubricado ante los principales empresarios asturianos su compromiso para afrontar las reformas de la administración que el sector económico demanda, pese a las advertencias de IU y contra el bloqueo al calendario de tramitación en la Junta General del Principado. El refuerzo de ese compromiso, este viernes en Gijón, está llamado a marcar el juego de equilibrios políticos de aquí a final de mandato.

Medidas antipapeleo.

El gobierno regional encara esta recta final de legislatura con varias reformas sobre la mesa de gran calado. Y que principalmente se resumen en una frase: “Menos papeleo”. Esta es una demanda recurrente del sector empresarial, que asiste atónito a los procesos administrativos que se eternizan, las tramitaciones infinitas y las trabas burocráticas que terminan por llevar al desánimo y el desistimiento. Precisamente esas medidas, que el Ejecutivo de Barbón ya consideró como la piedra angular del mandato, corren el riesgo de convertirse en el elemento de tensión del último año de la legislatura: fuera y dentro del Gobierno. Los últimos días ha comenzado a librarse esa batalla, amplificada o distorsionada por otros elementos políticos. Pero una cosa está clara: si algo va a ser el meollo en los meses que van de aquí a las próximas elecciones será la economía.

El bloqueo en el Parlamento.

La pasada semana, el PSOE fracasó en su intento de extender al mes de julio el periodo de tramitación de leyes en el parlamento, con la intención de sacar adelante algunas medidas, muchas de ellas con un carácter simplificador de la Administración, como la Ley de Empleo Público, la Ley de Calidad Ambiental o la Ley de Proyectos Estratégicos. La oposición se entregó al argumento obstruccionista de decir que el PSOE, como los malos alumnos, buscaba aprobar el examen del mandato en el último momento. Pero había un asunto de fondo muy significativo: la Ley de Calidad Ambiental, que elimina procesos de control de los expedientes para fiarlos a una declaración responsable. Este paso enciende a la izquierda del PSOE (a Podemos y a IU, a esta última especialmente). La razón por la que estos partidos rechazaron extender el calendario era bien distinta a la de los partidos de la derecha, más interesados en ralentizar cuanto sea posible los objetivos del Ejecutivo. Y había un añadido: parece obvio que Ciudadanos está dispuesto a respaldar esas leyes, lo que daría al PSOE la cómoda mayoría necesaria.

¿Qué inquieta a IU?

Los recelos de IU hacia esa ley no están tanto en su fondo sino en su modo de aplicación. La capacidad inspectora de la administración es limitada, y la coalición teme que fiar a la buena fe el cumplimiento de la legalidad abre una senda peligrosa que, precisamente, el PSOE atajó en los años 80 del pasado siglo con medidas que contribuyeron a evitar la degradación ambiental del Principado. Y también, el temor a que el Gobierno caiga en intereses empresariales muy específicos y personales.

Ultimátum.

En ese contexto se explica la encendida advertencia lanzada esta semana desde Izquierda Unida al Gobierno. Tal y como reveló LA NUEVA ESPAÑA, la coordinadora de la coalición aprobó un documento en el que se marca una línea política para el último tramo del mandato: o el PSOE deja de apoyarse en Ciudadanos para sacar adelante sus iniciativas (lo que lo obligaría necesariamente a modificar sus propuestas legislativas para atender las demandas de los partidos más a la izquierda) o se termina la relación “especial” que IU mantiene con el PSOE, de respaldo tácito y socio preferente ante aspectos como la aprobación del Presupuesto.

Naranjas tóxicas.

El contenido del documento es duro y lanza los dardos especialmente contra Ciudadanos, al que acusa de ser un partido al servicio de intereses empresariales y para el que IU pide un cordón democrático similar al que los socialistas se han vanagloriado de extender sobre Vox. El documento, desgranado en las páginas de este periódico, se acompañaba de un duro artículo firmado por el coordinador de IU, Ovidio Zapico, y la portavoz de la coalición, Ángela Vallina, con el objetivo de marcar una línea roja al Gobierno y forzarle a reconsiderar sus apoyos y, por tanto, sus planes.

El dilema.

La ruptura de IU llevaba días fraguándose y generando debates serios en el Gobierno, que se encontraba en la encrucijada de atemperar decisiones aparentemente favorables a los intereses empresariales a cambio de volver a recobrar imagen de “izquierdas” o seguir adelante. El vicepresidente Juan Cofiño es firme en la determinación de que es necesario sacar adelante las reformas, pese a quien le pese y, según algunas fuentes, llegó a hacer de ello condición incuestionable para continuar en el Gobierno hasta el final del mandato. El pulso estaba claro y era conocido en ámbitos empresariales.

La expectación.

De ahí que hubiese cierta expectación entre el público ante el discurso que Adrián Barbón debía ofrecer el viernes con motivo de la entrega a Álvaro Platero, director general de Astilleros Gondán, del premio “Álvarez Margaride”” a la trayectoria empresarial. Con la posición de IU publicada por este periódico sobre la mesa, la pregunta era si Barbón suavizaría su discurso alejando el aviso de la coalición de izquierdas. Durante la jornada, ni el Gobierno ni la Federación Socialista Asturiana quisieron valorar el golpe de efecto de IU. Despejó las dudas la intervención del Presidente.

Platero habla claro.

En el acto, Álvaro Platero expuso muchos de los argumentos que el Gobierno ha venido escuchando de los empresarios, inquietos ante las incertidumbres inmediatas de la economía, aunque dispuestos a aprovechar las herramientas para mejorarla que están sobre la mesa, en especial los fondos europeos. Platero calificó de “cuando menos preocupante” la situación política en España, que no ayuda a afrontar la “tormenta perfecta” en los mercados por la concatenación de batacazos económicos. “Estamos pasando una época muy complicada”, dijo, con los precios de la energía y el IPC disparados y las consecuencias de la guerra de Ucrania que lastran la actividad industrial, como la escasez de materia primas, la escalada de precios o los plazos de entrega de componentes que se retrasan. A esto se suma la necesidad, según Platero, de abordar una reforma de la fiscalidad y afrontar una verdadera reflexión para adaptar la Formación Profesional a las necesidades de las empresas.

La economía centra el debate.

A todo esto se suma el inquieto horizonte económico que se vislumbra tras el verano y sobre el que numerosos analistas dibujan negros nubarrones: incremento de la inflación, efectos del consumo de carburantes en los bolsillos de los ciudadanos, o riesgos de abastecimiento de grano derivados de las consecuencias en las exportaciones de Ucrania y Rusia. Otro escenario inflacionista a la vuelta de las vacaciones disfrutadas por las familias tendría graves consecuencias para el Gobierno central, cada vez enfangado en más tensiones internas y mayores dificultades para lograr respaldos parlamentarios. Un resultado malo para la izquierda en las elecciones andaluzas que hoy se celebran no haría otra cosa que catapultar la idea de un inminente y necesario cambio de ciclo político en España.

Barbón despejó las dudas.

Por todo ello, se escucharon con atención las palabras de Barbón. De ahí que se extendiese cierto alivio cuando el Presidente dijo: “Semanas atrás prometí una política permanente de puertas abiertas a la iniciativa empresarial. Esta tarde quiero reiterarlo. Las empresas y el Principado tenemos que ser cómplices a favor de Asturias”. Barbón enumeró los pilares de esa alianza con la actividad de las empresas. Primero, reducir el papeleo con las leyes en marcha, “concebidas para podar excesos burocráticos y agilizar la tramitación administrativa”. Aseguró que se trataba de un esfuerzo inédito en un solo mandato. Segundo, con la extensión de las ayudas a I+D+i, a través de la ley de Ciencia. Tercero, comprometiendo ajustes en la FP para los que pidió la cooperación de los empresarios. “Poda burocrática, diversificación económica basada en la innovación y mejora de la formación adaptándola a las necesidades laborales: son tres ejemplos concretos que prueban el respaldo de mi gobierno a la iniciativa privada”, recalcó. En resumen, no se recoge el aviso de IU. Y por si fuera poco, Barbón señaló que, frente a las críticas de la oposición por querer sacar adelante sus leyes en la recta final del mandato, “sí he visto propuestas constructivas que instan a mi gobierno a tomar medidas para favorecer el aumento de tamaño de las empresas, constituir una oficina en Madrid para estimular la atracción de inversiones y otras iniciativas similares. Todas van en el sentido correcto”. Justamente medidas emanadas de Fade y las Cámaras de Comercio (alguna adoptada por Ciudadanos).

Espaldarazo a Cofiño.

En resumen: las tesis del vicepresidente Juan Cofiño, quedan absolutamente respaldadas en el Gobierno, pese al riesgo de distanciamiento de IU y, también, de Podemos, aunque este partido había dado muestras recientes de suavizar posiciones enconadas. Pero el periodo hasta las próximas elecciones es largo, los partidos a la izquierda del PSOE tienen que pasar importantes procesos para despejar su identidad electoral (súmese el cisma en ciernes sobre Podemos Asturies) y el Gobierno es consciente de que la batalla inminente estará en la economía, en evitar la sensación de empobrecimiento en las familias y en conseguir que los fondos europeos se visibilicen como un motor para las empresas. Basta escuchar a Alberto Núñez Feijóo en los últimos meses para saber por dónde soplan los vientos. Y en gran medida, de eso van las elecciones de hoy en Andalucía.

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